sábado, 22 de noviembre de 2014

Kichomu

KICHOMU
COMPRANDO UNA ORZA

Kichomu quería comprar una orza para meter UMEBOSHI, y fue a una tienda de alfarería.
-Buenos días, quiero una orza para meter UMEBOSHI.
La vieja de la tienda al ver que se trataba de Kichomu no quiso hablar
en absoluto con él, por lo que se puso a leer un libro o algo parecido y le dijo:
-Ahí fuera están en fila. Míralas tú mismo.
Kichomu dirigió su mirada hacia la entrada de la tienda, donde, efectivamente, las orzas estaban en hilera.
Sin embargo todas estaban con el fondo hacia arriba y la boca hacia
abajo. ¡Claro! Estaban boca abajo. Pero Kichomu, sin darse cuenta de lo que ocurría, puso cara de extrañeza, y le dijo a la anciana:
- ¡Abuela! Estas orzas no tienen boca, ¿no?
Entonces,  la abuela, sin dejar de leer, le respondio:
-¿ Y si les dieras la vuelta?
Así lo hizo, pero esta vez su sorpresa fue aún mayor.
-¡Eh! Tampoco tienen fondo.
Había confundido la boca con el culo.



Té, Pepino, Vinagre

Kichomu se fue a la ciudad para vender té verde, kakis, pepinos y vinagre. Como tenía que vender muchas cosas, iba pensando en como se las arreglaría para llamar la atención de la gente y poder vender. No tenía ni idea de cómo hacerlo.
Se le ocurrió una idea: cogiendo la silaba inicial de los productos que
iba a vender empezó a pregonar:
-¡Tepe!, ¡Kavi!, ¡Vipe!
Estuvo todo el día gritando de esta forma para vender, pero, como es
lógico, no vendió absolutamente nada. Cuando volvió a su casa se lo contó a su mujer.
-¿Esa es forma de vender? El vinagre, independientemente, como vinagre; los pepinos, independientemente, como pepinos; los kakis, independientemente, como kakis; y el té verde, independientemente, como té verde. Para cada uno tienes que utilizar su respectivo nombre. Si no lo haces , no venderás nada.
- De acuerdo, de acuerdo. ¡ Está decidido! Desde mañana lo hare asi;
los llamare independientemente con sus nombres.
A la mañana siguiente se puso en el mercado a vender:
- ¡E1 vinagre, independientemente, como vinagre!
¡Los pepinos, independientemente, como pepinos!
¡Los kakis, independientemente, como kakis!
¡El té verde, independientemente, como té verde!
Los fue mencionando de forma INDEPENDIENTE,  y esta vez, por supuesto, tampoco vendió absolutamente nada.




EL CANTARO

Un día Kichomu fue a una tienda de alfareria a comprar un cántaro.
- Buenos días; déme un cántaro, por favor.
- Por supuesto. Bienvenido,señor. Los hay grandes y pequeños. Los grandes valen sesenta zen, y los pequeños treinta -, respondio la dueña de la tienda.
        - Pues, entonces, déme el pequeño, que vale treinta zen.
Kichomu pagó sus treinta zen y regresó a su casa.
- Ya estoy aquí de comprar el cántaro. Me ha costado treinta zen -, dijo mostrándoselo a su mujer. Entonces, su mujer:
-Ese cántaro es muy pequeño; uno más grande es lo que necesitamos. Anda ve y lo cambias.
-Ah, entiendo. Bueno, el más grande vale sesenta zen - dijo , mientras se dirigía a la tienda. Llegado allí:
- Señora, mi mujer me ha dicho que el cántaro que me he llevado es
muy pequeño. He venido a cambiarlo por el grande de sesenta zen. Aquí se lo pongo y me llevo este otro - dijo, poniéndolo al lado de los otros cantaros pequeños. Después anadió:
- Antes le di treinta zen, más el cantaro, que vale otros treinta, hacen
la cantidad de sesenta zen. A cambio me llevo el grande , que vale eso-. Y se
llevo el cantaro grande.
Pero, ¿qué les parece?  ¿Está bien la cuenta? La dueña no dejaba de
poner cara de extrañeza, pero, por mucho que cogiera el ábaco, ese era el resultado.




KICHOMU  Y EL INCENDIO

Una noche  Kichomu se levantó para ir al retrete. Medio dormido, al mirar por la ventana, vio que se había producido un  incendio en la aldea. Cada vez iba a mayor. Parecía que nadie lo sabía por lo que consideró que había que informar al propietario de la tierra. Pero entonces Kichomu lo pensó mejor :
-En estos casos  es mejor estar tranquilo. - Entonces , en primer lugar, encendió el fogón y calentó agua- Afiló la navaja y se afeitó, ya que para él era una falta de educación presentarse  con la facha que tenía en Casa del Señor de la Tierra. Después sacó del armario las ropas heredadas de sus antepasados, ademas el HAKAMAMOA,  pantalón de gala de los Samurais, y se lo metió. Cogió en la mano derecha un abanico y sacando el pecho, viendo que ya estaba compuesto como para presentarse a una ceremonia se dirigió a casa del Señor.
Delante de la puerta, ¡ejem! , carraspeó y dijo en voz  baja:
-¡ Señor! En el interior de la aldea se ha declarado un incendio,
Como ya era noche muy entrada, en casa del Señor, como en las demás, todo el mundo dormía plácidamente. Como además llamó en voz tan baja , allí, nadie abrió un ojo.
- Perdón , Señor , pero en la aldea se ha declarado un incendio-, volvió a murmurar Kichomu varias veces.
¿Cuánto tiempo pasó? Tal vez veinte o treinta minutos. Al cabo de ese tiempo,  la mujer del Señor se despertó. Delante de la puerta , le pareció, alguien estaba hablando. Cuando prestó atención parecía que estaban diciendo que había un incendio.
- ¿Eh? ¿un incendio? -, cuando se enteró bien, enseguida, en voz alta  despertó a todos los de la casa. El dueño , como loco corrió hasta el lugar  del incendio, pero llegó después de que se había apagado. Pasado el incendio, un funcionario oficial le recriminó fuermente.Ya que Kichomu le había despertado de una  forma tan extraña le recrimó a su vez.
-¡Kichomu!  Cuando hay un incendio no se puede llamar a la gente de esa manera. De todas formas , si vienes rápidamente, en la verja de entrada, en las puertas que dan al jardin, donde sea, llamas, gritas : ' ¡Fuego! ¡Fuegol! , en voz  muy alta , ¿te enteras?
Kichomu, agachando la cabeza :
- Sí, sí, sí Señor; sí, sí, sí Señor - contestaba .
Esa noche, por supuesto a media noche, Kichomu, levantandose de un salto, cogió un palo grande que había en el saliente del tejado,y se dirigió a casa del Señor. Una vez llegado allí, no sólo las ventanas, no só las puertas,
golpeando sin mirar golpeó en todos sitios. A continuación golpeando los pilares de la casa con el palo, gritó hacia el interior del pueblo con una voz muy alta , para que pudieran oirlo :
-¡ Señor!, ¡Senor ! Un incendio , un incendio. ¡Un gran incendio! .
Explicar la sorpresa del Señor es bastante difícil. Era tal que el color del semblante lo tenía mudado por completo.
-Esta bien , esta bien , Kichomu, deja ya de dar golpes. ¿No ves que  vas a destruir mi casa?  ¿Dónde está el fuego?.
Entonces Kichomu le respondió :
-¡Señor!, ¿cuando haya otro incendio , así está bien?
El Señor se quedó con la boca abierta , asombrado de estupor.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Poesia Japonesa II

Traducción poesía japonesa.


El girasol,
mustio ya,
grita su yo
en silenciosa voz.
Akimoto Fujio


Estoy escribiendo
aquello que siento
en las hojas del timón
del barco que cruza
la Vía Láctea.
Kazusanomenoto


Viento infernal
fuera
en la media noche
¡Hija mía!
¡Aquí me tiene!
Kinoshita Rigen


¡Ay! Ya no puedo
aplazar mi estancia
mi niñito querido
y su amada madre
estarán esperando.
Yamanoue no Okura



Desde mi casita
A la falda del Fuji
Vuelo de termitas
Yosa Buson


Con la luna nueva
le nacen los ojos
al cántaro de los pulpos
Sato Onifusa


Tiembla de hielo el corazón
sobre los caminos
en el nocturno viaje
en navegar en velero
al recordar el lejano hogar
en la solitaria fonda
o al escuchar una plegaria
bajo los negros troncos
de un templo en la montaña...
Pero nunca tanto como
ante el sangrante dolor
de dos amantes que se separan.
Riyojin Hishiyo


Cuando la primavera
parte
se va muriendo
violáceo Tsukubayama
Yosa Buson

Nubes a Poniente
Mañana lluvia
¡Ay!
Vino....
A mi corazón el Sol
Tyutatsu Kouta


¡Qué feliz sería
si les cayera una maldición
a esos profesores
que alaban
a tipos como Kinjiro
y cosas como el Harakiri!
Sato Haruo


¡Qué limpio
el viento
de Junio!
Masaoka Shiki


Pena y alegría
se mezclan
al descubrir
los desconocidos
mundos del corazón.
Takehisa Yumeji




Hijo mío,
espero que seas
como tu padre y tu abuelo.
Ishikawa Takuboku


¡Ay, cómo duerme
tan ricamente!
Hino Sojiyo


En cucurumbillos
gira
el molinillo.
Mutamagawa


Los rincones de mi cerebro
son resplandores de verano
sobre el prado.
Takaya Soshiyu


Cuando sopla el viento
sobre los segados lirios
de la laguna Asaka
hasta la vestimenta
del lejano viajero
se envuelve en perfume.
Minamotonotoshiyori



Mayo de luz en medio
me duelo sin esperanza
de volverte a ver
Koizumi Chikashi


¡Cómo vibran en el cielo
las mangas del vestido
de mi amado el día
de doblar el puerto de Usuhi!
Azuma Uta


Aunque se ha hecho un camino nuevo
que lleva a Shinanoji
aún quedan troncos en el camino.
Ten cuidado mi amor.
Ponte los zapatos
no te dañes los pies.
Azuma Uta


Como borrosa tablilla sin nombre
mi casa está mojada
por la primera lluvia de verano.
Maeda Yugure


Cerradas alas
que dulces se abren...
Muerte de la mariposa.
Shinohara Bon

Vestida de rojo
con los bajos empapados
corta lirios sin descanso...
¿Quién será su dueño?
Kamochi Masasumi


Aunque poseo un kimono
hecho de seda de gusano
alimentado con hojas nuevas
de las lomas de Tsukuba...
Lo que realmente anhelo
es entrar en tu vestido.
Azuma Uta


Quitándome una capa
y echándomela al hombro
cambio de estación.
Matsuo Basho


Hotoke de mil
brazos remolinos
Grisáceo mayo.
Nomura Toshiro


Los ratoncitos que se tiran
en tiempo de lluvia
son recien nacidos
Ogino Kyoshi

Hierba que corta
....y se recoge el pelo
la segadora
Morita Toge


Trenecito de mi pueblo
hoy también
ondulante cabeza
irás hacia soleado oeste.
Hirahata Seito


Alguien que pasa
recoge
enferme hoja carmín.
Hasegawa Kanajo


Viento que pasa
Canto del semi
hacia la armonía
Azukata Reimuko


Juego de mariposas
en el cielo azul
se levanta meloso
hasta hurtarse a los ojos.
Kagawa Kageki



Las ramas del sauce
se derraman sobre el embarcadero
y yo te espero
sin llenar mis cubos
moviéndome inquieta.
Azuma Uta


“Son las campanas,
hora del regreso”
Me dices...
Pero en esta tierra
(País Budista)
ya al anochecer
ya al amanecer
el llanto de la campana
es tan natural como la
lluvia.
Ryutatsu Kouta


Cuando veo como mi pequeñín
duerme la siesta
agarrado al tobillo
de su madre enferma...
¡¡¡Mujer, no te mueras!!!
Yoshino Hideo


El viento fresco
se acerca
dando revueltas.
Kobayashi Issa
Dormilón
Enseña el sarpullido
Bajo la barbilla.
Takai Kito


Pared blanca en medio
las doncellas
a veces levantan
su cantarina voz
al tomarse el pulso.
Sagara Hiroshi


Mi esposa se está muriendo
Pero se lamenta
Del calor de mañana.
Saito Ken


Carbonizados, despellejados
Cuerpos en trance de muerte
Digo mi oración
Y echo a correr.
Yamamoto Yasuo.


No sé desde cuando
mi cuerpo está canceroso
pero mientras yo viva
quiero entregárselo a alguien.
Nakajo Fumiko

Esta mañana
al poner la planta del pie
sobre el pulcro engawa
sentí el otoño.
Matsue Shigeyori


Anciana madre
de dioses guerreros
cuando llega la noche
dice su verdadero dolor.
Handa Ryohei


Yedra que se enreda
sobre árbol muerto
se amontona en su altura
hacia un cielo de postguerra.
Harako Kohei


¡Basta!
Mi cuerpo, nube que flota,
se lo entregaré
al tormentoso viento.
Su Tokuin

Elevándome, hundiéndome,
corro por la vida
¿Qué será más allá?
Le pregunto a mi corazón
pero me deja en la duda.
Fujiwara no Yoshitsune
¡Ah!
Lo que queda de tí,
tu amor,
siendo tú en mí,
me impide olvidar.
Izumi Shikibu


Hasta dentro del Palacio
de Omiya
llegan las voces de
las buceadoras
reclamando a los hombres
a la recogida de las redes.
Naganoi Mokiokimaro


Húmedo aún el jardín
(Tormenta de verano)
asoma dulcemente
la Luna su rostro.
Minamoto no Yorimasa


¡Ah! Aquellos nuestros
antepasados...
Miraban ociosos,
pensando que en la
Luna vivía
una hermosa doncella.
Kubota Utsuba


Nieve eterna
de la cima del Fuji
se fundió,
caluroso quince de agosto...
(Nocturno de nieve)
Takahashi Mushimaro


En esta noche de Luna
espero a aquel que no vendrá.
Sería triste
pero ai al menos lloviera
podría echarme a dormir...
Yomibito Shirazu


Sin esperar en silencio
la comprensión del mundo
confiesan sentimientos falsos
en falsos poemas.
Yashiro Toson


Aún de viaje
puedo encender una mariposa
¡Ay, amada esposa!
En la oscuridad
estará pensando en mí.
Mibunoo Miudamaro




Qué doloroso encontrarse
con su amor en sueños
despertar sobresaltado
y buscar a tientas
encontrando el vacío.
Ootomono Yakamochi


Manos bajo el chorro
del manantial
El otoño ha llegado
bajo las piedras.
Naka Tsukasa


Cuando aumenta el canto
de los insectos
se reduce el barreñeo.
Konishi Raisan


Si hubiera muerto...
viento en la pradera
porque la vida sigue
siempre de bronca.
Kato Shuson


Incluso en esos día de niebla
en que no se ve
el Fuji dice su interés.
Matsuo Basho

Ojos, boca, nariz
Reluciente y gordita
Como un melocotón.
Masaoka Shiki


¡Qué cosas...
Ver una carta de amor
en un nido de ratones!
Mutamagawa


Luna en lo alto
Mientras camino
Por una pobre ciudad.
Yosa Buson


Luna, reina de la noche,
Hasta dentro de la casa
Las plantas del Kuzu.
Kawahara Biwao


No es negación del mundo
pero leer, solo, ante la lámpara,
es mi mayor placer.
Ryo Kan





He recorrido el mundo
buscando a la madre
que me abandonó
recien nacido
Viejo soy y tengo las manos vacías.
Nakanishi Godo


Sólo un instante tres niños
en silencio como estatuillas infantiles
en fila junto al huerto
en la montaña.
Mae Toshio

 
La luna es más bella
cuando la contemplan
dos corazones.

Ryutatsu Kouta