martes, 21 de abril de 2015

COMO EL AIRE QUE RESPIRAMOS

GABRIEL GARCÍA MARQUEZ EN MI VIDA

COMO EL AIRE QUE RESPIRAMOS

        En la vida vivimos, convivimos y a veces no nos damos mucha cuenta del valor de lo que nos rodea, o de las personas que nos rodean. Como dice el dicho, no es raro que nos demos cuenta del valor de la salud en el momento en que la perdemos o como dice, hablo de memoria, la canción de Sabina, cuando la perdí, me enamoré de ella.
        G.G.M., con más familiaridad, Gabo, se ha ido, a la edad de 87 primaveras, y nunca mejor dicho. Si pensamos en que por ahí anda la media de vida en muchos lugares, sólo queda desearle buen viaje allá a donde se haya dirigido.
        Y es hora, cuando se ha ido, el momento de la reflexión. ¿Qué fue para mí este hombre, este escritor?
        La reflexión viene a cuento de algo que es universal. Cuando falleció mi padre, después. me vino a la mente: ¿Qué me ha dejado mi padre? Y no me refiero a lo material, que si hay algo vendrá después, cuando la Mama Grande tome la dirección que él tomó. No es eso. Síquicamente, mentalmente, ¿qué puede dejar un hombre que nació en tiempo de preguerra, no tuvo tiempo de ir a la escuela y toda su vida fue un animal de trabajo?  Pues sí, dejó la honradez del trabajador, la razonabilidad de la persona que vive para su familia y tres o cuatro frases básicas en la vida, una de las últimas, hay mucha gente que sólo pide derechos pero no cumplen con su deber. Ahí queda como homenaje.
        ¿Y qué ha dejado Gabo en mi vida? Bueno, antes de nada, en estos momentos , todavía de luto y homenajes, aquí y allí aparecen artículos de periódicos, saldrán libros, tenemos Wikipedia con una información general bastante aceptable. Doctores tiene la Iglesia que pueden pontificar. Y como yo no soy doctor de la Iglesia ni un descubridor de nuevas ideas etc. en literatura de la otra parte del charco, visto desde Cádiz, me voy a restringir a mis lecturas y sensaciones con respecto a Gabo a lo largo de la vida.
        Tal vez algo normal, trivial, pero al menos es mío. Por supuesto que voy a leer el especial del País, algún libro que hay por ahí en mi biblioteca e incluso a lo largo de un tiempo, releré alguna cosa más. Algo de ello caerá en este comentario.
        Como este escrito es una memoria, tal vez ésta falle y meta alguna pifia. Será eso, pifia por el revoltillo de la mente más que por mala intención.
        Allá, creo que por el año 1975, compré con muchas penalidades 100 años de Soledad. Tiempos aún en que o no se tenía dinero o todavía algunos libros no estaban en las librerías. Incluso un tiempo después de la muerte del Otoño del Patriarca, Alias Paco el Gallego, la censura existía.
        Leí el libro y lo primero que resulta es que había que trazar un mapa familiar para saber quién era Aureliano I, II, III ( no recuerdo si llegaban a tantos) Amaranta, Ursula , Remedios la Bella etc..... ¡Dios qué lio!
        Después de eso escuché un palabro que ha tenido éxito : Realismo mágico. Sí, según el mismo autor dice, lo recogen en Wikipedia y en algún otro sitio, incluso creo recordar que en Crónicas del Caribe, una serie sobre Gabo en TVE, él mismo dice: Todo lo que ocurre en el libro es cierto, es verdadero No es inventado. Pero tenemos que rastrear como sabuesos cada página para saber dónde colocar, cada escena de su o sus novelas.
        Amor en tiempos del Cólera, al parecer tiene un trasfondo completamente cierto en sus padres. Algunos personajes viven en donde vivieron los padres, hicieron las mismas cosas pero sin la fastuosidad de la novela ni de la película.
        ¿Cómo se puede conseguir eso? Yo utilizaría dos palabras, la observación y la memoria.
        Me viene a las mientes una anédota leída en un libro editado por el diario Córdoba y Cajasur sobre la ciudad cordobesa. Cuando Pio Baroja se acercó por la ciudad para documentarse sobre el terreno para escribir su novela La feria de los discretos, visitó al pintor cordobés Julio Romero de Torres, aquel de la mujer morena y la chiquita piconera de los billetes que los más jóvenes no habrán conocido directamente.
        Romero de Torres, todo un anfitrión, guió a Baroja por la ciudad. Al día siguiente o al otro se volvieron a ver y Romero de Torres enseñó un boceto al escritor, una bellísima mujer cordobesa. ¿Dónde vimos pues a esta mujer?, preguntó el escritor. En ningún sitio, no existe, porque existe en todas las mujeres que vimos por la calle. De una tomé los ojos, de otra los labios, de otra el pelo.... ¿No será de alguna manera la misma forma de actuación de Gabo a la hora de escribir? Lo mismo sí.
        Después de eso, creo que fue al cumplir 20 años, unas compañeras, amigas, de la universidad me regalaron para mi cumpleaños  “Ojos de perro azul”, un libro de relatos, si mal no recuerdo, de relatos o de periodismo, cosa muchas veces igual.
        ¿Se atrevería alguien a decir que Noticia de un Secuestro no es una novela? Y sin embargo es un relato periodístico.Y el libro sobre Littin, director de cine en el Chile de Pinochet, o Relato de un naufragio..... A través de las crónicas periodísticas que aparecen en los Textos costeños o Tierra de macacos (¿era así?) , recopilación de buena parte de su obra periodística en Colombia, no sabemos muchas veces de qué va el asunto, si es ficción o es realidad cotidiana. La cotidianeidad colombiana supera a la ficción, pero aparte de eso, los dos elementos están tan bien mezclados, cual café con leche que no sabemos ya diferenciar, es otro producto. En el primer libros de sus memorias, Vivir para contarla hay mucho de su vida hasta más o menos los treinta años.
            En este no saber muy bien en qué se diferencia la novela del reportaje , le viene a uno a las mientes a un autor del siglo XIX: Larra. En muchos artículos de periódico de Larra es muy difícil saber dónde está la diferencia, de ahí que entre de lleno en la historia de la literatura, y tal vez del periodismo. En uno de los reportajes del especial del Pais hay una frase que dice : Para ser periodista hay que tener mucha cultura y una gran ética. Larra la tuvo, hasta el punto de terminar suicidándose porque no pudo soportar la España de la época. Y si leen las cartas enviadas a varios personajes de la politica de Colombia con respecto al tema de su negativa de ser Cónsul de Colombia en Barcelona, la ética le rebosa por los poros, a muy larga distancias de los perros guardianes de , a veces intereses oscuros de la política o la economía, del periodismo al servicio del dinero y el poder. ¡Qué razón tenía el profesor Pedro Cerezo! El tema es mundial, pero si se ve con desapasionamiento en el país que vivo, Japón,  es para llorar. ......
         Pasemos ahora a una biografía sacada de internet para completar esa
cara oficial más o menos reconocida por todos.
  Gabrielwww.biografiasyvidas.com/reportaje/garcia_marquez García Márquez nació en Aracataca (Magdalena), el 6 de marzo de 1927. Creció como niño único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus padres, el telegrafista Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, se fueron a vivir, cuando Gabriel sólo contaba con cinco años, a la población de Sucre, donde don Gabriel Eligio montó una farmacia y donde tuvieron a la mayoría de sus once hijos.
Los abuelos eran dos personajes bien particulares y marcaron el periplo literario del futuro Nobel: el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra de los Mil Días, le contaba al pequeño Gabriel infinidad de historias de su juventud y de las guerras civiles del siglo XIX, lo llevaba al circo y al cine, y fue su cordón umbilical con la historia y con la realidad. Doña Tranquilina Iguarán, su cegatona abuela, se la pasaba siempre contando fábulas y leyendas familiares, mientras organizaba la vida de los miembros de la casa de acuerdo con los mensajes que recibía en sueños: ella fue la fuente de la visión mágica, supersticiosa y sobrenatural de la realidad. Entre sus tías la que más lo marcó fue Francisca, quien tejió su propio sudario para dar fin a su vida.
Gabriel García Márquez aprendió a escribir a los cinco años, en el colegio Montessori de Aracataca, con la joven y bella profesora Rosa Elena Fergusson, de quien se enamoró: fue la primera mujer que lo perturbó. Cada vez que se le acercaba, le daban ganas de besarla: le inculcó el gusto de ir a la escuela, sólo por verla, además de la puntualidad y de escribir una cuartilla sin borrador
En ese colegio permaneció hasta 1936, cuando murió el abuelo y tuvo que irse a vivir con sus padres al sabanero y fluvial puerto de Sucre, de donde salió para estudiar interno en el colegio San José, de Barranquilla, donde a la edad de diez años ya escribía versos humorísticos. En 1940, gracias a una beca, ingresó en el internado del Liceo Nacional de Zipaquirá, una experiencia realmente traumática: el frío del internado de la Ciudad de la Sal lo ponía melancólico, triste. Permaneció siempre con un enorme saco de lana, y nunca sacaba las manos por fuera de sus mangas, pues le tenía pánico al frío.
Sin embargo, a las historias, fábulas y leyendas que le contaron sus abuelos, sumó una experiencia vital que años más tarde sería temática de la novela escrita después de recibir el premio Nobel: el recorrido del río Magdalena en barco de vapor. En Zipaquirá tuvo como profesor de literatura, entre 1944 y 1946, a Carlos Julio Calderón Hermida, a quien en 1955, cuando publicó La hojarasca, le obsequió con la siguiente dedicatoria: "A mi profesor Carlos Julio Calderón Hermida, a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que yo escribiera". Ocho meses antes de la entrega del Nobel, en la columna que publicaba en quince periódicos de todo el mundo, García Márquez declaró que Calderón Hermida era "el profesor ideal de Literatura".
En los años de estudiante en Zipaquirá, Gabriel García Márquez se dedicaba a pintar gatos, burros y rosas, y a hacer caricaturas del rector y demás compañeros de curso. En 1945 escribió unos sonetos y poemas octosílabos inspirados en una novia que tenía: son uno de los pocos intentos del escritor por versificar. En 1946 terminó sus estudios secundarios con magníficas calificaciones.
Estudiante de leyes
En 1947, presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá a estudiar derecho en la Universidad Nacional, donde tuvo como profesor a Alfonso López Michelsen y donde se hizo amigo de Camilo Torres Restrepo. La capital del país fue para García Márquez la ciudad del mundo (y las conoce casi todas) que más lo impresionó, pues era una ciudad gris, fría, donde todo el mundo se vestía con ropa muy abrigada y negra. Al igual que en Zipaquirá, García Márquez se llegó a sentir como un extraño, en un país distinto al suyo: Bogotá era entonces "una ciudad colonial, (...) de gentes introvertidas y silenciosas, todo lo contrario al Caribe, en donde la gente sentía la presencia de otros seres fenomenales aunque éstos no estuvieran allí".
El estudio de leyes no era propiamente su pasión, pero logró consolidar su vocación de escritor, pues el 13 de septiembre de 1947 se publicó su primer cuento, La tercera resignación, en el suplemento Fin de Semana, nº 80, de El Espectador, dirigido por Eduardo Zalamea Borda (Ulises), quien en la presentación del relato escribió que García Márquez era el nuevo genio de la literatura colombiana; las ilustraciones del cuento estuvieron a cargo de Hernán Merino. A las pocas semanas apareció un segundo cuento: Eva está dentro de un gato.
En la Universidad Nacional permaneció sólo hasta el 9 de abril de 1948, pues, a consecuencia del "Bogotazo", la Universidad se cerró indefinidamente. García Márquez perdió muchos libros y manuscritos en el incendio de la pensión donde vivía y se vio obligado a pedir traslado a la Universidad de Cartagena, donde siguió siendo un alumno irregular. Nunca se graduó, pero inició una de sus principales actividades periodísticas: la de columnista. Manuel Zapata Olivella le consiguió una columna diaria en el recién fundado periódico El Universal.
El Grupo de Barranquilla
A principios de los años cuarenta comenzó a gestarse en Barranquilla una especie de asociación de amigos de la literatura que se llamó el Grupo de Barranquilla; su cabeza rectora era don Ramón Vinyes. El "sabio catalán", dueño de una librería en la que se vendía lo mejor de la literatura española, italiana, francesa e inglesa, orientaba al grupo en las lecturas, analizaba autores, desmontaba obras y las volvía a armar, lo que permitía descubrir los trucos de que se servían los novelistas. La otra cabeza era José Félix Fuenmayor, que proponía los temas y enseñaba a los jóvenes escritores en ciernes (Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas, entre otros) la manera de no caer en lo folclórico.
Gabriel García Márquez se vinculó a ese grupo. Al principio viajaba desde Cartagena a Barranquilla cada vez que podía. Luego, gracias a una neumonía que le obligó a recluirse en Sucre, cambió su trabajo en El Universal por una columna diaria en El Heraldo de Barranquilla, que apareció a partir de enero de 1950 bajo el encabezado de "La girafa" y firmada por "Septimus".

En el periódico barranquillero trabajaban Cepeda Samudio, Vargas y Fuenmayor. García Márquez escribía, leía y discutía todos los días con los tres redactores; el inseparable cuarteto se reunía a diario en la librería del "sabio catalán" o se iba a los cafés a beber cerveza y ron hasta altas horas de la madrugada. Polemizaban a grito herido sobre literatura, o sobre sus propios trabajos, que los cuatro leían. Hacían la disección de las obras de Defoe, Dos Passos, Camus, Virginia Woolf y William Faulkner, escritor este último de gran influencia en la literatura de ficción de América Latina y muy especialmente en la de García Márquez, como él mismo reconoció en su famoso discurso "La soledad de América Latina", que pronunció con motivo de la entrega del premio Nobel en 1982: William Faulkner había sido su maestro. Sin embargo, García Márquez nunca fue un crítico, ni un teórico literario, actividades que, además, no son de su predilección: él prefirió contar historias.
En esa época del Grupo de Barranquilla, García Márquez leyó a los grandes escritores rusos, ingleses y norteamericanos, y perfeccionó su estilo directo de periodista, pero también, en compañía de sus tres inseparables amigos, analizó con cuidado el nuevo periodismo norteamericano. La vida de esos años fue de completo desenfreno y locura. Fueron los tiempos de La Cueva, un bar que pertenecía al dentista Eduardo Vila Fuenmayor y que se convirtió en un sitio mitológico en el que se reunían los miembros del Grupo de Barranquilla a hacer locuras: todo era posible allí, hasta las trompadas entre ellos mismos.
También fue la época en que vivía en pensiones de mala muerte, como El Rascacielos, edificio de cuatro pisos, ubicado en la calle del Crimen, que alojaba también un prostíbulo. Muchas veces no tenía el peso con cincuenta para pasar la noche; entonces le daba al encargado sus mamotretos, los borradores de La hojarasca, y le decía: "Quédate con estos mamotretos, que valen más que la vida mía. Por la mañana te traigo plata y me los devuelves".
Los miembros del Grupo de Barranquilla fundaron un periódico de vida muy fugaz, Crónica, que según ellos sirvió para dar rienda suelta a sus inquietudes intelectuales. El director era Alfonso Fuenmayor, el jefe de redacción Gabriel García Márquez, el ilustrador Alejandro Obregón, y sus colaboradores fueron, entre otros, Julio Mario Santo Domingo, Meira del Mar, Benjamín Sarta, Juan B. Fernández y Gonzalo González.
Periodismo y literatura
A principios de 1950, cuando ya tenía muy adelantada su primera novela, titulada entonces La casa, acompañó a doña Luisa Santiaga al pequeño, caliente y polvoriento Aracataca, con el fin de vender la vieja casa en donde él se había criado. Comprendió entonces que estaba escribiendo una novela falsa, pues su pueblo no era siquiera una sombra de lo que había conocido en su niñez; a la obra en curso le cambió el título por La hojarasca, y el pueblo ya no fue Aracataca, sino Macondo, en honor de los corpulentos árboles de la familia de las bombáceas, comunes en la región y semejantes a las ceibas, que alcanzan una altura de entre treinta y cuarenta metros.
En febrero de 1954 García Márquez se integró en la redacción de El Espectador, donde inicialmente se convirtió en el primer columnista de cine del periodismo colombiano, y luego en brillante cronista y reportero. El año siguiente apareció en Bogotá el primer número de la revista Mito, bajo la dirección de Jorge Gaitán Durán.
Duró sólo siete años, pero fueron suficientes, por la profunda influencia que ejerció en la vida cultural colombiana, para considerar que Mito señala el momento de la aparición de la modernidad en la historia intelectual del país, pues jugó un papel definitivo en la sociedad y cultura colombianas: desde un principio se ubicó en la contemporaneidad y en la cultura crítica. Gabriel García Márquez publicó dos trabajos en la revista: un capítulo de La hojarasca, el Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo (1955), y El coronel no tiene quien le escriba (1958). En realidad, el escritor siempre ha considerado que Mito fue trascendental; en alguna ocasión dijo a Pedro Gómez Valderrama: "En Mito comenzaron las cosas".
En ese año de 1955, García Márquez ganó el primer premio en el concurso de la Asociación de Escritores y Artistas; publicó La hojarasca y un extenso reportaje, por entregas, Relato de un náufrago, el cual fue censurado por el régimen del general Gustavo Rojas Pinilla, por lo que las directivas de El Espectador decidieron que Gabriel García Márquez saliera del país rumbo a Ginebra, para cubrir la conferencia de los Cuatro Grandes, y luego a Roma, donde el papa Pío XII aparentemente agonizaba. En la capital italiana asistió, por unas semanas, al Centro Sperimentale di Cinema.
Rondando por el mundo
Cuatro años estuvo ausente de Colombia. Vivió una larga temporada en París, y recorrió Polonia y Hungría, la República Democrática Alemana, Checoslovaquia y la Unión Soviética. Continuó como corresponsal de El Espectador, aunque en precarias condiciones, pues si bien escribió dos novelas, El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora, vivía pobre a morir, esperando el giro mensual que El Espectador debía enviar pero que demoraba debido a las dificultades del diario con el régimen de Rojas Pinilla. Esta situación se refleja en El coronel, donde se relata la desesperanza de un viejo oficial de la guerra de los Mil Días aguardando la carta oficial que había de anunciarle la pensión de retiro a que tiene derecho. Además, fue corresponsal de El Independiente, cuando El Espectador fue clausurado por la dictadura, y colaboró también con la revista venezolana Élite y la colombianísima Cromos.
Su estancia en Europa le permitió a García Márquez ver América Latina desde otra perspectiva. Le señaló las diferencias entre los distintos países latinoamericanos, y tomó además mucho material para escribir cuentos acerca de los latinos que vivían en la ciudad luz. Aprendió a desconfiar de los intelectuales franceses, de sus abstracciones y esquemáticos juegos mentales, y se dio cuenta de que Europa era un continente viejo, en decadencia, mientras que América, y en especial Latinoamérica, era lo nuevo, la renovación, lo vivo.
A finales de 1957 fue vinculado a la revista Momento y viajó a Venezuela, donde pudo ser testigo de los últimos momentos de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. En marzo de 1958, contrajo matrimonio en Barranquilla con Mercedes Barcha, unión de la que nacieron dos hijos: Rodrigo (1959), bautizado en la Clínica Palermo de Bogotá por Camilo Torres Restrepo, y Gonzalo (1962). Al poco tiempo de su matrimonio, de regreso a Venezuela, tuvo que dejar su cargo en Momento y asumir un extenuante trabajo en Venezuela Gráfica, sin dejar de colaborar ocasionalmente en Élite.
Pese a tener poco tiempo para escribir, su cuento Un día después del sábado fue premiado. En 1959 fue nombrado director de la recién creada agencia de noticias cubana Prensa Latina. En 1960 vivió seis meses en Cuba y al año siguiente fue trasladado a Nueva York, pero tuvo grandes problemas con los cubanos exiliados y finalmente renunció. Después de recorrer el sur de Estados Unidos se fue a vivir a México. No sobra decir que, luego de esa estadía en Estados Unidos, el gobierno de ese país le denegó el visado de entrada, porque, según las autoridades, García Márquez estaba afiliado al partido comunista. Sólo en 1971, cuando la Universidad de Columbia le otorgó el título de doctor honoris causa, le dieron un visado, aunque condicionado.
Recién llegado a México, donde García Márquez residiría muchos años de su vida, se dedicó a escribir guiones de cine y durante dos años (1961-1963) publicó en las revistas La Familia y Sucesos, de las cuales fue director. De sus intentos cinematográficos el más exitoso fue El gallo de oro (1963), basado en un cuento del mismo nombre escrito por Juan Rulfo, y que García Márquez adaptó con el también escritor Carlos Fuentes. El año anterior había obtenido el premio Esso de Novela Colombiana con La mala hora.
La consagración
Un día de 1966 en que se dirigía desde Ciudad de México al balneario de Acapulco, Gabriel García Márquez tuvo la repentina visión de la novela que durante 17 años venía rumiando: consideró que ya la tenía madura, se sentó a la máquina y durante 18 meses seguidos trabajó ocho y más horas diarias, mientras que su esposa se ocupaba del sostenimiento de la casa.
En 1967 apareció Cien años de soledad, novela cuyo universo es el tiempo cíclico, en el que suceden historias fantásticas: pestes de insomnio, diluvios, fertilidad desmedida, levitaciones... Es una gran metáfora en la que, a la vez que se narra la historia de las generaciones de los Buendía en el mundo mágico de Macondo, desde la fundación del pueblo hasta la completa extinción de la estirpe, se cuenta de manera insuperable la historia colombiana desde después del Libertador hasta los años treinta del presente siglo. De ese libro Pablo Neruda, el gran poeta chileno, opinó: "Es la mejor novela que se ha escrito en castellano después del Quijote". Con tan calificado concepto se ha dicho todo: el libro no sólo es la opus magnum de García Márquez, sino que constituye un hito en Latinoamérica, como uno de los libros que más traducciones tiene, treinta idiomas por lo menos, y que mayores ventas ha logrado, convirtiéndose en un verdadero bestseller mundial.
Después del éxito de Cien años de soledad, García Márquez se estableció en Barcelona y pasó temporadas en Bogotá, México, Cartagena y La Habana. Durante las tres siguientes décadas escribiría cuatro novelas más y se publicarían tres volúmenes de cuentos y dos relatos, así como importantes recopilaciones de su producción periodística y narrativa.

Varios elementos marcan ese periplo: se profesionalizó como escritor literario, y sólo después de casi 23 años reanudó sus colaboraciones en El Espectador. En 1985 cambió la máquina de escribir por el computador. Su esposa Mercedes Barcha siempre colocaba un ramo de rosas amarillas en su mesa de trabajo, flores que García Márquez consideraba de buena suerte. Un vigilante autorretrato de Alejandro Obregón, que el pintor le regaló y que quiso matar en una noche de locos con cinco tiros del calibre 38, presidía su estudio. Finalmente, dos de sus compañeros periodísticos, Álvaro Cepeda Samudio y Germán Vargas Cantillo, murieron, cumpliendo cierta predicción escrita en Cien años de soledad.
Premio Nobel de Literatura
En la madrugada del 21 de octubre de 1982, García Márquez recibió en México una noticia que hacía ya mucho tiempo esperaba por esas fechas: la Academia Sueca le otorgó el ansiado premio Nobel de Literatura. Por ese entonces se hallaba exiliado en México, pues el 26 de marzo de 1981 había tenido que salir de Colombia, ya que el ejército colombiano quería detenerlo por una supuesta vinculación con el movimiento M-19 y porque durante cinco años había mantenido la revista Alternativa, de corte socialista.
La concesión del Nobel fue todo un acontecimiento cultural en Colombia y Latinoamérica. El escritor Juan Rulfo opinó: "Por primera vez después de muchos años se ha dado un premio de literatura justo". La ceremonia de entrega del Nobel se celebró en Estocolmo, los días 8, 9 y 10 de diciembre; según se supo después, disputó el galardón con Graham Greene y Gunther Grass.
Dos actos confirmaron el profundo sentimiento latinoamericano de García Márquez: a la entrega del premio fue vestido con un clásico e impecable liquiliqui de lino blanco, por ser el traje que usó su abuelo y que usaban los coroneles de las guerras civiles, y que seguía siendo de etiqueta en el Caribe continental. Con el discurso "La soledad de América Latina" (que leyó el miércoles 8 de diciembre de 1982 ante la Academia Sueca en pleno y ante cuatrocientos invitados y que fue traducido simultáneamente a ocho idiomas), intentó romper los moldes o frases gastadas con que tradicionalmente Europa se ha referido a Latinoamérica, y denunció la falta de atención de las superpotencias por el continente. Dio a entender cómo los europeos se han equivocado en su posición frente a las Américas, y se han quedado tan sólo con la carga de maravilla y magia que se ha asociado siempre a esta parte del mundo. Sugirió cambiar ese punto de vista mediante la creación de una nueva y gran utopía, la vida, que es a su vez la respuesta de Latinoamérica a su propia trayectoria de muerte.
El discurso es una auténtica pieza literaria de gran estilo y de hondo contenido americanista, una hermosa manifestación de personalidad nacionalista, de fe en los destinos del continente y de sus pueblos. Confirmó asimismo su compromiso con Latinoamérica, convencido desde siempre de que el subdesarrollo total, integral, afecta todos los elementos de la vida latinoamericana. Por lo tanto, los escritores de esta parte del mundo deben estar comprometidos con la realidad social total.
Con motivo de la entrega del Nobel, el gobierno colombiano, presidido por Belisario Betancur, programó una vistosa presentación folclórica en Estocolmo. Además, adelantó una emisión de sellos con la efigie de García Márquez dibujada por el pintor Juan Antonio Roda, con diseño de Dickens Castro y texto de Guillermo Angulo, a propósito de la cual el Nobel colombiano expresó: "El sueño de mi vida es que esta estampilla sólo lleve cartas de amor".
Desde que se conoció la noticia de la obtención del ambicionado premio, el asedio de periodistas y medios de comunicación fue permanente y los compromisos se multiplicaron. Sin embargo, en marzo de 1983 Gabo regresó a Colombia. En Cartagena lo esperaban doña Luisa Santiaga Márquez de García, en su casa del Callejón de Santa Clara, en el tradicional barrio de Manga, con un suculento sancocho de tres carnes (salada, cerdo y gallina) y abundante dulce de guayaba.
Después del Nobel, García Márquez se ratificó como figura rectora de la cultura nacional, latinoamericana y mundial. Sus conceptos sobre diferentes temas ejercieron fuerte influencia. Durante el gobierno de César Gaviria Trujillo (1990-1994), junto con otros sabios como Manuel Elkin Patarroyo, Rodolfo Llinás y el historiador Marco Palacios, formó parte de la comisión encargada de diseñar una estrategia nacional para la ciencia, la investigación y la cultura. Pero, quizás, una de sus más valientes actitudes fue el apoyo permanente a la revolución cubana y a Fidel Castro, la defensa del régimen socialista impuesto en la isla y su rechazo al bloqueo norteamericano, que sirvió para que otros países apoyasen de alguna manera a Cuba y evitó mayores intervenciones de los estadounidenses.
Tras años de silencio, en 2002 García Márquez presentó la primera parte de sus memorias, Vivir para contarla, en la que repasa los primeros treinta años de su vida. La publicación de esta obra supuso un acontecimiento editorial, con el lanzamiento simultáneo de la primera edición (un millón de ejemplares) en todos los países hispanohablantes. En 2004 vio la luz su novela Memorias de mis putas tristes. Tres años después recibió sentidos y multitudinarios homenajes por doble motivo: sus 80 años y el 40º aniversario de la publicación de Cien años de soledad. Falleció el 17 de abril de 2014 en la ciudad de México, tras de una recaída en el cáncer linfático por el que ya había sido tratado en 1999.
        Hasta aquí la biografía, sacada de internet. El posible lector se merece algo detallado. Continúo con mi relación con Gabo.
        Las cosas, y menos las de la cultura, no nacen por generación expontánea. Llevo más 30 años en Japón. Ultimamente en programas de televisión, no sé en estudios universitarios etc, ¡por fin! se le está haciendo justicia a la Península Ibérica y a Sicilia con respecto al llamado Renacimiento Italiano. Durante años decir que el Renacimiento Italiano tenía sus raices en la Península Ibérica era como insultar a esa gran península que es Italia etc. ¿No habría oscuros intereses económicos al mentir descaradamente con respecto al desarrollo cultural, o era sólo una estólida posición gracias al desconocimiento imperante?
        Tampoco esa explosión del realismo mágico o como quiera llamársele es expontánea. Desde España llegó a América la novela, El Lazarillo, El Quijote, los romances, la poesía popular, es decir toda la cultura de la época. España sigue subiendo hasta, más o menos, 1680, año en que muere Calderón. Después hasta la época de Clarín, el romanticismo tardío de Bécquer o Rosalía de Castro entra en un letargo invernal. Pero al otro lado del charco se está dando una, quizás la palabra revolución sea exagerada, pero la vamos a usar, una revolución en el idioma. El conglomerado llegado de España, la llegada de la literatura inglesa , norteamericana más las leyendas indias, los Cronistas de Indias y la inteligencia de los escritores de la época, van creando un ambiente que va a terminar por influir en la Península Ibérica. Recuerden que la resurrección de la poesía en español en el siglo XX vendrá de la mano del guatemalteco Rubén Darío, y más autores que andaban por allí.
        Lo mismo ocurre en la prosa. Soledad, de Bartolomé Mitre, Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde, María de Jorge Isaacs, Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, son solo algunos de los ejemplos de las novelas que preparan el camino ya en el siglo XIX. Valle Inclán creará un tipo de dictador en México, Tirano Banderas, que será modelo para los dictadores literarios y menos literarios de la literatura hispanoamericana.
        El siglo XX en Europa es una explosión de “ismos” que dejarán también su huella en las obras americanas, sin ningún tipo de imitación barata. El descubrimiento y la traducción de Popol Vuh desde el francés al español por Miguel Angel Asturias, descubriéndole la maravilla de la literatura kiché, literatura mágica, simbólica, origen claro de las Leyendas de Guatemala abre el camino a la gran explosión de los años sesenta, el llamado boom de la literatura hispano americana, cuya vida no fue un camino de rosas precisamente, ya que como ocurre con todas las envidias, se dice, fue un montaje comercial llevado a cabo por las editoriales y representantes barceloneses, Carmen Ballcells y Carlos Barral a la cabeza. La ignorancia y la envidia son atrevidas.
        España languidecía , América iba para arriba, los años 60 del siglo XX fueron el siglo de oro de la literatura en Hispano América y la resurrección del idioma, español o castellano, me da igual.
        Llegamos a la obra de García Márquez. Para decirlo todo, ya estando en España, y después durante un tiempo en Japón, me impuse no leer nada de literatura de la América en español. La razón muy simple: El día sólo tiene 24 horas y sólo con los temas de España falta tiempo, pero...... eso es imposible de mantener y menos si se hace en Japón. Muchas o todas las obras de los grandes de H. América están traducidos en japonés, y en las clases la gente pregunta.
¡Tierra trágame! Había que buscar tiempo para compaginar la lectura sobre España, sobre H. América y sobre Japón, en español, francés y japonés...... Ni con 48 horas al día es suficiente. Pero con paciencia y una cañá se llega lejos. A no rendirse.
        En Japón , en el centro en donde trabajo durante más de 20 años hemos mantenido una tertulia en la que se hablaba de todo...... y mucho de literatura H. Americana, y hemos mantenido un cine forum en el que muchas películas con guión de Gabriel García Márquez han sido vistas.
        Aquí pongo las obras, no sé si completas que da Wikipedia de nuestro autor. Pondré un sí, al lado de las leidas.

Obra
Como se puede ver, bastantes. Existe la posibilidad de equívoco debido al tipo de edición etc. pero creo que no será muy diferente a lo señalado.
¿Cómo estando en Japón se puede llegar a leer tanto en español?  Bien, hay varios factores. Conocidos colombianos que te prestan libros, conocidos o amigos que trabajan en diversas universidades que sacan prestados y te los dejan durante un par de semanas y, en mi caso especialmente, y quiero hacer un homenaje con ello a la Universidad Municipal de Yokohama, el hecho que cada año concediera una cantidad de dinero para libros que yo era el encargado de elegir. Creo que puedo decir que todos los libros de Gabriel García Márquez de la biblioteca de dicha universidad los elegí yo.
En la pantalla
Como yo no podría completarlo mejor, voy a dejar aquí el artículo de Wikipedia sobre el cine y GGM. Sólo añadiré entre paréntesis un (Si) a las películas vistas en el cine forum del que era encargado durante al menos quince años.
García Márquez desarrolló un interés particular por el cine y la televisión, participando como guionista, mecenas y permitiendo la adaptación de su obra. Ya en su etapa juvenil en Barranquilla, conjuntamente con el pintor Enrique Grau, el escritor Álvaro Cepeda Samudio y el fotógrafo Nereo López, participó en la realización del cortometraje surrealista La langosta azul (1954).[]
Posteriormente, en los años cincuenta, estudió la carrera de cine en el Centro Sperimentale Di Cinematografia de Roma, teniendo como condiscípulos al argentino Fernando Birri y al cubano Julio García Espinosa, que más tarde serían considerados fundadores de la llamada Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Estas tres personalidades han declarado en reiteradas oportunidades el impacto que supuso para ellos ver la película Milagro en Milán de Vittorio de Sica, así como también asistir al nacimiento del neorrealismo italiano, tendencia que los hizo vislumbrar la posibilidad de realizar cine en América Latina siguiendo las mismas técnicas. Es preciso anotar que esta estancia en Roma sirvió para que el escritor aprendiera varios de los entresijos que comporta el quehacer cinematográfico, en tanto y cuanto compartió largas horas de trabajo en moviola al lado del guionista Cesare Zavattini. Este particular afinó en García Márquez una precisión cinematográfica a la hora de narrar con imágenes, que más tarde usaría como parte de su trabajo en México, D.F.. García Márquez presidió desde 1986 la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, que tiene sede en La Habana.
Se tiene conocimiento de que muchas obras cinematográficas mexicanas de los años 1960 fueron escritas por García Márquez, quien al igual que muchos intelectuales de la época firmó los guiones con seudónimo. Memorables son, en todo caso, El gallo de oro (1964), de Roberto Gavaldón,[53] y Tiempo de morir (1966)(SI), de Arturo Ripstein. La primera, basada en el cuento homónimo de Juan Rulfo, coescrita junto con el propio autor y el también escritor mexicano Carlos Fuentes, fue protagonizada por Ignacio López Tarso, Narciso Busquets y Lucha Villa, y fotografiada por el insigne Gabriel Figueroa. La segunda, western filmado inicialmente por Ripstein, tuvo su secuela casi veinte años más tarde bajo la tutela de Jorge Alí Triana.
Además de las tres películas citadas, entre 1965 y 1985, García Márquez participó directamente como guionista en los siguientes filmes: En este pueblo no hay ladrones (1965), de Alberto Isaac; Juego peligroso (segmento "HO") (1966), de Luis Alcoriza y Arturo Ripstein; Patsy, mi amor (1968), de Manuel Michel; Presagio (1974), de Luis Alcoriza; La viuda de Montiel (1979), de Miguel Littín; María de mi corazón (1979)(SI), de Jaime Humberto Hermosillo; El año de la peste (1979), de Felipe Cazals (adaptación del libro de Daniel Defoe El diario de la peste), y Eréndira (1983)(SI), de Ruy Guerra.[]
En 1975 R.T.I. Televisión de Colombia produce la serie televisiva La mala hora dirigida por Bernardo Romero Pereiro, basada en la novela homónima de García Márquez y transmitida en 1977.[]
En 1986, conjuntamente con sus dos condiscípulos del Centro Sperimentale di Cinematografía, y apoyados por el Comité de Cineastas de América Latina, funda la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños en Cuba, institución a la cual le dedicará tiempo y dinero de su propio bolsillo para apoyar y financiar la carrera de cine de jóvenes provenientes de América Latina, el Caribe, Asia y África. A partir del año siguiente, en dicho centro se dedicará a impartir el taller «Cómo se cuenta un cuento», fruto del cual salen innumerables proyectos audiovisuales, amén de varios libros sobre dramaturgia.
En 1988 se produjeron y exhibieron: Un señor muy viejo con unas alas enormes, (SI)de Fernando Birri, con Daisy Granados, Asdrúbal Meléndez y Luis Ramírez; Milagro en Roma, (SI)de Lisandro Duque Naranjo, con Frank Ramírez y Amalia Duque García; Fábula de la bella palomera, (SI)de Ruy Guerra, con Claudia Ohana y Ney Latorraca, y Cartas del parque, (SI)de Tomás Gutiérrez Alea, con Ivón López, Víctor Laplace, Miguel Paneque y Mirta Ibarra.
En 1990, García Márquez, viajó a Japón, haciendo escala en Nueva York para conocer al director contemporáneo cuyos guiones más admira: Woody Allen. La razón de su viaje al país oriental es la de encontrarse con Akira Kurosawa, en ese momento rodando Los Sueños de Akira Kurosawa, interesado en llevar a la gran pantalla la historia de El otoño del patriarca, ambientado en el Japón medieval. La idea de Kurosawa fue totalizadora, incrustar toda la novela en el celuloide sin importar el metraje; infortunadamente, para esta idea no existió posibilidad de financiación, y el proyecto quedó en eso.
En 1991, la televisión colombiana produce María, la novela de Jorge Isaacs, adaptada por García Márquez junto con Lisandro Duque Naranjo y Manuel Arias.
En 1996 se presentó Edipo Alcalde, adaptación de Edipo rey de Sófocles hecha por García Márquez y Estela Malagón, dirigida por Jorge Alí Triana, y protagonizada por Jorge Perugorría, Ángela Molina y Paco Rabal.
En 1999, Arturo Ripstein filma El coronel no tiene quien le escriba, protagonizada por Fernando Luján, Marisa Paredes, Salma Hayek y Rafael Inclán.
En 2001 aparece Los niños invisibles, de Lisandro Duque Naranjo.
En 2006 se rodó El amor en los tiempos del cólera,(SI) con guion del sudafricano Ronald Harwood y bajo la batuta del director británico Mike Newell. Filmada en Cartagena de Indias, los personajes son encarnados por Javier Bardem, Giovanna Mezzogiorno, John Leguizamo, Catalina Sandino y Benjamin Bratt.
En marzo de 2010, y en el marco del Festival Internacional de Cine de Cartagena, se estrenó la versión fílmica de Del amor y otros demonios, coproducción entre Colombia y Costa Rica dirigida por la costarricense Hilda Hidalgo.
Memoria de mis putas tristes, coproducción entre Dinamarca y México, dirigida por el danés Henning Carlsen y con la adaptación cinematográfica a cargo del francés Jean-Claude Carrière iba a ser filmada en el 2009 en el estado de Puebla, pero se suspendió por problemas de financiación al parecer por una polémica motivada por el tema []por la amenaza de demanda de una ONG calificando la novela y el guion como apología de la prostitución infantil y pederastia.[] Finalmente, la película fue filmada en secreto en la ciudad de San Francisco de Campeche (México) en 2011, protagonizada por Emilio Echevarría y se estrenó en 2012.[]
        Desgraciadamente no he visto esta última película, Memoria de mis putas tristes. He leido, creo que dos veces, la novela. A alguien se le ocurrirá pensar que si soy un maniático de la pederastia. Entonces yo respondería, ¿ha leido usted La casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata también Premio Nóbel de Literatura en 1968, creo recordar? Seguramente la respuesta sería no. Lean a Kawabata y después a Márquez y encontrarán el gran homenaje literario que el hispano hace al japonés, pero como la estupidez no tiene fronteras..... ambos se estarán riendo de lo lindo allá donde se hayan encontrado.
El subtítulo, como el aire, lo dice todo. Gabriel García Márquez ha estado y seguirá presente en mi vida como opinaba Pablo Neruda de Cien años de Soledad, la mejor novela después del Quijote. El mejor escritor, después de Cervantes. Sin menosprecio hacia otros autores, realizo la lectura de Gabo como hablo con un amigo, con otros autores, siempre, a pesar de gustarme hay algo de reticencia. En fín, cada cual tiene sus gustos. Les recomiendo leerlo, no más.....
es.wikipedia.org/wiki/Gabriel_García_Márquez
Jose Luis Sánchez Ferrer : El Realismo Mágico enla Novela Hispanoamericana.
Miguel Fernández Braso : La soledad de Gabriel García Márquez.
José Donoso: Historia personal del “Boom”
Gran Enciclopedia de España y América:  Tomo VIII Literatura y prosa.
  Biblioteca 5º Centenario (Espasa Calpe-Argantonio)
Colección Córdoba. Diario Córdoba-Caja Sur
Especial Gabriel García Márquez. Diario El País.
Literatura Hispanoamericana : Del Modernismo a nuestros días. Joaquín Marco

  Colección Austral  A.17  Espasa Calpe M. 1987