jueves, 2 de abril de 2015

Sumoo

SUMO: “LUCHA LIBRE JAPONESA”

        El texto que hoy quiero presentar se compone de dos partes. La primera es un texto tomado de Wikipedia, versión española sobre el sumo, o “lucha libre japonesa”. Considerando que la mayoría de los hispanos no tienen muchas nociones sobre el tema, me atrevo a incorporar este ártículo como mera información.
        En la segunda parte, sí, ya está directamente escrito lo que yo compuse a raíz de la primera visualización directa de este “deporte sagrado de Japón. Como el obtetivo no es en absoluto pecuniario , espero que nadie alce la voz más de lo debido.
           
            SUMO:
El sumo (相撲 (en japonés), sumō?) o lucha sumo es un tipo de lucha libre donde dos luchadores contrincantes o rikishi se enfrentan en un área circular. Es de origen japonés y mantiene gran parte de la tradición sintoísta antigua.
A pesar de la gran cantidad de rituales sintoistas previos y posteriores a los combates, las reglas en sí son pocas y no son complejas:
  1. El primer luchador en tocar el suelo con alguna parte de su cuerpo a excepción de sus pies queda eliminado.
  2. El primer luchador en hacer contacto con el exterior del círculo de lucha (ya sea con sus pies o cualquier otra parte de su cuerpo) queda eliminado.
  3. Un luchador que utiliza una técnica ilegal o kinjite, como golpes, estrangulaciones, o luxaciones articulares, y otras; queda eliminado.
  4. Si un luchador pierde el mawashi (única vestimenta utilizada durante un combate de sumo), queda eliminado.
Los encuentros de sumo suelen durar pocos segundos ya que uno de los luchadores suele ser empujado inmediatamente fuera del círculo. Cada encuentro es precedido por un ritual ceremonial elaborado. Los deportistas que practican sumo son reconocidos por su gran tamaño, ya que la masa corporal es un factor decisivo en el sumo, por lo que la dieta que llevan sus practicantes está diseñada específicamente para ganar y mantener peso.[1]
Los rings de sumo son conocidos como dohyō. El dohyō está hecho de arcilla con arena esparcida sobre su superficie. Mide entre 34 y 60 cm de altura. El círculo es de aproximadamente 4,55 m de diámetro y está delimitado por una gran soga de arroz llamada tawara, que es enterrada en la arcilla. En el centro se encuentran dibujadas dos líneas, las shikiri-sen, donde los rikishi deben posicionarse antes de comenzar el enfrentamiento.

Historia del Sumo

El sumo empezó siendo un arte marcial como otras para defensa y ataque si fuese necesario pero en unos años pasó a ser usada en duelos.
Otro documento sobre el origen del sumo es el Nihon Shoki o Crónicas del Japón, escritos en el año 720. El texto relata que el primer combate se realizó el año 23 antes de Cristo, bajo el reino del emperador Suinin. La lucha se realizó por pedido del artesano Nomi no Sukune para combatir contra Taima no Kehaya. La lucha duró un tiempo prolongado, hasta que los golpes mortales de Sukune hirieron mortalmente a su adversario Kehaya. Sukune se convierte así en el gran vencedor y pasará a la posteridad como el "padre del sumo".
Es solamente en el año 642, bajo el reino de la Emperatriz Kōgyoku, cuando se encuentra un documento históricamente identificado. La Emperatriz quiso, a través de los combates de sumo, distraer a su invitado, un embajador del reino coreano de Baekje. En el siglo VIII el emperador Shomu mando a reclutar sumaibito o sumotoris en todo el Japón para que puedan luchar en los jardines del Palacio Imperial durante las fiestas llamadas sechie. Estas fiestas eran organizadas el séptimo día del séptimo mes lunar, en agosto según nuestro calendario actual. Así el antiguo combate se convierte en una lucha con costumbres o ritos que lo alejan progresivamente de sus orígenes agrarios. Con el Emperador Kanmu el combate se hizo anual y esto perduró hasta el siglo XII. Hubo, sin embargo, un cambio significativo bajo el reino del Emperador Saga, que le dio al sumo un nivel cercano al de un arte marcial, (esto es incluyendo luxaciones articulares, derribos, estrangulaciones, desarmes y golpes) en el siglo XII, y era practicado por la clase guerrera o samurai, junto con las artes marciales del jujutsu (lucha), el kenjutsu (sable), y muchas otras.
También se cree que la arena, se convirtió en reglamentaria a partir del siglo XVI, cuando el principal dirgente militar o shogun, Oda Nobunaga organizó un torneo. En esta época los luchadores vestían taparrabos, en lugar de el rígido mawashi usado actualmente. Durante el periodo Edo, se desarrollaron la mayoría de las reglas, sanciones y aspectos del sumo de hoy en día, donde prevalecen las técnicas de los lanzamientos, y los derribos.
El sumo como deporte, inicialmente fue practicado por los guerreros samurái o guerreros sin amo o ronin, los torneos profesionales comenzaron en el templo del dios de la guerra Hachiman en 1864. Y se han llevado a cabo en el Ryōgoku Kokugikan desde 1909, sin embargo el Kuramae Kokugikan ha sido usado para realizar los torneos desde la posguerra (1945) hasta 1984.
Los países cercanos al Japón comparten muchas tradiciones culturales, y también poseen estilos de lucha cuerpo a cuerpo, o con cinturón o vestimenta tradicional que son semejantes al sumo. Los ejemplos más notables incluyen la lucha mongola, la lucha china o Shuai jiao (), y la lucha Ssireum de Corea.

Bibliografía


SUMO EN EL SANTUARIO YASUKUNI
         En 1982 llegué a Japón. En todo el tiempo que habito aquí, hay tiempo, valga la redundancia , de ver muchas cosas, pero hay otras muchas que no se ven, aunque sean de esas cosas que se deben ver al menos una vez en la vida. Una de esas cosas , sin duda, en la cultura japonesa es el Sumo, esa “lucha libre” típicamente japonesa en la que dos “grandes toros” (fue la primera palabra que se me vino a la mente cuando lo vi por primera vez en televisión), chocan y se agarran y se tiran al suelo , o bien empujando para que el otro salga del terreno delimitado.
Desde luego la ignorancia es atrevida. A pesar de eso es una buena expresión. En algunas zonas de Japón hay luchas de toros que no difieren mucho del Sumo.
Al principio, natural , no entendía nada. Poco a poco, aunque en realidad sólo viendo las noticias cuando se producen campeonatos de Sumo, cinco o seis veces al año oficialmente, va uno cogiendo el tranquillo y se va conociendo la habilidad o no de los luchadores.
Los encuentros se celebran en varios lugares del país y no es extraño que esos días haya llenos hasta la bandera.
Pues bien, esto que durante la tira de años no he podido ver directamente, el pasado 4 del 4 pude verlo desde muy cerca.
Por esos extraños caminos que tiene la amistad llegó hasta mí una invitación para asistir a un encuentro, formal, pero no de competición: El Ofrecimiento a los caidos por la patria, Sumo Osame, si mi memoria no falla. Ritual que se celebra desde las calendas de Meiji, ya antes del S.XX. Lugar el Santuario Yasukuni, en una zona de Tokyo llamada Kudanshita.
El lugar es causa de controversias ya que según China y si adlátere Corea, Japón tiene ahí enterrados a los mandamás de la Segunda Guerra Mundial. Desde luego a perro que camina le dan palos, dice más o menos el refrán. Otro gallo cantaría si Japón hubiera ganado la guerra.
China y Corea no dejan de incordiar porque saben que con el famoso artículo 9 de la Constitución japonesa, Japón mismo no puede defender a su propio país. A mi manera, quizás poco elegante, en este momento Japón es una jovencita violada por todos sitios que no puede defenderse porque sus propias leyes se lo impiden...... Vivir para ver.
Pregunta: ¿Y por qué no protestan contra EE.UU. que lanzó dos bombas atómicas contra los “monos amarillos” sólo por el gusto de hacer una prueba? Sin duda, quien tiene el poder, el dinero y gana la guerra escribe la historia. ¿Quién fue quien dijo : Ganaréis pero no convenceréis allá por los años de la Guerra Incivil Española?
Pero volvamos a lo que íbamos. Llegué a la puerta de la entrada del camino que lleva al santuario. Un largo camino en el que a lo largo hay chiringuitos de todo tipo. De comidas son los que más abundan. Una auténtica feria. Ya había empezado el largo encuentro por lo que había menos gente de la que esperaba, aunque abundaba.
El gran Torii abría el camino, señal de que por allí había un santuario. Templo se suele usar para el Tera, templo budista y santuario para el Jinja (leido YinYa) de religión sintoista.
El sol era fuerte, hacía daño a los ojos y en la cabeza con los rayos directos. Se avanza y hay una estatua en altura, la estatua de un señor feudal fundador del santuario. Al llegar a la puerta de entrada real del Santuario, un poco más adelante, se realiza una inclinación y una posición de oración en honor de los difuntos. Es la parte religiosa de la visita al santuario.
¿La gente? Sin duda, un lugar internacional. Lugareños, asiáticos de pinta variada, occidentales variados también, de la India, por el color de piel tal vez africanos o tal vez de EE.UU. En fin un barbiturrillo de razas y lenguas.
Había que hacer investigación de los bolsos. Pero había que esperar a que los que había dentro se sentaran y pudiera pasar más público. Afortunadamente los conocidos habían cogido sitio. Salieron, uno, hasta la entrada, y casi en ese momento dieron permiso para entrar. Gennnnnnnnttttttteeeeeeeee, o sea Japón....... Lo cual no es extraño. Tres cuartos la superficie de España y tres veces y pico la población española. Si el comportamiento generalizado no fuera de orden controlado desde el interior personal, la marabunta. La cosa suelre ir bien.
Entre público que sube y público que baja, había que tener cuidado porque la noche anterior había llovido y el terreno donde no había lozas en el camino estaba en malas condiciones
Una especie de plaza de toros llena de gente sentada. Bastantes mayores, muchas mujeres, muchos foráneos y foráneas, algún muy jovencito . Un paisanaje de lo más variado.
Y llegamos al lugar de los asientos. Una especie de colcha plastificada sobre el suelo. Por debajo la frialdad que, a pesar de todo, se filtraba.
Primera línea de fuego. Una especie de templete que dejaba el interior penumbroso porque el sol fuera era muy fuerte. El sol a la espalda calentándola y también el coco. ¡Dios, qué calor, y sin agua!
Alrededor del recinto árboles del cerezo que a veces nevaban pétalos cuando corría viento, viento que era fuerte, levantaba polvo.... y a la izquierda alguien gritando, ¿un entrenador? ¿un borracho? Resultó ser lo segundo. Los luchadores a veces miraban hacia el energúmeno con ojos reprobatorios, pero que si quieres arroz Catalina.
Cuando me senté todavía la lista iba por la mitad. Eran luchadores más jóvenes y menos orondos . En algún momento, desde el público alguien gritaba. Familiar, amigo, mamá..... Había muchas mujeres animando.
Una vez terminada la primera parte de la lista iban subiendo los que están, llamémosle segunda división. Llevaban una especie de gran delantal para cumplir con el ceremonial del encuentro. Piernas que suben, palmadas que se dan, a lo cual responde el público entendido porque lo habían hecho bien.
Sí, ya el nivel era bastante distinto aunque aún deficiente. Fueron pasando uno a uno , con formas de lo más variado. Encuentros por delante, pero uno de los luchadores toma el taparrabos, no conozco mejor palabra, y hace que el otro se revuelva. Lo levanta y lo lleva fuera del territorio sagrado, un redondel en el que se supone se encuentran los diose y se limpia tirando sal.
En el ritual que celebra cada pareja antes del encontronazo, se lanza sal sobre la tierra, así como sembrando o lanzándola al aire. Esta forma y si además se hace en grande, con gestos un tanto exagerados, suele arrancar aplausos.
De paso, y sin intención polémica, el Sumo no lo practican las mujeres. No es un deporte, es una ceremonia sagrada. Como en muchas culturas, el lugar sagrado no está reservado a la mujer. Ya conocemos cuales son sus características fisiológicas. No sé si asociaciones femeninas habrán protestado ante el hecho, Yo nunca he oido nada en ese sentido.
¿La sal? Claramente para purificar. En muchos restaurantes japoneses, a la entrada, a izquierda y derecha, se suele poner un montoncito de sal, para que los malos espíritus no entren. Recuérdense los ajos en las ventanas de las cocinas hispanas, para que no entre drácula o el diablo....
Cuando alguien vuelve de un entierro se le suele echar un poco de sal por los hombros antes de entrar en casa. Lo mismo el espíritu del muerto se ha venido con la persona.
Claro ritual religioso, lo mismo que los toros. Algún que otro antropólogo y etnólogo comparó los toros con el ritual de la misa, y hay quien ha hecho un estudio de la simbología de los toros y el sumo. En muchos puntos simbólicamente expresan lo mismo. Sólo las formas son diferentes.
Y llegamos a la primera división. Existen los que pertenecen al grupo del Este y lo que pertenecen al de Oeste. Primero aparecen los Yokotsuna. Los primeros en la clasificación general y hacen una serie de rituales que son muy aplaudidos al hacerse bien por la energía y precisión que se necesita a la hora de los movimientos, lentos pero seguros y sin parar. Realmente el equilibrio es difícil de mantener. Movimientos que llevan, finalmente a la belleza.
Al salir los luchadores con los grandes refajos para la presentación, algunos traían a sus “renacuajos” en brazos. Gigantones padre y niños con pocos meses. El contraste es impresionante, y las damas, parecían voces de damas: “¡Kawai....! ¡Qué bonito!”. Sí es un situación bonita y entrañable.
La piel de los luchadores, desde el blanco más blanco que el detergente Ariel, hasta el morenote café con leche africano. Variedad. Hay luchadores extranjeros: Mongolia, Tunez, Báltico, hubo de Argentina, Bulgaria. En la actualidad los tres mejores son de Mongolia.
Aquí todo cambia. Aunque hubo puntos en los que parecía  jugar para divertir al público, el encuentro es diferente.
Resulta interesante que un gigantón , mínimo 1,80, 120 kilogramos, hasta casi los dos metros y 220 kgs. (En esta ocasión no llegó a eso) que ves en televisión  esté delante de tí, con un taparrabos y enseñándote, se supone que no es su intención , sus buenos jamones. Es por lo menos interesante, si no sorprendente.
El público hace fotos, grita el nombre de aquellos que gustan , aplaude, y el borracho de marras dando la tabarra.
Los “árbitros” con sus trajes coloridos de gran variedad y vistosidad.... y llegó el final. Ceremonial del arco, relacionado con los ritos agricolas de acción de gracias y ofrendas diversas. Esperando y deseando la fertilización de los campos.
¿Hasta qué punto los lugareños lo ven así? No sé, y tampoco importa para un ojo puro que no esté atado a interpretaciones más o menos maniqueas, no resulta difícil que así lo contemple.
Fuera del recinto, por la acción del viento, nevada de pétalos del cerezo. La semana más esplendorosa del año japonés está a punto de terminar.
Sólo hay una expresión para definirla, VITA BREVIS. Dentro de su brevedad, agradecimiento, ofrecimiento y felicidad.


Tokyo abril de 2014

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