lunes, 22 de octubre de 2018

CUADERNO DE M,-M. (Las cosas como vienen)


26
Baladilla de los tres ríos

Granada ¿ Agua oculta que llora? ¿Lorca, Soto de Rojas? No importa. El agua de los ríos granadinos es agua triste porque es agua dependiente del gran río, del Guadalquivir.
Los ríos de Granada no van solos hacia la muerte. No tienen voluntad de vida. Su muerte en el mar depende siempre de los humores del Guadalquivir.
Hermosa metáfora de la dependencia de la ciudad, de la dependencia de sus gentes, de sus aguas de lo que viene de fuera. Por eso en el fondo, a pesar de su aparente alegría, Granada es triste. Agónicamente triste. Drama que empieza en la guitarra y termina en Soledad Montoya.

27
Para tu libertad
( A 10 mil metros de altura)

No hay indicadores , pero leer el poema de Lorca, La pena negra, es un lujo especial. Soledad, sola, bajo un cielo luminoso, el corazón solo , triste, de tristeza de agonía, de dolor. ¿Qué produce ese dolor? En la relación dialéctica entre hombre y mujer tal vez se podría decir que el hombre hace sufrir y deja sola a Soledad. ¿Pero es eso lo que dice Lorca? No, definitivamente no. Es un símbolo de los gitanos como representantes primitivos del ser humano.
Creerse el poema tal como está es demasiado tópico romántico, en su versión , menos interesante. Soledad puede representar a cada uno de nosotros, también al poeta. ¿La cueva de Platón? Vamos en busca de la luz. En esa búsqueda , el cuerpo como tal, su carga de sensualidad, de sexualidad, de necesidad físico síquica se va pudriendo en las tinieblas de la soledad. Soledad busca el sol, busca la luz. Cada vez me gusta más ese con flores de calabaza
la nueva luz se corona.
Allá por el Sacromonte, allá por los Montes de Sierra Nevada, una luz amarilla, la de la tarde fue rosada, va indicando el camino para salir de las sombras. La purificación del sentimiento, como se purifica el agua , llevará al espíritu de Soledad Montoya, de todas las mujeres solas, de todos los hombres y mujeres hacia la Luz de la Verdad humana, hacia la luz de la felicidad, como sería mi más ferviente deseo.
28
Alturas de Aguila
Para contemplar
Allá abajo
A Graná.

29
Tu voz, niña mía,
Huele a jazmín
Me produce alegría
Me hace feliz.
Tu voz,
Canto de los pájaros
De la mañana
Arrulla mis sueños
Mece mi alma.
Tu voz,
Niña mía,
Me hace feliz.

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TORRE MEZQUITA
Desde los arcones del tiempo
Cartas llegan
Hablan de tiempos lejanos,
De tiempos presentes
Y de un futuro
Lleno de la alegre luz de la felicidad.
Tú,
Erguida, orgullosa
Cual torre milenaria,
Crisol amoroso de la vida.
Junto a ti la fuente
De las abluciones ,
El árbol de Minerva
Y el sentimiento sempiterno
De aquel Don Antonio
Que por amor sufriera.
Desde los arcones del tiempo
Cartas llegan.

31
Desde este patio rico en años, sangre y luz, dolor y alegría, el mundo se ve.
El tiempo que fue, que es y será. Es el centro del mundo.
Desde ese mundo nuevo creado por la mezcolanza, hasta el oriente nunca
bien conocido.
Alá , el Cristo, Buda, todos juntos dialogan en buena compañía. Sólo los hombres
cometen siempre los mismos errores.

32
Desde el fondo de tu alma
Me llamaste
Y acudí
Al rayo de luz de tu sonrisa.
A ti, digna de amor,
Mujer,
Bálsamo de la vida,
Luz celeste.

33

Cuando la oscuridad invade
El corazón
Sólo la palabra ilumina
El alma.


34
ABRAZO

La guitarra canta
Por la Ribera del Darro
Soledad Montoya
Lucha por liberar
Su corazón encadenado.

35
El corazón se apretó
Como la cal aprieta
La tierra de las paredes.
Las paredes, albas,
Ganan en belleza,
El corazón se desgasta.


36
Ansiedad de espíritu
Invade mi ser
Palabra distante
Bálsamo
Hasta el amanecer.


37
Tu sonrisa
Iluminó
El sol de la mañana
Cuando salió.

38

La mañana
Se hizo tempranera.
La sonrisa en los labios
A sabor de miel.
Las manos buscando
Los perfiles de tu piel.
Suavidad en las curvas
De tu cuerpo
Corrí las praderas
Inmensas del sueño.
La mañana
Se hizo tempranera
Brotó una sonrisa
A ti dirigida.

39

I
Quiero disfrutarte”

La oscuridad arrasa
la claridad del alma.
Pozos sin fondo
una salida ansían.
Desinteresada mano
una escalera avanza.
Las pozas del dolor
pasan página.

II

La oscuridad
una salida ansía.
Pasar página.

40

El canto del agua
abre
la flor de tu sonrisa.
Rosado corazón
esclarecido
por un sol
geminado de perfumes.
Jardín del amor
en la mañana.
Alegría del corazón.
Todo deseo.

41

La luna vino al jardín
a refrescarse la cara.
La carita de la luna
era la de mi serrana.
La luna vino al jardín
a refrescarse la cara.

42
De nuevo la palabra
iluminó
los recodos oscuros
del corazón.
La palabra consiguió
convertir en energía
la desesperación.


43
Los ríos del sentimiento
encauzados van.
Pantanos que detienen
la libertad de ser.
Algún día se romperán.

44
Granada
terminó por conquistarse.
La Alhambra,
corona de la Vega,
fértil,
abierta al mundo
y su sonrisa.
Granada,
siempre triste,
terminó por conquistarse.

45
¿Y después?
El llanto.
Pero un llanto liberado,
agua pura de la sierra.
Llanto del amor amado.
La soledad se murió,
nace el camino rosado,
un camino nunca pisado.
Tropiezos y más tropiezos,
cada uno levantado
sobre un sentimiento nuevo
nunca antes desbrozado.


46
AL HILO DEL “COLLAR DE LA PALOMA”
DE IBN HAZAM DE CÓRDOBA


Niña mía
tu corazón
nunca lo hieras
porque en lo más profundo
el mío llevas.

47
Niña mía
mi corazón
nunca lo hieras
porque en lo más profundo
el tuyo encuentras.

viernes, 12 de octubre de 2018

SALIERON RANA


Rey es el amor,
Y el dinero, Emperador.
(Refrán castellano)

Las ranas siempre protestaban. Querían, pedían, exigían dulzura, buen trato, ayuda, actitud positiva hacia ellas por parte de los sapos. Los sapos, según las ranas, eran brutos, fríos, distantes, orgullosos. No las escuchaban. Cuando había dos o tres ranas croando, se marchaban... Eran sordos a las súplicas de las pobres ranas.
Un día entró en una ranería. Estaba cansado de trabajar y quería solazarse un poco. Pidió un vaso de ranito sin azúcar y se dispuso a tomárselo mientras su mente intentaba alejar de si todo lo que fuera mal sabor de boca o malas ideas.
A su lado dos ranitas. Ya no eran renacuajas, pero se conservaban bien, aunque no llamaran especialmente la atención.
Los aires de la conversación de las ranas le entraban por el oeste. Era difícil hacer oidos sordos cuando la voz subía y bajaba contínuamente. Parecía una confesión en toda regla de la ranita mayor a la menor, pero en su la forma de hablar era como si quisiera la confesadora que todo el mundo se enterara. La escuchadora tenía cara de bobalicona, pero le llevaba bien la corriente.
- Ya con treinta y tantos castañazos lo que hay que pensar es en asentar la ranura. Pero tiene que ser con un sapo al que se le pueda respetar, porque a uno que no se pueda respetar, ni en pintura. Pero eso sí, tiene que ser amable conmigo y dejarme hacer lo que yo quiera. No importa tanto su figura, si pesa un kilo o dos de más. Pero debe tener una buena posición y si tiene posibilidades de ascender, mejor que mejor. Así, si yo decido dejar de trabajar, puedo hacerlo. De lo contrario, no. Un sapito que sólo trabaja temporalmente, ni hablar. En ese caso una tiene que trabajar, pero eso, te lo juro por mi ranura, si la quiere, que me alimente.
- ¿Y te gustaría vivir con sus padres?
- ¿Pero tú estás giliranada, chica? Ni hablar del peluquín. Ellos allí y nosotros aquí. Y la casa tiene que ser grande, no esos cuchitriles en los que hasta ahora he vivido. No, no y no. Y además con troncorano para cuando
salgamos juntos poder presumir una, que ya tiene una bastante con ser rana. No en esos trenes arrempujaos que te tocan los sapos lo que quieren y no puedes ni pegarle un sopapo en la cara. No, con coche a la última moda.
El sapo de nuestra historia se fijó en la cara de la bobalicona. Una cara que podía expresar mil cosas al mismo tiempo. Tú habla, que mientras me pagues lo que tome, te escucho. Será zafia esta escuchimizá, pero de qué está hablando con los tiempos que corren....
Nuestro sapo veía luciérnagas en la noche, creía estar alucinando. En otra mesa, frente a él, otro sapo leía el sapódrico. Levantó la cabeza y sus ojos se encontraron. Hicieron un movimiento de cabeza en señal de decir que sí estaban escuchando, que les estaba impresionando la conversación.
A los sapos, durante siglos, les habían inculcado que las ranas eran suaves, dulces, amables y un sin fin de adjetivos que les habían frenado en sus acciones frente a ellas. Los que no cumplían con esa etiqueta no entraban dentro de la categoría de caballeros sapo. Quizás aquella rana era una excepción, pero puestos a ser sapilantes, estaba claro que las ranas podían llegar a un punto en el que no había retorno. Desde luego aquella rana había salido idem.

martes, 2 de octubre de 2018

RIOS DE ALCOHOL


La estación estaba concurrida. Durante un par de meses se había notado un cierto vacío. Los estudiantes habían vuelto a sus casas dejando en el aire el hueco de su existencia.
Al volver a casa, el guirigay que montaban los jóvenes ensordecía todo cualquier ruido, por muy fuerte que fuese el motor de los coches que
pasaran raudos por la carretera.
En un rincón, dando arcadas, una jovencita vaciaba su ser como las nubes diluviaban en tiempos de tormenta. Fétido olor a mezcla de alcohol y comidas fuertes para estómagos delicados.
- ¡Aaaaahhhh!-, suspiró, dejando en el aire un sentimiento de desilusión y tristeza.
Siempre había sentido un enorme respeto por la mujer, por lo que le habían inculcado sobre su delicadeza, por saber mantenerse lejos de las actitudes estúpidas del macho agresivo y depredador.
- Si no bebes no eres hombre. Actitud que siempre le había repateado los hígados. Desde cuando chiquito vió una y otra vez a su abuelo tirarle los platos de sopa caliente a la cabeza de la abuela.
Ya iba siendo tiempo de empezar a enseñar a beber , de disfrutar de la bebida y saber controlarse. Ese soltarse el pelo de la mujer, de las chicas jóvenes en nombre de una errática interpretación del sentido de igualdad, le dolía en el alma. En su opinión, no se daban cuenta de que caían en el mismo error que durante siglos había cometido el macho.
Claro que decir eso abiertamente era políticamente incorrecto y tendría que conformarse con mirarlas, si no con desprecio, al menos con compasión. Abrir la boca serviría para ser ametrallado con un :”Nosotras también tenemos derecho”. No lo dudo, pensaba. Pero ser estúpido o no estaba por encima de todos los derechos.
Pero no era eso lo que más le apenaba. En los recodos de su alma, cada vez que veía a una chica borracha perdida, no tenía otra palabra, se removía la imagen de un viejo amor. De un amor que se fue sin llegar a dar sus frutos, habiéndosele quedado clavado en el corazón sin haber podido arrancárselo.
Cuando los vientos del cambio se iban produciendo, cuando las jóvenes compartían todos los aspectos de la vida social con el hombre, allá en su ya lejana juventud, su amor levantaba demasiado el codo. A pesar de todos los avisos y consejos terminó siendo una alcohólica empedernida. Cuando se quiso dar cuenta, la cirrosis se había apoderado de su cuerpo y ni con un gotero puesto las veinticuatro horas del día hubo forma de poder recuperarla.
Se fue. Se fue por una simple cabezonada femenina de competidora absurda. A veces la había odiado, camino del olvido, pero se le había metido tan hondo que sólo podría quitarse la espina en una próxima reencarnación. No era prohibicionista, pero consideraba que las cosas buenas de la vida no se solucionaban a base de paraisos artificiales. La soledad del alma sólo se curaba encontrando otro alma gemela, aunque su unión fuese imposible en esta vida.

CODA POETICO ALCOHOLICA
La luz se hace,
ilumina las cerradas
habitaciones,
ilumina los corazones.
En el aire
olor a vino rancio
expande
la soledad resucitada.
¿Dónde está?
Por los pasillos,
por las moquetas,
ríos de alcohol
de siglos corren.
Lo que fue
ya no es.
Desapareció
entre tinieblas
de alcohol.
Quiso buscarla,
no la encontró.