A
COMPRAR.....
Eran
las 9.30 de la mañana. La noche anterior aunque se habían acostado
a buena hora, él no había podido dormir bien. Ella sí. Pegada como
una gatita al brasero, había dormido de un tirón . El no. La noche
habia sido de viento y agua, y aunque el agua no le producía un
especial efecto, salvo que hubiera verdadero peligro, el viento era
uno de sus puntos débiles en cuanto a la metereología. Le producía
horror desde los tiempos en que sus padres se quedaron una noche en
el melonar que cuidaban e hizo un viento más que huracanado.
Bastante tarde logró dormirse.
Empezó
a soñar con un sueño entre profundo y duermevela. ¿Estaba en el
Caribe? No podía determinarlo, pero sería así. Las mozas,
hermosas, ligeras de ropa y una cadera que se bamboleaba como para
resucitar a un dormido.
Una
de ellas se acercó a él . Lo camenzó a besar con tal pasión que
la boca se le abrió. El no se alejó aunque no conocía a la dama en
cuestión. Unos labios ligeramente untados con una película de miel
y del interior de la boca un chorro de líquido con sabor a
chocolate.
-¡Por
todos los dioses! ¡Qué ricura!-, y abrió los ojos.
-¿Quién
es esa ricura? -, con rostro semienfadado y una sonrisa profunda en
los ojos que hablaban de amor y felicidad.
-Este
despertar tan maravilloso, cielo.
-Bueno,
jamoncito, arriba, que hay que ir a comprar, no tenemos nada.
-¿Y
esos ricos michelines de jamona de Sierra Nevada?
-¡La
madre que te parió! ¡Me estás diciendo gorda!
-Noooooo,
sólo jamona, más rica que el jamón de Trévelez, ¿o prefieres el
de Jabugo?
-Me
quedo con el de Jabugo, ¿eh?
-¡Vale!
Ella
llevaba un pijama que dejaba su cuerpo en una semitransparencia
ideal.
-¡Ay!
Quiero comer manzanas.
-¿Manzanas?
-Sí,
esas pomonas que tienes por pechitos, bonita.
-Ay,
qué niño tan mimado.- Se acercó hacia él y le tiró la mano hacia
los Huevos de Pascua. Reaccionó como un gato al que le pisan el
rabo.
-¡Maldita,
ahora verás!-, se lenvantó y salió tras ella . Había escapado
hacia el salón, la pilló a la altura del sofá , por la espalda, le
agarró con suavidad los pechos y comenzó a besarla tras la
oreja,donde era especialmente sensible. Siguió hacia el cuello.Se lo
estabn pasando bien.
-Niño,
niño, que de verdad, se nos hace tarde y hay que comprar. Es la
primera vez que vienes conmigo, so perezoso.
-¿Perezoso?
Con lo que trabajo.... Está bien, dijo mientras sonreía con la
mejor de las sonrisas-, pero al menos un besito de buenos días.
-Pero
no tan cerca, que me encadenas ....
Sus
labios se acercaron, se besaron con un beso suavito como en esos
dibujos en que un niño y una niña se besan rostros hacia adelante y
cuerpo hacia atrás.
-Bien
, vístete, mientras preparo el desayuno.
-D´acuerdo,
bomboncito.
-Vaya
veleta qu´está hesho....
-
Ya, ya, ya...
En
el cuarto de baño ya tenía todo preparado. Se duchó rápidamente,
se desperezó, se vistió y salió del cuarto de baño cual príncipe
de película, que diría ella. Ella se preparó un buen vaso de leche
de soja y unas tostadas de pan de centeno, y para él unas tostadas
de pan Bimbo, unas magdalenas y le puso un poco de queso y jamón.
Ciertamente trabajaba, a veces demasiado y, pensaba, tenía que hacer
horas extras en la cama. Lo miró y se sonrió. El se dio cuenta de
la sonrisa.
-¿De
qué te ries, de mi cara de mono amaestrao?
-No,
secretos de mujer.
-Vaya....,
a saber.
-Sólo
te digo una cosa. Te kero musho mi amó.- Ambos rieron de buena gana.
Aparte de lo preparado, fueron añadiendo pellizcos de aquí y de
allí. Ya no podían más.
-¿Y
ahora quién se mueve?
-¡Los
dos! ¡Vamos!
-Se
nota que dormiste bien.
-Como
un lirón. Con una estufa tan calentita.
-¿¡Ah!
Por eso me cebas como un gorrino, ¿eh?
-¡Claro!
-
Bien, ¿y qué leche compramos?
-Eso,
leche, que me la he bebido toda.
-Oye,
¿después te sale por esos bultos que tienes ahí?
-¿Ah?
Sí, claro, para que mi niño caprichoso tome cheche-. Ella no podía
enfadarse, al contrario, le gustaba ese lenguaje infantil, contraste
con la dureza diaria en el trabajo. Esa era una de las expansiones de
ambos. Sabían que si no actuaban así, la vida sería demasiado
dura.....
-Bien,
leche, a la lista, ¿y?
-¿Qué
quieres comer esta semana? Cocido, lentejas, estofado de carne .
-Como
soy un omnívoro de no te menee, esta semana lentejas, ¿no?, la
semana pasada comimos cocido.
-Cielo,
¿te importa que sea estofado? No sé por qué esta semana no me
apetecen lentejas con chorizo y demás.
-Ah,
has comido demasiado chorizo....
-Oh,
no.... Eso es otra cosa, pendejo.
-Ya
lo sé so sosa, que eres una sosa....
-Sí,
sí, sí, se me olvidaba, sal de aquella que parece más azúcar que
sal.
-Oh,
lalá.
-¿Queda
jamón?
-Sí,
dijo ella muy convenciada.
-Yo
no veo por aquí nada.
-Es
que lo llevas puesto.
-¿Yo?
-Eso
es..... respondió ella con cara de rechufla.
-Me
debes una, no lo olvides.
-Ah,
arroooooooz, ¿cuántos kilos?
-¿Hay
paquetes de cinco kilos , no?
-Sí,
está bien. Comemos mucha paella.
-Pa
nosotros dirás. ¡Dios, toda comida con arroz es paella y toda
guitarra es flamenco! Paella, ¿no será arroz.com?
-¿Eh?
Punto com....
-Sí,
arroz con pollo, con verdura, con carne, con... con....
-Sí,
no está mal la idea. Arroz.
-Pechuga
de pollo. ¿No hace falta?
-Vaya,
por primera vez hoy lo dices sin pensar en otra cosa.
-Sí
lo pienso, pero me callo.
-¿Por?
-Secretos
masculinos....jojojo
-Verdura,
fruta, ¿queda algo?
Sí,
sólo una zanahoria, más pequeña que la que yo me sé.
-Ah,
otra vez....
-Que
no he dicho nada, serrana.
-Está
bien, está bien, ¿pescado?, merluza, para hacer merluza al pil-pil.
¿Qué te parece?
-Merluza,
¿Con que me estás llamando merluzo?
-¡Claro!
¡Qué listo es mi niño!
-Brrrrr.
Plátanos, para que crezca. Zumos variados, y yogurcito para ponernos
tiernitos. ¡Ok!
-¡Ok!
¿Llevamos el carrito de la compra o el coche?
-No
está muy lejos, pero el cielo tiene cara de pocos amigos, así que
mejor el coche.
-¿Y
verdura?
-¿Y
tú que eres pues?
-¡Otra!
Ah, bien, cosas para limpieza.
-Sí
, un jabón especial para limpiarte esa mente que parecen unas tripas
de cerdo llenas de caca....
-¡Anda
quién habla! Bueno, te perdono porque cuando te lavas con ese jabón
y ese champú con olor a manzana.... Ay, te comía.
-Va,
va, va.... Déjalo pa luego.
-Por
ahora no caigo.
-Sí,
cae, cae....
-¿En
dónde?
-Encima
de mí, bonitita.
-Ay,
qué niño tan maravilloso. Bueno, cielo, toma estas bolsas. Yo bajo
hasta el garaje, espérame en la entrada. Si hace falta algo más lo
iremos comprando conforme se nos ocurra.
-Bien,
¿y quién paga?
-Pues
como siempre, usted, caballero, que para eso está....
Era
la primera vez desde que vivían juntos que él la acompañaba a
comprar. Le gustaba, incluso muchas veces tenía una orientación
culinaria mejor, pero no tenía casi tiempo, aunque a ella tampoco le
sobraba. Si ella salía a la compra, él hacía la comida. Si ella
lavaba la ropa, él limpiaba la cocina. No se podía quejar ninguno
de los dos.
Las
premuras de la vida hacía que muchas veces nunca hubiera ocasión
para hacer algunas cosas juntos...
Llegaron
al mercado, fábrica de finales del XIX, reformado para mercado en el
XX. Amplio, límpio, de puestos de fácil acceso y gente agradable.
Llevaron
todas las cosas al coche, regresaron a casa, subieron todo en el
ascensor, entraron en casa, colocaron cada cosa en su sitio. Se
tomaron otro café y después salieron a disfrutar de la ciudad antes
de volver para preparar la comida de mediodía.Uno al lado del otro
eran felices.
-Ah,
gritó el de pronto.
-¿Qué
pasó? ¡Ah!, gritó ella.
-¡El
chocolate!......., se dirigieron a la mejor pastelería de la ciudad
y compraron el mejor pastel de chocolate que había. Se la tomarían
tras el almuerzo si es que les cabía o dejarían al almuerzo y sólo
se comerían la tarta.
-Esa
parte para tí, que es más dulce, y esta para mí.
-¿Razón?
-La
más dulce soy yo, chocolate con leshe, y la más bitter eres tú,
cacao 100%, jejejeje con su pizquita de amargor.
-¡Ay,
si no te quisiera tanto, puñetero! Te mataba a besos.
-Eso,
eso, eso..... y se besaban con los labios llenos de chocolate como
los chicuelos descontrolados. Era el día de San Valentín.