jueves, 22 de marzo de 2018

EL AVION

EL AVION

Todos los amores se encuentran en Ella reunidos,
Y ningún enamorado puede ver en Ella otra cosa que pasión.
(Poema del camino espiritual)
Ibn al- Farid (1181-1235)
Según las noticias de aquella madrugada el día se presentaba caluroso. Tal vez fuera así, pero en aquel momento llegó a sentir frío. Eran las cuatro y media de la mañana cuando se levantó. A veces se levantaba temprano , pero no recordaba haberlo hecho tan temprano en mucho tiempo. Tenía que tomar un avión que en menos de una hora lo llevaría al lugar previsto. Pero era lo de siempre, los prolegómenos llevaban más tiempo que el verdadero viaje. Era algo que le ponía de los nervios. Siempre consideraba si no habría un genio que fuera capaz de mandar a la gente por fax o por fotografía tipo videoconferencia al lugar deseado. Sería un descubrimiento genial. ¡Cuántos sudores se ahorrarían!
Pero, ¿qué se le iba a hacer? Así era la vida y así había que aceptarla. Quizás fuera lo mejor, de otra manera tal vez todo fuera demasiado mecánico, y no habría posibilidad de recordar los malos momentos convirtiéndolos en buenos .
Se levantó. Extrañamente tenía bastante apetito. Tostadas, café, yogurt y alguna que otra cosa. Casi pudiera decirse que era demasiado. Se lo comió todo. Preparó el poco equipaje que llevaría y después de tomarse las medicinas para la tensión, salió a la calle.
Era uno de esos días puente de aquel largo descanso. Aunque habría alguna gente que iría a trabajar, la mayoría se veía que iba de viaje, que regresaba a casa después de una noche de alcohol y torrentera, buenos tientos que hacían que el cansancio rebosara por los poros de los ojos.
Iba a tomar un avión. De pronto lo vio estellado contra el suelo, a guisa de tren descarrilado y convertido en un acordeón. Lo que era un acto de amor, transportar a las personas a su lugar de trabajo, se había convertido en un gatilllazo, en una vergüenza, en una muerte sin conciencia de la que se tardaría tiempo en lograr la recuperación.
En el tren empezó a sentirse mal. Era temor, pánico al gatillazo, a no saber cómo afrontar ese viaje que se le venía encima. La tensión del cuello y de los hombros empezó a bajar. Parecía una caida de la misma a niveles incontrolables por la persona. Se agarró a uno de los barrotes del tren y comenzó a respirar profundamente, en un intento poco claro de calmarse. Medio lo consiguió. Incluso pensó en volver a casa y mandarlo todo al carajo. No importaba, un viaje más o menos no iba a cambiar en nada el rumbo de su vida. Pero no, no podía volverse atrás. Tenía que llegar hasta el final como fuera, aunque después de todo el mundo se riyera de él en sus propias narices.
Había que cambiar de estrategia como se cambia de tren. Al hacerlo era como si todo hubiera empezado a ir mejor. A pesar de la excitación interior se sentía tranquilo. Ya empezaba a dominar la situación en los mismos prolegómenos. El tren tomó la recta final hacia el aeropuerto. Si lograba llegar a él sin haberse desmayado, se podría decir que había vencido. Y venció. Se venció a sí mismo. Cuando estaba en el aeropuerto era como si toda la angustia hubiera pasado a mejor vida.
No sabía cómo explicar la situación. Descompensación de tensión, descompesación térmica, sueño atrasado o simplemente miedo. Siempre que iba a empezar algo, siempre que se enfrentaba a algún reto o simplemente a alguna novedad, sudaba ríos de sangre. Pero eso duraba hasta que empezaba lo que tenía que hacer. Después era el más valiente del mundo o el cuerpo no le traicionaba.
Terminado el papeleo lo único que quedaba era embarcar. Hacía tiempo que no montaba en un aparato tan trepidante como aquel. Penetró por la puerta indicada. Una señorita empezó a pedirle que se quitara los zapatos, que sacara las cosas de los bolsillos, que si podía tocarle con el aparato detector de metales, supuso, que si podía tocarle con las manos.
No se opuso a nada. Oponerse hubiera supuesto una reacción policial de lo más sospechoso. Eso sí, por su mente, mientras se reía para su capote, pensó que la hubiera dejado que lo desnudara y después que hubiera hecho con él lo que quisiera. La criatura merecía el manoseo. Menos mal que la pistola no se disparó. Por dentro reventaba de risa. Tras lo atentados de las torres erectas, ese era el nuevo método. La vida, cada día nacían nuevas costumbres.
El avión era de una compañía puntera, aunque en los últimos tiempos aparecía un día sí y otro no entre las noticias de incidentes o mal funcionamiento. Era como esos cuerpos que siempre están bien, pero que a cierta edad ya no pueden mantener ni el movimiento , ni el deseo, ni la juventud de antaño.
¿Eran esos rumores constantes o era simplemente la hora? Iba casi vacío. Como para acostarse sin ningún problema hasta llegar al destino.
Respiró profundamente mientras el avión ascendía y ascendía. Y era como si su tensión ascendiese también. Llegado a la altura de crucero, se veía bordeando la costa del país.
De pronto se le vino el primer verso de un antiguo poema a la memoria: Quise encontrarte por las ensenadas de tu cuerpo. Sí, la tierra que veía desde aquella altura se le presentó como un cuerpo tendido, espléndido, sugerente, de mujer madura y hermosa. La cabeza al norte, los pies al sur y hacia el mediodía del tronco, las ensenadas de la vida.
Costeó el avión las hermosas líneas del país. Entrantes y salientes, ríos, bosques y selvas de casas bordeaban algunos puntos celulíticos, pero no importaba. La luz de la mañana recortaba la figura dándoles esencias de abundancia.
En el centro de los macizos rocosos dos montes níveos como mármol cincelado. Era como si los valles del pecho femenino fueran los de una mujer de nieve. La láctea sonrisa de los mismos volaba con la agitación del pecho. La nieve se levantaba en oleadas de viento.
El vientre era puro músculo montañoso. Puntos negros, pecas verdosas de bosques ascendiendo y descendiendo entre los montículos de las cordilleras.
Hacia unos de los muslos del país mujer, la flor de la exposición internacional. La exposición del amor a la naturaleza, a esa naturaleza que es la vida de todo lo que hay, ha habido y habrá. Naturaleza para procrear y disfrutar, sin trabas ni permisos. Vida a borbotones.
Hacia el oeste la tierra lanzaba una de sus extremidades , mientras la otra lo hacía hacia el sureste. En la intercesión , en las coordenadas en que una y otra se cruzaban , un mar interior se dirigía hacia el oculto aeropuerto recien construido. En la profundidad de la ensenada, llegando de frente, se penetraba en la plataforma que recibía a los seres que venían de otras tierras.
El avión llegaba. Desde la cabina de mandos, una cámara señalaba mediante transmisión televisiva el punto exacto en el que la punta de la gran máquina tocaría el punto “G”. Cuando el avión tocó aquel punto, una gran agitación se produjo entre los tripulantes. Habían llegado. Habían alcanzado el placer de llegar, el clímax en la tensión. Relajación general. Ya era hora de salir del avión.

Gritó, gritó de alegría. Por fin....., miró a su alrededor. ¿Qué es esto? Sí, sí, ya entiendo, el rumor de las identificaciones. El espejismo lo había provocado una frase que la tarde anterior había escuchado a alguien con quien hacía mucho tiempo que no hablaba. ¡Mientras contemples mi figura no te desvanecerás!       

lunes, 12 de marzo de 2018

EL REGRESO

EL REGRESO

Llamó al timbre. Llevaba mucho tiempo sin hacerlo. Ella abrió sin preguntar quién era.
Estaba en la cocina preparando un rico guiso de pueblo, un guiso de esos que se pegan al riñón y que los jóvenes se negaban a comer porque engordaba mucho.
Llevaba una cuchara en la mano y cuando lo vio se le cayó al suelo. Los ojos se le abrieron como platos y la palabra se le fue de la boca.
-¡¡¡¿Tú?!!!!
Se le lanzó al cuello y lo abrazó, lo llenó de besos. Prácticamente lo arrastró hacia el interior.
-Pero, ¿cómo? ¿Qué has hecho? ¿Dónde has estado? Nos has tenido muertos de miedo buscándote. Pendejo, que eres un pendejo, en tanto tiempo ni una carta, ni una llamada telefónica. ¿A qué has venido, eh?
A ella se le rompió la bolsa del silencio. Quería matarlo y al mismo tiempo comérselo a besos. ¡Dios, qué alegría! ¡Cuánto había sufrido! ¡Cuánto por aquel maldito que se le habia metido hasta el núcleo de la sangre!
-Bueno, si me dejas entrar, descansar un rato y me das un vaso de agua podremos hablar.... He venido aquí porque es el único lugar donde puedo hablar con alguien. Pensaba irme a un hotel o a una posada o a dormir en los bancos de la estación.
- ¿Pero qué dices? Maldito seas, ¿no es ésta tu casa?
- Pero tú, seguro que no quieres verme ni en pintura.
- Tonto, más que tonto, retónto. Se nota que nunca has sabido lo que significas para mí....
-Entonces...
-Entonces, nada. Espera un momento, primero el vaso de agua.
-Y alguna aspirina o algo así, que me duele todo el cuerpo....
Ella fue a la cocina y le trajo lo que le había pedido. Eso de la aspirina era ya más antiguo que Matusalem. Tanto había cambiado la farmacopea durante ese tiempo de ausencia.
Se lo tomó, se quitó la chaqueta y se sentó en el sillón en que tantas veces se habían amado. Todos los recuerdos se le vinieron de golpe a la mente. El corazón le palpitaba. Ella vio que temblaba.
-¿Estás bien?
-La verdad es que no mucho. Necesito tal vez descansar un poco , pero no quisiera....
-¿No quisieras qué...? ¿Qué piensas hacer? Esta es tu casa, te guste o no te guste, así que cállate ya, porque digas lo que digas no te voy a dejar que te vayas. Vamos a ver, te voy a preparar el baño y después vamos a comer....
Ella se fue al baño, puso la bañera media de agua caliente. Le sacó ropa de dormir para que se cambiara y se lo llevó para la bañera.
Estaba tan mal que no tenía fuerza para nada. Lo fue desvistiendo y echando la ropa en la cesta de la ropa sucia.
-¡Venga, adentro!
Lo primero fue ducharlo para que el sudor le fuera resbalando, como muchas veces él había hecho con ella. Lo enjabonó como a un niño chico. El obedecía a todo lo que ella decía. Entre otras cosas porque apenas tenía energía.
-Bien, mientras preparo la comida, termina tú.
-De acuerdo.
Ella iba a salir del baño . Lo miró y le tiró un beso con todo el cariño del mundo.
El sacó la mejor sonrisa que pudo en la situación en que estaba. Siguió poco a poco restregándose lentamente. El agua caliente le llegaba hasta lo más profundo. El cansancio parecía ir desapareciendo.
Mientras tanto ella terminó de preparar un delicioso cocido , comida que a él siempre le había gustado mucho. Preparó una sopa de arroz aromatizada con yerbabuena y una ensalada de lo más variado. Mientras él terminaba ella lo llevó todo al salón comedor. Cuando terminó se acercó a ver cómo le iba a él. Ya estaba para salir de la bañera y secarse.
Quitó el tapón de la bañera y mientras el agua se iba, ella cogió la toalla y se la echó por la cabeza. Empezó a secarlo de la manera que había aprendido de él. Suspiraba el hombre, ¿de goce, de descanso del cuerpo? Ya habría tiempo para esas cosas.
El agua se marchó y lo sacó de la bañera. De arriba abajo lo terminó de secar. Le fue dando la ropa para el descanso. Terminado lo peinó. Parecía mucho más decente y fresco que cuando llegó.
-¡A comer...!
Se sentaron a comer. Antes de eso , brindaron.
-¡Por tu vuelta a casa!
-Gracias....
Comieron despacio, casi en silencio, pero un silencio lleno de sentidos. Se miraban y sonreían. El parecía especialmente gozar con la comida.
-¡Cuánto tiempo sin tomar cosas como estas!
-¿Qué has comido en estos años?
-Pastillas.
-¿Cómo?
-Sí, no te lo vas a creer , pero la historia se parece a la de Jonás y a la de Job al mismo tiempo, en versión futurista.
-Oye, oye, que no has bebido tanto.
- Lo sé. No, no estoy ebrio y no creo que después del tiempo pasado sea cuestión de idear bromas pesadas.
-Bueno, ja,ja,ja.... ¿No me irás a decir que te han raptado seres extraterrestres?
- No sé si esa sería la expresión , pero más o menos...
-Espera, espera.... Vamos a recoger esto y tomando café me lo cuentas.
Fueron llevando los platos y vasos a la cocina. El los transportaba y ella los iba lavando y colocando en su sitio. Un cuarto de hora más tarde todo estaba recogido.
Se sentaron en el sofá. Ella quiso acurrucarse en sus brazos, pero él se negó.
-No, por favor. Ahora no, después, después de que me escuches.
-Bien, bien. Toma, aquí tienes el café.
A ambos lados del sofá había unas mesitas para colocar las tazas.
-¿Recuerdas que fuí a pescar con nuestro amigo Juan en su barquillo.
-Sí, exacto, y no volviste.
-El tiempo estaba estupendo, no parecía que nada pudiera ocurrir en estas aguas tan tranquilas.
-Todo el mundo se quedó estupefacto con la desaparición del barco y de sus ocupantes, aunque Juan apareció muerto varios días después en la misma playa. Nadie
se ha podido explicar qué pasó, ni los expertos más expertos del país.
-Así, de pronto, cuando menos lo esperábamos bajo el barco apareció una ballena de esas que aparecen en los dibujos animados.
-Se buscó y rebuscó durante mucho tiempo con todo tipo de artilugios, pero no hubo señal ni de animal, ni de elemento metálico, de nada.
-Desde luego la tecnología extraterrestre está más avanzada que la terrícola. Esos aviones que no captan los radares son nada comparado con lo que en realidad existe.
-Oh lalá....., sigue.
Tomó un sorbo de café. Parecía ir recuperándose de su estado. ...
-Una ballena, por llamarlo de alguna manera, nos tragó, vamos, como lo de Jonás. Llegamos bastantes metros adentro de aquel bicho. Cuando el barco paró estábamos en un lugar plano. Todo el agua desaparecía por los costados. Nuestro amigo ya había entregado su alma a Dios, como se diría en este día del Corpus. Vinieron a recogerlo y se lo llevaron. Había una especie de calderas.¡Plaf!, sin complicaciones. Allí lo echaron y en un instante incineración total.
-Pero en la playa apareció entero....
-Vete tú a saber, quizás fue una ilusión óptica producida por las tecnologías. En fin.... Yo andaba como transtornado, pero más o menos consciente. Vinieron a recogerme unas mozas.
-¿Ehhhhhhh? Ja,ja,ja,... ¿No me dirás que te violaron?
-Bueno, yo no sé qué fue aquello pero lo cierto es que me llevaron a una especie de habitación muy cálida y cómoda. Y lo mejor, eran dos mozas con tu rostro.
-¿Quéeeeeee?
-Lo que oyes. Después supe que la gente del planeta se tranforma en función de lo que piensa el ser raptado. Y evidentemente mi único pensamiento eras tú. Lo preocupada que deberías andar tú y toda la gente conocida. Una era una copia literal a tí en ese momento y la otra unos años más joven. No dejaba de preguntarme en dónde estaba. Me hablaban muy dulcemente, diciendo que no me preocupara, que sólo querían mezclarse con los terrícolas . Que no me iban a hacer nada malo.
Desde luego eso sí que lo parecía. Eran todo hermosura, como tú. No sé cómo lo hicieron, porque con el miedo que tenía la pistola no se montaba, pero de pronto, allá va....y de una enormidad que me asustó. Mientras una besaba y lamía aquí y allí, la otra se la clavó toda. ¡Dios qué cosa más fría! Se notaba que no era terrícola. Se dice que hay mujeres frígidas pero no creo que en su interior sea algo tan frío. Era como si la hubiera metido en un tubo que me estuviera ordeñando. La confusión mental y física era enorme.
Y llegué a correrme. Un chorro enorme de semen, como nunca había sentido, salió de mi cuerpo. Quedé completamente exhausto.
Me lavaron y dejaron descansar. En la habitación había pantallas mostrando seres parecidos a los humanos pero que no se podrían llamar completamente humanos.
Durante un tiempo fue algo que se prolongó de manera diaria. No puedo entender cómo el cuerpo pudo resistirlo. Llegué a saber que los alimentos, las pastillas eran fortalecedoras. Ciertamente, después de tomar una me sentía muy bien.
Al cabo de poco la “ballena”, era de noche, emprendió el vuelo. Desapareció en el cielo infinito. No sé a qué planeta me llevaron.
Aquí empezó la segunda parte de la aventura. Ya no hubo experimentos sexuales, aunque estos eran mucho mejores, a pesar de la frialdad que lo que vino después. Sacar sangre, revisión de orina, experimentos por el ano, en los ojos. No sé que hicieron con el semen, pero lo mismo algún día un ejército de extraterrestres aparecen como aparecieron los treinta y tantos hijos del teniente Buendía en la novela de García Márquez.
-¡Tú lo has estado de parrando folgando aquí y allí y ahora quieres que comulgue con ruedas de molino!
-No, no me enfado, porque sé que es increible. Te lo cuento tal como lo recuerdo. Puedes creerlo o no, además , seguro que en el cuerpo me colocaron antenas o algo así para obtener información de la Tierra.
-Vamos, que encima eres un espía extraterrestre...
-Sin querer, pero seguro. Como no sé lo que me habrán hecho no sería extraño que a veces hiciera cosas raras. Por eso no quería venir, pero no tengo a dónde ir. Ya te he dicho que cuando descanse un poco desapareceré.
-De eso nada, monada. Mañana vamos a celebrar el quinto año de tu desaparición, y lo que vamos a hacer es celebrar tu aparición. .. Además, cabronazo, estoy seca como los campos cuando no llueve. Quiero que me riegues y me fertilices, después de tanto tiempo. Vamos, que te quiero, que quiero que me folles a lo bestia y comerte los cojones si hace falta. Aquellas mozas se parecerían a mí, pero seguro que mi coño está como un volcán....
-¡Joder, qué cambio!
-De cambio nada, que te quiero como una loca en todos los sentidos hasta el punto de soñar ante la cruz que estoy haciendo el amor contigo. Ni irreverencia, ni leche que te parió. El punto más alto del amor cuando es un sentimiento verdadero.....
-¡Ay, Dios mío! Con la maravilla que tengo aquí y yo de picos pardos.... involuntarios.....
-Bien, ¿y cómo has vuelto?
-No sé cuánto tiempo hace que lo decidieron , pero ya era tiempo de regresar. No sé si sería ayer, anteayer o hace más. La “ballena”, también de noche volvió a la Tierra, se metió en el mar, ahí, a 500 metros de la playa. No sé cómo pero esta mañana aparecí en la playa. No sé si será la presión terrestre, la tensión o qué será, pero he conseguido llegar por los pelos. Estoy tan agotado que no sé si podré satisfacerte.
-Tranqui, cielo, tranqui, ya me encargo yo de que sí puedas. Pero ahora sí, acuéstate un par de horas y después nos vamos a dar un paseito.
Así lo hizo. Estuvo durmiendo profundamente un par de horas. Aunque tal vez no pudiera decir que había sido realmente dormir. Había soñado con la mujer, desnuda, lo acariciaba, lo absorbía, lo besaba, lo chupaba como de si un helado se tratara. Esas imágenes se mezclaban con las del espacio, pero eran los mismos rostros, tal vez la diferencia era la frialdad de un chocho y la calidez del otro. El resto, igual. ¿Sueño, pesadilla? Una vez parecía que estaba diciendo algo. Ella, que ya había preparado todo, se acercó a la cama y le acarició la frente. El abrió los ojos.
-¡Qué guapo eres, puñetero!
-¡Gracias, preciosa!
-¡Estás para comerte!
-¿Y por qué no lo haces si tienes hambre?
Ni corta ni perezosa comenzó a besarlo suavemente en los labios, la lengua se la pasaba por el perfíl lo que le excitaba la columna, y con la excitación el instrimento empezó a aumentar.
-¡Ehhhhh! Oye, esto está más grande que antes.
-¿Tu crees?
-Los experimentos, seguro.
Ella le liberó la polla del apretado pantalón, se lo quitó todo, mientras él intentaba meter la mano por debajo de la camiseta y el sujetador. Ella se liberó del sostén en un tristrás. El pudo tocarle los pezones.
-¡Ahhhhh....qué gusto!
Suavecito, con el dorso de la mano le acariciaba todo el pecho y parte del vientre.
En el rostro empezó a aparecer ese aspecto de placer tan querido y conocido. Todo iba bien. Ella se quitó la camiseta. El pecho quedó al aire libre.
-¡Qué maravilla!
Mientras tanto ella llevó las manos hacia los huevos. Los cogió con una mano y se llevó la pollilla a la boca. Sacó el capullo y lo lamió con fruición, como si de un sorbete se tratara. La mano que él tenía en el pecho de ella intentó ir más abajo. Ella se deshizo de la falda y le llevó la mano a la entrepierna. Con los dedos le acariciaba la zona de la raja, metió un dedo y llegó al clítoris. Ella reaccionó rápidamente. Se quitó el engorro de las bragas y se montó sobre él, que se sorprendió. Era exactamente lo que había hecho la doble extraterrestre.
-¡Ahhhhhh!
-Sí, era el coño de su niña, cálido, cachondón, juguetón. El interior se abría y se contraía. Lo que hacía que el pene se sintiera especialmente bien.
Era una jinete magnífica. Empezó a a abrir la boca, era el placer.
-Te siento, te siento, cabrón , cuánto tiempo me has tenido sin regar......ahhhh
Se inclinó hacia él mientras seguía clavada moviéndose. Le mordió las tetillas, le mordió el pecho, lo abofeteó en el instante en el que un rugido de placer salía de su garganta.
-Ah.... sigue.
El hizo un movimiento de fuerza. La polla entraba como una pieza que busca petróleo en las entrañas de la tierra.
Un líquido viscoso empezó a salir del interior del ella. De él un chorro imparable del petróleo de la vida le llenó el interior como nunca lo había hecho.
Un beso enorme cerró el reencuentro. Se ducharon y salieron a dar un paseo.
La tarde era magnífica. No encontraron a nadie por lo que al día siguiente el susto iba a ser general. Volvieron temprano. Después de cenar ella se convirtió en una gatita. Se acurrucó a su lado a su lado y terminaron echando otro polvo de estrellas.
-No sé qué te habran hecho las extraterrestres, pero si yo puedo disfrutarte de esta manera, que me consideren su amiga.
El se quedó dormido. Ella lo miraba con amor.
-Pobretico aún no se ha dado cuenta de que la extraterrestre era yo misma.
Una sonrisa de pilluela le asomaba a los labios. Desde aquel día del regreso todo fue mucho mejor que antes. Habían subido un grado en sus relaciones........




viernes, 2 de marzo de 2018

DIECIOCHO AÑOS

DIECIOCHO AÑOS

Tenía dieciocho años, una edad en la que la persona, siendo adulta, aún está en la infantilidad. Una edad en la que se sufre sin saber por qué, aunque la única causa es la inseguridad, el miedo al fracaso, el miedo al ridículo. Una edad en la que el corazón aún es bastante puro y sincero y sin embargo tiene que aprender las mentiras sociales, tiene que aprender a representar en la sociedad. Y eso no lo podía soportar. Era demasiado para él.
La madre tenía cuarenta y cinco años. Llevaba quince divorciada. Había obtenido del padre una gran cantidad de dinero que le había permitido criar al hijo sin demasiados problemas económicos. No había tenido que trabajar.
Al padre no le había importado quitarse de encima a aquel pendejo, pura faz, pura mentira, pura faz de la mentira social. Pero aparentemente él era el malo ya que ella descubrió que tenía un amor encubierto, una mujer que le hacía feliz, que sin servilismos, que con sus defectos y sus virtudes se mostraba en todos sitios igual.
La madre del chico era sucia, perezosa, no sabía cocinar, todo lo hacía mal. Tenía los rincones llenos de ropa sin lavar desde hacía tiempo, pero predicaba limpieza, predicaba, especialmente en público, cómo debía estar él, cual debiera ser su pelo, los colores de la ropa. Lo abrumaba cuando se veían con alguien diciendo cómo debería de sentarse, diciendo cómo debería masticar, diciendo cómo no debía hacer ruido
Ponte derecho, coge bien los palillos, suenate la nariz sin ruido. No estornudes, no bebas cocacola, bebe té verde. ¿Cómo te atreves a peinarte así? ¿Quién te ha dado permiso para teñirte el pelo de rubio.
Un día y otro, y otro, y otro..... Era la mujer que veía el polvo en el ojo ajeno peno no veía la gran columna en el propio. El perro del hortelano....
Nadie venía a su casa, y cuando venía alguien escondía toda la suciedad en los armarios. Todo aparentaba estar arreglado , pero el chico sabía que era mentira.
Un día que vino una compañera de Instituto a su casa a recoger unos libros, lo puso de vuelta y media, lo puso en ridículo delante de la muchacha. Dijo una de esas cosas que aparentemente no tienen importancia: ¡Ay, Dios mío, por qué tendría yo este hijo! Hija mía, nunca te cases, y si te casas no tengas hijos. Los hombres son un desastre.
La muchacha intentó sonreir forzadamente y mintió criticando a su hermano y a su padre, más para no pelear con la mujer que como realidad fehaciente.
Cuando los chicos salieron a la calle, sólo una palabra: Pobrecito, con una madre así no me extraña tu pesimismo. Ella había comprendido.
Aquella noche, al volver del Instituto, el muchacho traía un bate de básebol. La madre estaba furiosa intentando hacer una comida que nunca había hecho. El se acercó por detrás. La madre se dió la vuelta y de pronto se vió recibiendo un golpe de bate en plena frente. A los diez minutos estaba muerta.
El muchacho se cambió de ropa, se fue al puesto de policía y confesó lo que había hecho.
Inevitablemente pasó por el reformatorio. Su padre, llamado a declarar, la chica, las amigas de la madre, todos declararon en contra de ella.
Aunque socialmente fuera necesaria una cierta máscara, la diferencia entre la boca de la madre y sus acciones era tan grande que a nadie había extrañado lo que el chico había hecho. Más de una persona lo había presentido.
Esas declaraciones ayudaron a que el muchacho a los dos años ya estuviera en la calle. Se prometió con la amiga que había ido a su casa y ahora eran felices.
Se comunicaban, intentaban hacerlo todo en común y si había errores no se lo reprochaban. Errar es humano pero imponer lo que uno mismo no cumple es dictatorial.

La madre criaba malvas en el cementerio y nadie se acordaba de ella.