lunes, 2 de abril de 2018

LA AMANTE ETERNA


Toda esta historia podría titularse “La amante eterna”. En el momento de escribir estas páginas estamos a 14 de febrero, el día de los enamorados.
El día es frío y desapacible. Es posible que llueva, es posible que nieve.
Los anuncios comerciales traen un sabor dulce a la vida, el sabor del chocolate.
Para aquellos que están en esa situación, para aquellos que se amen, debe ser un día agradable. Para el resto, cada cual lo sabe, sólo Dios lo sabe.
En este día son muchos los recuerdos que acuden a la mente, y no todos son precisamente alegres o agradables.
Pero empecemos por el principio. ¿Por qué hoy es el día de los enamorados? Parece haber una historia, según la cual, Valentín, joven romano y cristiano, no quiso dejar su religión. Su amada tampoco. Fueron sacrificados por amor entre sí y por amor a Dios.
Esto, la Iglesia, buscadora de clientela, lo convirtió en el símbolo de los amantes, de los enamorados. Pero otra historia es la chocolate.
Cuando la Iglesia determina algo, viene la burguesía negociante buscando provecho. Un provecho que no vamos a criticar, un provecho legítimo, siempre, claro, que se lleve a cabo dentro de los términos que marca la ley, por otra parte, hecha por la burguesía.
Ganar dinero, vender, vender, hacer que la economía se mueva y hacer que todo el mundo sea feliz.
Habría que preguntarse si saben qué hacen manipulando los sentimientos, porque declarar una amor con regalos, no es otra cosa que manipular los sentimientos. Y si no se regala, él se enfada, ella se enfada. ¿Cuál de los dos se enfada más? No lo sabemos, cada cual está en unas condiciones diferentes.
Naturalmente creo que eso no debiera ser así, que los sentimientos no debieran manipularse , pero la sociedad los manipula. La sociedad necesita de formas de hacer, para seguir adelante.
Siempre me ha parecido de lo más hipócrita esa beneficencia que se ejerce en los días de Navidad hacia los deshauciados de la sociedad. Dormir gratuitamente en un hotel, darle una buena comida, una vez al año, y después.... todo sigue igual.
¿Por qué celebrar una situación en un día concreto y no nos acordamos el resto del año? ¿No debiera ser todo el año, toda la vida el día de los enamorados, el día de la ayuda mútua?
Se me viene a la mente aquella película en la que un señor al salir de misa da mil pesetas de aquel tiempo a un rapaz que anda pidiendo. El niño se asusta y le dice que no, que es demasiado dinero
-No te preocupes, muchacho. Dios me lo tendrá en cuenta a la hora de ir al cielo.
Que cada cual juzgue, me limito a expresar los recuerdos que alberga mi mente.
Y ahora llega la hora del chocolate. Quizás a alguien se le ocurrió que lo mejor para manifestar el amor era hacerlo con algo dulce, era hacerlo de la forma más dulce, de una manera realmente dulce.
Pero primero hablemos de Cristóbal Colón. Irónicamente, en estas fechas, la figura de Cristóbal Colón también se engrandece, aunque haya mucha gente que eche pestes por aquellos del Descubrimiento.
Muchas veces es la misma gente que golosamente se empacha de chocolate, de patatas, de pimientos y de tantos productos que de América se propagaron por todo el mundo..... la que hace esa crítica.
Alguien dirá que no tiene nada que ver. Como decía una profesora que tuve en Granada: “ ¡Valientes granujas los jóvenes, siempre despotricando de los padres y el fin de semana vuelven a casa para comer y ahorrar!” De esto hace ya más de treinta años..... Sin comentarios.
Si no nos gusta Cristóbal Colón , no debiéramos comer chocolate.
Pero volvamos al chocolate. Si el chocolate se regala, dulcemente, entre amados, entre amantes, entre enamorados, no está mal. Porque sólo es entre ellos el asunto. Pero ¿qué ocurre cuando los anuncios, la sociedad nos empuja a regalar a aquellas personas con las que no se tiene una relación más o menos sentimental?
En este punto se producen dolores, que no alegría, en la economía personal, en este caso muchas veces reducido a las mujeres, y aunque también se pretende que un mes más tarde haya “devolución” del favor por parte del hombre, no parece que la cosa propere. ¿Será porque el hombre no se ve obligado, será porque considera que ya concede demasiado? Ni Dios lo sabe. Pero, en fin , esto son elucubrciones mías , que tal vez no incumben a nadie.
















A mí este día sólo me trae, como el día que está haciendo, recuerdos tristes, recuerdos grises. Al mismo tiempo también hay algunos puntos menos desapacibles.
Hace tiempo enseñaba español a una persona que era pastelera, que hacía pasteles. Aparecía en TV. Era famosa. La clase se redujo finalmente a una clase por teléfono. Tan ocupada estaba la mujer que no tenía tiempo de acudir a la escuela.
Un día estaba muy cansada, la noté muy cansada. Hablamos de todo y de nada. La última palabra fue: Hasta mañana. Pero no hubo mañana.
A la mañana siguiente alguien llamó por teléfono : “¿Has visto el periódico? No, ¿pasa algo? La señora X ha fallecido.
Falleció a causa de la inhalación de humo producido por la quema del colchón en que dormía. No hubo fuego, pero sí humo. El humo la mató.
Al echar un vistazo al periódico, allí estaba. Una fotografía y un comentario sobre las circunstancias del fallecimiento. Efectivamente, era ella. ¡Qué lástima! Era la mujer con la que hablé la noche anterior que parecía muy cansada.
A partir de entonces cada 14 de febrero dejé de comer chocolate, el que ella nos mandaba como chocolate defectuoso, en su forma, que no en su sabor. Un sabor exquisito, de primera.
Ocurre como en el amor. Nos enamoramos de una figura bella que por dentro, cuando nos damos cuenta, resulta que está podrida, mientras que en muchas ocasiones la figura del otro, de la otra, no es el ideal buscado, pero nos da la felicidad.
La otra situación ,que resulta tan desagradable, fría e hiriente como el día de hoy. Fue no un día 14, sino un día 15 de febrero.
La alumna terminó su clase y volvió a casa. Al cabo de una hora llama al centro. Por casualidad cogí yo el teléfono: ¡Suicidio! La madre se había suicidado.
¿Qué se puede hacer cuando alguien te suelta de sopetón que su madre se ha suicidado? Es difícil saber cómo se debe reaccionar. Las personas no son máquinas de manual.
“Intenta tranquilizarte, llama a la policía o a quien debas llamar. Pero intenta tranquilizarte.”
A los pocos días supe que se había hecho todo lo que se debía hacer en estas circunstancias. Todo había , al menos aparentemente, terminado.
¿Qué fue de aquella persona? ¿Cuál será el rumbo que tomó su vida? Sólo el destino lo sabe.
Esos son los recuerdos que me trae el 14 de febrero. Ya han pasado años, pero aparecen como un Guadiana recurrente. Porque lo mismo que el amor puede morir, hay una uníca amante que es eterna e insoslayable, como la sombra del cuerpo cuando el sol luce. Esa amante eterna no es otra que la Parca, no es otra que la Muerte, que acude fiel a la cita, o como, forzando un poco la situación, dijera el soldadito destrozado por Carmen la Cigarrera: “La muerte es como las mujeres y los gatos. Cuando se las llaman no vienen, y cuando menos se las esperan, aparecen.

Kokubunji-Tokyo
14-2-2012

Antonio Duque Lara

No hay comentarios:

Publicar un comentario