martes, 22 de agosto de 2017

RECONCILIACIÓN

RECONCILIACION
仲直り(NAKANAORI

La noche estaba congelada.Parecía un témpano de hielo del Polo Norte. Afortunadamente no hacía viento, pero parecía que el frío del aire rebotaba en el asfalto y subía por los pies hasta congelar las piernas.
Habían llegado a la estación. Bajaron del tren y salieron de la misma. Se tardaba entre diez y quince minutos en llegar a casa, según la velocidad que se le imprimiera a las piernas.
Regresaban de un concierto del que habían comprado las entradas dos meses antes. Había sido lo sufientemente caro como para, a pesar de su situación personal, no poder ni querer desperdiciarlo. En realidad ninguno de los dos hubiera querido ir.
Todavía traían cara de pocos amigos. Sobre todo ella, que se sentía maltratada en su feminidad por la estupidez de los hombres.
El había escrito un poema crítico hacia las más caras de las máscaras femeninas. En ningún momento había querido estar en contra del maquillaje femenino, pero a veces sentía que pretender solamente pasar por la vida presumiendo de inteligencia cuando a veces no existía, y viéndose admirada por hombres que sólo querían muñequitas a su lado, le repateaba el hígado, tanto por la parte femenina como por la estupidez masculina.
El comentario de alguien , comentario, ciertamente, machista o simplemente estúpido, de quizás uno de aquellos recolectores en potencia de muñequitas Barby, la había sacado de sus casillas. Ella tenía razón, él también, pero en planos distintos. Esa había sido la absurda causa de su desencuentro.
Al salir de la estación se dirijieron hacia la izquierda. Aunque había iluminación, no era tan fuerte . El cielo se veía resplandeciente de estrellas. Hacía tiempo que no tenía tantas estrelllas y luceros.
-¡Guau!, exclamaron a un tiempo. Se miraron y una sonrisa empezó a aflorar en la boca relajando el hasta entonces rictus severo que llevaban.
-¡Qué frío!-, dijo ella colgándose del brazo de él.
-¿Qué haces?-, respondió él con cara seria pero con ojos que se diría de cordero que estaban a punto de degollar.
- Cogerme a tu brazo.
-¿Y eso?
-Tengo frío.
-Pues si tienes frío te aguantas, que ya bastante me has hecho pasar mal con tus malos humores.
-¡Tengo frío! ¡Tengo frío! ¡Tengo frío! -, fingió ella como un niño chico, aunque era cierto que el frío se le colaba por las rendijas del alma.
-Va, va, va..... Ya está, mira, aquella pareja está mirando. Bueno, te está mirando. Estarán pensando que ya somos más que mayorcitos como para actuar así, para montar tanta escandalera.
-¿Y? -, pregunto ella con carita de gatito legañoso.
-¡Ja,ja,ja.!-, él no pudo contener la risa.
-Ven aquí, cielo. Ven aquí. La arrebujó contra su costado derecho y le pasó el brazo por los hombros, después lo bajó hacia la cintura para pegarla más a él. Al final, cuando la oscuridad de la calle se hizo más profunda y no se veía a gente, él bajó la mano y le magreó el trasero.
-Ah, sí, sí, sí... que está muy frío -, decía ella riendo.
-Vamos a darnos prisa que nos vamos a quedar como dos polos.
-Sí, tú de naranja y yo de limón-, recalcó ella.
-Pero si a tí no te gustan las naranjas, replicó él.
-¿Cómo que no? De naranja y chocolate.
-Oh, lalá, qué fuerte.....
-Más exquisito....
-Y tú de limón para acibarme las entrañas. Eres mala, ¿eh?
- No, puso cara de hacer pucheritos. Soy una bruja, brujita, embrujadora de tontos, tontitos como tú.
-Anda, manda cojones. Ahora tonto y todo.
-Sí, por no haberte fijado antes en mí. ....
-Mea culpa, confieso mi pecado. Creo que en aquel entonces ya necesitaba gafas en la mente, pero como eras una Pulgarcita, no te veía bien.
- ¡Pulgarcita! Párate ahí, párate.
El hombre, un poco sorprendido, se paró y ella se enfrentó a él, se lanzó entre sus brazos y lo besó con un beso de hielo nocturno entremezclado con miel que le hizo levantar el ánimo que había, habían tenido, por el suelo por culpa de la dichosa foto de facebook.
-Oye, oye, oye, que la pilila no me la encuentro , se ha muerto del frío que hace.
-No, no,no, amor, a casa a darnos un baño reconfortante....
Llegaron a casa a toda prisa.
-Guapetona, dúchate, báñate, caliéntate mientras yo preparo algo para cenar.
- Que no, que yo lo hago ya en un momento.
- Oye, ¿tú no prometiste un día hacer todo lo que yo te dijera?
-¿Sí? ¿Prometí yo eso? Bueno, si tú lo dices. Bien, bien, me baño primero porque tengo congelado el moño.
-¿El coño?
-Viejo verde de las narices, el moño, el moño.
-¡Ah, pues habla claro, leche!
-¡Otro castigo! Ahí de rodillas -, al ser él más alto que ella, al estar de rodillas los términos venían a emparejarse o incluso ella ser un poco más alta. Se acercó y lo besó con la mayor de las dulzuras.
-Ah, más, más, más castigo. Cástigame más, por favor....
-Sí, levántate y prepara la cena, cachondo mental.
-Y tú al baño.
Ella se metió en el cuarto de baño, se desnudó y dejó su piel, hermosamente achocolatada, a merced del agua caliente que le iba reconfortando hasta las profundidades del alma
El, mientras tanto, cortó unas rodajas de salchichón, unos trozos de queso, pan para tostar. Preparó una ensalada muy sui generis y una tortilla francesa de media docena de huevos. Sacó una botella del mejor vino. De postre preparó helado de chocolate, con el que curiosamente se podría decir que la había seducido, y unos trozos de turrón casero del pueblo de Instinción en la provincia de Almería. Un pueblecito pegado a las faldas de la Sierra Nevada de Almería. Un turrón con perfume y sabor alimonado que aunque de aspecto realmente rústico, a él le pareció el turrón más rico que había comido en años a pesar de la fama de otros, también buenos turrones.
Recordó aquel vino en botella reciclada de un mesón toledano. Un vino de barril. El no bebía mucho, pero con las maravillosas papas a lo pobre del mesón casi se tomó un litro de vino. Lo bueno es bueno ahí donde se pusiese.
Ella salió empijamada del baño.Un pijama que daba calorcito, de color rosado y una bata y chanclas del mismo color.
-Uffff, qué rica estaba la ducha.
-Pues ahora a comer.
Brindaron, tomaron un trago de vino y en amor y buena compaña se comieron todo lo que él había preparado.
El , una vez acabado, se sentó en el sofá, se arrebujó en el brasero mientras ella recogía la mesa. Cuando terminó apagó todas las luces , menos una del salón. Puso un CD de música para enamorados y se arrebujó a su lado.
El estúpido enfado que habían tenido les produjo mucho cansancio. Se miraron, se besaron con lentitud tan lenta que se quedaron dormidos en el beso con los labios pegados.
Cuando se dieron cuenta eran las tres de la mañaña. Se levantaron y se fueron hacia el dormitorio. El se cambió de ropa, se puso un pijama y se metieron en la cama.
-¡Qué fría!-, dijo ella.

-Ven acá cordera, dijo él y la abrazó con tal fuerza que el calor más profundo de su corazón le traspasó la piel para llegar a calentar hasta la médula del sentimiento. El enfado había terminado en reconciliación. La mañana se levantó espléndida y....., pero esa es otra historia. 

sábado, 12 de agosto de 2017

PALABRITAS DE AMOR II

PALABRITAS DE AMOR

II




21

Palabritas de amor
las que tú dices
llenitas de fuego
van las raices
de tu cuerpo
ay
de tu corazón.





















22

Laberinto
de la Soledad
dijo el poeta.
Y tenía razón.
La vida
la añado yo.






















23

Amor,
conjunción de soledades.
Amor,
instante envenenado,
aguijón de la muerte.
Vacío.
Nada.





















24

¡Qué pena sentirse vacío!
¡Qué pena sentir la sangre
yéndose
por los corredoresdel deseo!
¡Qué pena de clavo
para nada!






















25

Loco pensamiento
¿a dónde vas?
No te metas en belenes
que no has de comprar.
Loco pensamiento,
dime,
¿a dónde vas?





















26

Cuando el amor
es una exigencia
el Infierno
está a las puertas
de la casa.























27

Amorcitos bonitos
van por el aire
cantando sus sueños
no escucha nadie.
Amorcitos bonitos
van por el aire.






















28

El día que tú te fuiste
murió todo para mí.
Hoy vienes sonriente
yo no te conozco a ti.
























29

El día se levanta
por entre las oscuras nieblas
de un deseo sin razón.
Los montes, fría cara de la luna,
dicen la serenidad del sueño.























30

El corazón
muerde el bocado
de la razón.
Los ríos,
alma inundada,
vuelven a su cauce.






















31

Aquí frente a frente
la vida enseña
su cara más amable.

























32

A veces
el Infierno
es el camino más corto
para llegar al cielo.
























33

Amargo
como el mar,
tiempo de espera.
Castillo que se deshace,
suicidio amoroso
en tu sangre.
Amor.




















34

¡Qué pena!
¡Tan cercana
y tan lejos,
rosa temprana!
¡Qué pena!
¡Bálsamo del dolor,
puñalada de mis venas!






















35

Las niñas de mis ojos
te van buscando
encuentran el vacío
entre sus manos
redondas
de miel y sombra.






















36

Por las puertas del sueño
tú te apareces,
lanzando flores y besos,
te los mereces.
Corazones al aire
van caminando,
por las puertas del sueño
tú te apareces.




















37

Alegría de tu cuerpo
en mi sonrisa.
Danza el corazón
al compás alegre
de tus caricias.
Abracitos en el alma,
primavera temprana,
quien pudiera besarte
cada mañana.



















38

Impaciencia de tu sangre
sombra certera
corazón que se muere
soledad primera.
Niña traviesa
aprende y espera
el Amor no es tan loco
como aparenta.




















39

Camino de la fuente
van las mozuelas
buscando miradas
que las diviertan.
Las pobrecillas
cuando amor pretenden
nadie las quiere.
Ay, María Manuela
y tú te zurces
ay, que la camisa
con que te cubres.

















40

Cuando me abrazas,
rebosante de amor,
yo.
Tú me contemplas,
delicado corazón,
Inflamándome voy
fundida de ti,
rozo los confines
del firmamento,
yo.
Tú transformándote
en un campo florido,
manto de amor.








miércoles, 2 de agosto de 2017

GETABAKO

GETABAKO
(Zapatero. Mueble de los zapatos)
(Getabako, leido Guetabako)

-¡Maldita sea tu estampa, niño! ¿No ves que estoy fregando? ¿Por qué no te limpias los pies antes de entrar?
¿Quién no ha oído esta regañina más de una vez de su madre o hermana en el supremo momento de la limpieza diaria? ¿Qué le diría, en tal caso, una madre o hermana japonesa? Pues, seguramente, nada, porque, sencillamente, en el momento de entrar en una casa japonesa usted debe cumplir con el sublime rito de quitarse los zapatos, subir un escalón y ponerse unas zapatillas, colocando a posteriori sus zapatitos en el getabako o dejándolos ordenados en el zaguán de la casa.
¿Y esto por qué, se preguntará usted? Bueno, vea usted sus costumbres y se dará cuenta de que muchas veces las casas occidentales dan la impresión de ser una prolongacion de la calle. Pasillos que dan a las habitaciones individuales, donde uno puede ser el rey mientras que en el comedor, lugar de todos, el no llevar zapatos puestos puede convertirse en el culmen de la mala educacion.
Pero también podemos pensar que en Europa, metamos a todos, la caza, el pastoreo, las contínuas luchas y divisiones de paises han sido una tradicion constante. Todo ello pudo permitir e hizo necesario el uso del "zapato" como medio mas práctico para correr y no hacerse polvo los pies. ¿Y esto no ha sido así en Japón? Como no se trata de hacer una historia del calzado japonés,nos limitaremos a decir que Japón ha sido y sigue siendo, a pesar de su modernización y tecnificación, un país con una sicología de agricultores y, además, una isla en la que hasta el final de la Segunda Guerra Mundial no se conoce derrota en terreno propio ni invasión en plan guerrero, aunque las luchas internas se prodigaron en el pasado.
Esto, nos parece, es una pena no poder desarrollarlo más, ha influido para que el calzado tradicional no sea tanto el "zapato" como la "zapatilla" en sus diversas formas: Waraji, zapatilla hecha de paja de arroz utilizada en viajes a pie. Zoory, zapatilla normal para salir a la calle y las getas que Astrid de los Rios define en un artículo aparecido en esta misma sección como: "Plataforma de madera oblonga con dos soportes transversales y tres orificios, uno frontal y dos laterales por donde pasa una correa".
Japón es un país que se caracteriza por su lluvia, su humedad y su barro, cuando las calles no estan asfaltadas. Las getas son un calzado antiquísimo que se utilizaba en las tareas agrícolas, segun la misma autora. Al mismo tiempo. dada la humedad, la casa se construye a cierta altura sobre el nivel del suelo. Al mismo tiempo el japonés es un pueblo que diferencia muy claramente entre lo de "dentro de casa" y lo de "fuera de casa". Simultáneamente el suelo tradicional no es de loza, sino de madera o de tatami, espesas esteras hechas a base de juncos finos que sirven de suelo aspirante
de la humedad interior dejando pasar el aire con facilidad.
Evidentemente, entrar en una casa donde la felicidad se consigue olvidando el trajín de fuera y poniéndose cómodo, donde entrar con los pies sucios supone estropear madera y tatami, donde la familiaridad se consigue haciendo sentir cómodo al visitante, evidentemente, deciamos, crea unas fronteras, unas formulas que explican el desnudarse los pies a la entrada. Lo que para un europeo sería signo de descortesía.en caso de visita, dadas todas estas circunstancias, se convierte en Japón en un requisito, en un rito de la buena educacion. ¿Y qué hacemos con los zapatos? Ya lo hemos dicho, alineados en el zaguán o al getabako.
¿Qué es el getabako? Literalmente sería el cajon de las getas o de los zapatos. No encontrará casa donde no encuentre usted, en la entrada, tan simpático mueblecito.
En el se guardan ordenados todos los zapatos de la casa y de los posibles invitados,dejando libre el acceso al interior de la misma. Puede ser un mueblecito más o menos coqueto, como una especie de armarito zapateril y, según las casas, una serie de repisas superpuestas, en forma de estantería donde se colocan los sucios pies portátiles.
¿Cuándo, cómo, por qué nació este curioso mueble? Ya hemos hablado de los distintos "zapatos" tradicionales japoneses. En un principio el waraji. Cuando la gente iba al teatro, al ser plano, podía introducirse entre los pliegues del kimono ya que no abultaba mucho. Las getas, sin embargo, con sus soportes transversales no eran tan fácil de introducir entre pecho y ropa. Si tenemos en cuenta que en la epocade Edo, una vez terminadas las guerras civiles, tranquilo el país, floreció una pujante clase comercial, ávida de lujos y placeres, podemos imaginar que los clientes de los teatros, de las casas de placer, de los baños públicos etc. serían numerosos. Imagínese usted a un buen señor, en una noche de lluvia y barro, con sus Waraji arrastrando por el suelo y los pies chorreando y embarrados subiendo al límpio, enmoquetado y dichoso centro de placer y, además, imagíneselo teniendo que poner sus zapatillas entre el montón de iguales zapatillas de los allí reunidos. Ante tal evento, casa de placer, templo o cualquier otro lugar público, los que allí se dirigían lo hacían montados sobre las ya entonces sofisticadas getas, evitándose así más de un salpicón. En tal situación,barrera entre lo sucio y lo límpio, una manera de tener despejada la entrada sería recoger, a un lado de la misma, en la taquilla correspondiente,getabako, tal vez número incluido, y su respectivo guardián o servicial portero, el mencionado calzado.
Aquí tenemos ya una más que probable causa de la invención del getabako. Ya desde la puerta se notan las diferencias. Aquí tenemos entrando a los clientes cómodos,a su ritmo, buscando cada cual su sitio , sin los tormentos del sucio medio zapateril.
Hoy día, como antaño, el japonés se quita sus zapatos occidentales a la entrada de la casa y los coloca en el getabako, adornado, posiblemente, con un coqueto trabajo de Ikebana en su parte superior. Se los quita en bastantes restaurantes, se los quita y los pone en el numerado getabako de los baños publicos, se los quita en algunos hospitales.... También se pueden ver estos muebles en la entrada de las escuelas. Los niños entran en la escuela y se desnudan el pie, colocan sus zapatos en el casillero correspondiente, a veces con llave, otras sin ella, se pone sus zapatillas y se lanzan,despacio o deprisa hacia su pupitre. Y no se extrañe de ver el getabako, número y nombre puesto, en el zaguán de la casa de vecinos donde vive el amigo que vamos a visitar.
Costumbres raras lo denominarían unos, gente extraña, dirían otros. No,adaptación al medio, practicismo, comodidad, separación de mundos,regla de oro por donde empieza la cordialidad de un pueblo que, dadas la serie de circunstancias enumeradas más arriba, siente el descalzarse como una forma de entrar en el círculo familiar, ya en la casa ya en la escuela o en el hospital. Receptor sufrido, coqueto y practico de lo que no se debe llevar donde no se debe, el getabako.
¿Por qué no prueba usted a tener uno en su casa? Se sentirá, si sabe verlo, en un paraiso al no llevar en su mismo hogar los, tantas veces, incómodos zapatitos y, además, le ganará espacio a su habitacion.

Nota de 2012. Cuando fue escrito el texto no había, o al menos eso creo, ningún mueble específico para colocar los zapatos. Hace un mes me llegó desde España un paquete en el que entre otras cosas venía una revista de un gran supermercado con sus ofertas y demás. Entre las fotografías de los muebles de dormitorio había dos de unos ZAPATERO, en cuyo interior se recogían los zapatos, por la fotografía se diría de un matrimonio.
Algo así es un getabako, pero normalmente colocado en la entrada de la casa y donde se colocan los zapatos de toda la familia.