PROMESA
Sonó
el teléfono.
-Hola.
-Hola,
Azahar.
-¿Eh?
¿Cómo sabes que soy yo? Después de tanto tiempo de despedida de
entre los vivos...
-El
eco de tu voz, cielo.
-El
eco de mi voz... ¿Cuántos años hace que no hablamos, 30, 40?
-¿Qué
son cuarenta años en el mar del tiempo? Tú no eres la material
Azahar, pero eres su alma.
-Entonces,
¿crees que hay algo más allá de la frontera?
-Si
todo se desintegra, ¿cómo podríamos estar aquí hablando?, ¿me lo
puedes explicar? Leía hace poco un artículo en el que decía que en
el antiguo palacio arzobispal de Córdoba, después hospital de
agudos, los bedeles nocturnos tienen extrañas experiencias.
-
¿Y eso?
-Ruidos
nocturnos, cosas que se mueven cuando no hay nadie. Existe un
problema. Hemos pasado de la obligación irracional de tener que
creer por imperativo categórico legal , no sé si se dice así, a la
necesidad imperativa de decir que no creemos en nada, ni en las
personas que nos rodean, ni en si hay algo más allá de la frontera.
Te fuiste y esperé a qué aparecieras para que me explicaras cómo
era aquello.
-
Oh, mi amor, eres increible.
-No,
soy un fino poeta, ja,ja,ja. Permíteme que me piropée yo mismo, ya
que desde tu partida nadie me lo ha dicho, y a veces es necesario.
-Tienes
todos los permisos, cariño. Un beso.
La
transparente esencia de Azahar y la todavía carnosa de él se
besaron con la mayor dulzura, con la mayor ternura. Nunca hubiera
beso igual.
-¿Has
escrito algo últimamente?
-No,
no he escrito nada que merezca la pena, pero hay dos poemas que, al
margen de los de San Juan de la Cruz, me embriagan más que las
mujeres hermosas y más que el néctar de los dioses.
-Idiota,
y lo dices estando yo delante.
-Ja,ja,ja...
Hasta en espíritu sigues siendo celosilla ¿eh? Es una metáfora,
corazón.
-Ya
lo sé, zoquete. No cambias, ¿eh?
-¿Hay
que cambiar?
-
En absoluto es necesario hacerlo. Pero leémelos ya que me queda poco
tiempo.
-Allá
van. Uno es de Ibn Hazm. Debe estar en su libro El Collar de la
Paloma. El otro es de Don Francisco de Quevedo. Escucha.
ENTRAÑAS
Quisiera
abrir mi corazón con un cuchillo,
meterte
dentro de él
y
luego volver acerrar mi pecho.
Para
que moraras siempre en él
y
no habitaras en ningún otro
hasta
el día del Juicio.
Para
que vivieras en él
y
a mi muerte
estuvieras
dentro de mi alma
en
la oscuridad de la tumba.
AMOR
CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Cerrar
podrá mis ojos la postrera
sombra
que me llevare el blanco día,
y
podrá desatar esta alma mía
hora
a su afán ansioso lisonjera;
mas
no, de esotra parte en la ribera,
dejará
la memoria, en donde ardía:
nadar
sabe mi llama la agua fría,
y
perder el respeto a ley severa.
Alma
a quien todo un dios prisión ha sido,
venas
que humor a tanto fuego han dado,
médulas
que han gloriosamente ardido,
su
cuerpo dejará, no su cuidado;
serán
ceniza, más tendrá sentido;
polvo
será, más polvo enamorado.
-Por
todos los dioses, esto es para morirse de placer.
-Ah,
¿pero los espíritus se mueren?
-
No cambias, no cambias, no cambias, eres más único que el vino
Unico de Vega Sicilia, por eso te quiero, tesoro.
-Gracias,
hermosa. Oye, ¿cuándo nos volveremos a ver?
-No
lo sé, no pienso dejar de venir. Además, en la próxima
reencarnación me has prometido unirte a mí, ¿recuerdas?
-Recuerdo,
recuerdo. Besos dulces como la miel
El
espíritu de Azahar, todo sonrisa, fue desapareciendo de delante del
hombre. El corazón masculino era todo luz y alegría. Una suave
sonrisa asomó a sus labios mientras sus ojos veían el mundo
completamente iluminado.