miércoles, 12 de septiembre de 2018

RESPETABLES MAYORES


Las respetables canas, las respetables curvaturas del cuerpo van en aumento. A determinadas horas del día , en determinados lugares, son personas de inveterada edad las que abundan. ¿De dónde ha salido tanto viejo? , dijo aquella abuela sin darse cuenta que ella misma ya estaba en una edad más que provecta
Cuando uno sale a la calle y ve tanto anciano se hace la misma pregunta. ¿De dónde ha salido tanto viejo? Pero uno mismo se queda boquiabierto cuando ve un renacuajo o renacuaja que se la queda mirando le dice: “Mira, abuelo” (Mite Ojichan).
Bueno, para las criaturas estas reverendas canas y barbas no son otra cosa. Es entonces cuando uno percibe que ya no es el pibe que siente interiormente.
La edad, la flecha de la edad va en dirección al sexto piso. ¡Pero si interiormente uno se siente como cuando tenía 25 años! La siguiente reflexión es si se habrá pasado el tiempo o si no habrá habido eso que los mayores dicen maduración. Cualquiera sabe. Lo cierto es que cuando se va a comprar a los amplios mercados que existen, la cantidad de ancianos y ancianas es enorme.
Poder de la gerontocracia. Respetable ancianidad que muestra las más diversas caras. Al no poder caminar con agilidad hay que ir frenando cada dos pasos. Tanto señores como señoras van a su aire. Ya no están en esta sociedad. Están en su mundo. No miran ni a derecha ni a izquierda. Por ello no es raro que los cochecitos de la compra choquen y se aglomeren en ciertas zonas del super.
Hoy, en las verduras, en los yogures y en el pescado. Todo el mundo quiere ir primero, los venerables mayores son los primeros que no conocen el código de urbanidad.
Muchas veces uno llega a pensar que no tienen derecho a quejarse de los jóvenes, de la poca urbanidad de los jóvenes. Ellos son los que han “educado” a los jóvenes. Los jóvenes se han visto reflejados en su espejo y han aprendido que lo que hacen se puede hacer. No se puede dejar la educación urbana a la escuela y si hay algún problema echarle la culpa a ésta. ¿Quién ha tenido a los hijos? Vdes, pues ustedes deben ser responsables, no las instituciones. Estas pueden más o menos ayudar pero no solucionar algo de lo que no son responsables.
Los caballeros van como si fueran tortugas, no les importa un comino nada. Además, curiosamente, a partir de cierta edad son mucho más torpes que las damas. Vamos, el rey de la carretera. Y las damas... Cuando van solas se concentran en precios, fechas de caducidad y no ven nada más. ¡El mundo es mío! Pero lo peor es cuando se encuentran con alguna vecina o familiar. De dos en fondo y no hay Dios que pase (A tapar la calle que no pase nadie...) Atolladeros que ni Shibuya. Los demás no se pueden mover ni hacia adelante ni hacia atrás. No miran, forman su mundillo y ¡Viva la Pepa!
Cuando se les suelta la lengua, en medio de los estrechos pasillos llenos de gente, la cháchara alcanza puntos inauditos. Estas damas ponen mala cara cuando en el tren una joven (Viva la igualdad lingüística) se pintorrea y va dejando pelos en el vagón. Estas damas son las grandes madres deseosas únicamente de ser reconocidas, cuando no tienen personalidad. sólo lengua bífida, destructora de honras.
Son respetables nuestros ancianos y ancianas, para que no se enfaden. ¿O es en la provecta edad cuando están mostrando relamente lo que son? Esclavos lameculos sin responsabilidad que exigen sólo por ser ancianos.
Vade retro, Satanás de la vejez. Aprender y así no ser.


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