Llegó
a la cafetería Macolandia en la que siempre se citaban. Aquel día,
cosa extraña, ella había llegado con antelación. La vio de
espaldas, sentada en el rincón de sus encuentros. Como siempre su
vestir demostraba buen gusto y elegancia. Con el pelo recogido en una
coleta de caballo que dejaba ver el sensual cuello que tantas veces
había acariciado. Queriendo sorprenderla, le tapó los ojos con la
mano derecha mientras por el lado izquierdo buscaba sus labios. Ella
le respondió con prontitud. El penetró en su boca saboreando la
miel que ella le en..tre..ga..ba... ¿Qué?
Repingó
hacia atrás. El interior de aquella boca tenía sabor metálico,
frío, desprendiendo un cierto ¿perfume? a medicina bucal recien
utilizada.
-
¿Merceditas? No, no, tú no eres Merceditas. Pero sí, tu cara, la
figura, todo igual... Pero..., por sus labios las conocereis, dijo el
poeta ¿o era el profeta? ¡Ah! Tu cara es la de Merceditas, pero tu
boca...
-
La de Marcianita.
-
¿Cómo? Oye, oye... ¿quién eres tú?
-
¡Basta de bromas! ¡Qué susto! Y díme de una vez quién eres tú.
-
Te lo estoy diciendo. Marcianita, la hermana gemela de Merceditas.
-
Pero si ella nunca me dijo que tuviera una hermana gemela. Bueno, la
verdad es que nunca me habló de su familia.
-
Porque es muy vergonzosa y además tiene prohibido hacerlo.
-
¡Ni que fuerais extraterrestres llegadas de extrajis! ¿Qué malo
hay en ello?
-
¡Bingo!
_
¿Bingo?
-
Exactamente, ese es el “secret”.
-
Oye, yo no suelo beber alcohol, ni tomar drogas. Como mucho un café,
o una cola, que ,por cierto, cada vez sabe más a carne podrida. Así
que no creo que esté ni borracho, ni marcado por los
estupefaccientes. Aunque sí estoy estupefacto. Cuéntame ya quién
diablos eres. Y me siento, que estoy cansado.
_
¿Yo? Sí, debes estar estupendo, digo estupefacto. Pues yo soy la
hermana tribermanitrigonométrica de Merceditas. U sea sé, su gemela
intrauterina y a mucha honra. Nosotras no somos terrícolas. Tú
vives un poco atrasado me parece. Todo el mundo sabe que hay muchos
marcianos viviendo por estas tierras. Que los contactos son
constantes, que las relaciones morosas son naturales. Estamos en
tiempo de universalización. Así que no hay por qué asustarse.
-
Tienes razón. Yo, por ejemplo, es ahora cuando estoy descubriendo
Inter, Inter, Inter de Milán. Interpretar. No,no, no.... Internet.
Eso es. Yo es ahora cuando descubro Internet. Y mira que tiene siglos
bisiestos de existencia.
-
Pues sí que vas con retraso, tú.
-
Oye, es chachi ¿eh? Me he metido y estoy investigando sobre un poeta
de allende el mundo. Un lugar muy picante, según su nombre. A través
de la universidad de los pollos.
-
¿La universidad de los pollos?
-
Sí, porque se llama Pío-Pío. Pero no es de eso de lo que yo quería
hablarte. ¿ Dónde está Merceditas?
-
En Marte.
-
¿En martes? No, ¿en Marte? ¿Y qué hace allí?
-
Reciclándose. Cada cierto tiempo tenemos que hacerlo porque de no
ser así se nos acaban las pilas.
-
Pero....
-
Las relaciones interplanetarias son así de cachondas. Además tú no
te podrás quejar. Tendrás dos mores por el precio de uno.
_
¿Dos mores? Ni patata.
-
Sí, dos titis, dos chorvas, dos novias o como te salga de la real
punta de la circunvalación concéntrica del estómago llamarlo, por
el precio. Bueno, dos en lugar de una.
-
Pero ...
-
Eso en Marte no es nada del otro Júpiter. Además tú me haces
tilín.
-
¿Dónde tienes la campanilla?
-
Aquí, a la altura del coro. Bueno, vosotros lo llamais corazón.
Tilín, tilín. Pero bueno, ya sabes que está bien y yo estaré a tu
lado un tiempo. Ahora háblame de de ese pollo al pil-pil al que me
acabas de invitar.
-
¿Pollo?
-
No hablabas de Pío-Pío.
-
Ah, intercháchara. Sí, he aprendido a entrar y estoy estudiando a
un poeta muy raro . Tal vez es borracho.
_
¿Borracho?
-
Sí, ebrio, que le da al trinque, que coge una cogorza como la pata
un elefante. Vamos que bebe mucho. Lo digo porque se llama algo así
como UVA DE PARRA.
-
Oye, sin insultar que yo soy todavía muy joven.
-
Que no, que no es esa uva. Aunque al fin y al cabo todos terminaremos
como pasas de Corinto.
_
¿Qué hablas de carinto?
-
Que no, que no es carinto. Que estaba chateando de las pasas, uvas
ellas, de Corinto. Un lugar en el Medi - Terra- Neo , o charco de los
locos, famoso por sus pasas.
-
¿Qué te pasa? No insultes, vamos. Bueno, se trata de un poeta o de
un boeta.
_
¿Boeta? Boeta no, poeta.
-
Pero como estaba borracho. ¿O era un diseñador por aquellos que la
señora Eva fue la primera que se colocó la folia de parra como
tanga para tapar el tunel del tiempo?
-
Pues lo mismo era un diseñador, modista poco modesto, boeta.com cara
de pollo al chilindrón. Y yo sin enterarme.
-
Con años de retraso, vamos.
-
Pues eso, que estaba así como entrando en el tema cuando todo se
quedó en blanco.
-
Como la línea del cerebro de un difunto.
-
No, como la mano enharinada de un panadero. Igualito.
-
¿Y el tipo está vivo?
-
Pues creo que sí, porque no he oido nada de que se las haya pirado
para el otro barrio.
_
¿Vivía en el centro de la ciudad? ¿A qué barrio se ha ido a
beber?
-
Vivir, no beber, aunque sea un boeta y no un poeta. Pero no es eso,
que no te enteras. ¿ No se dice cuando uno se muere que se va para
el otro barrio?
-
Ah, ¿eso se dice por estos lares? En Marte nadie lo dice porque
nadie se more, digo muere. El que está cansado se convierte en un
espectro electromagnífico, se mete en un archivo de personal y
cuando le apetece sale a darse un paseo y a tomar el aire. ¿Y cuándo
dices que lo parieron los montes?
-
Allá por los años de la gripe española.
-
Anda, entonces lo que tiene la máquina es un virus. El virus
hispanicus virilum historiograficus poéticus.
-
¿Por eso se quedó la máquina en blanco?
-
Equilicuando. Lo mismo que se va a quedar tu cerebro como sigas por
ese camino.
-
Entonces va a resultar que he estado investigando sobre un fantasma.
-
Sobre un fantasma no. Sobre un espectro electromagnético poético
histórico vírico hispánico. O sea, nada.
-
Pero Internet...
-
¿Tú no puedes pensar?
-
¿Por qué dices eso?
-
¿No ves que esos aparatos te están dejando la mente plana?
-
¿Cómo?
-
¿Quién soy yo?
-
Mi amada Merceditas.
-
Lo dicho. Soy Marcianita. Tu mente también tiene un virus
gusaníticus roedoricus vaciadicus blántico deméntico. O sea que
dentro de poco no sabrás quién eres. ¿Quién eres?
-
¿Yo?
-
Sí, tú.
-
Un archivo electrónico con las pilas medio vacías.... Ah, mi mente
se apaga.
El
muchacho pegó con la frente en la mesa y se convirtió en pantalla
de televisión.
Marcianita
esbozó una sonrisa. Abrió la boca y se sacó el postizo que tenía
introducido.
En
realidad todo había sido un truco para darle una lección al
lúnatico de su novio.