lunes, 2 de julio de 2018

LA OLLA CORREDORA


La semana se levantó dramática. Las primeras imágenes noticieras eran de una carrera de Maratón, muy lejos del lugar en donde vivía.
A la llegada de los primeros corredores, de cerca de 30 mil, hubo dos explosiones seguidas. Gritos histéricos por todas partes, desvanecimientos, heridas que no se muestran porque es políticamente incorrecto.
“¡Bombas!” En principio las palabras oficiales no fueron bombas. fueron explosiones. Exquisito uso del lenguaje para no levantar miedos indebidos, tal vez.
Pero aunque no había ninguna seguridad, ya se apuntaba hacia un acto terrorista.
Desde esta plataforma que es el buque Yamato habrá como doce horas de diferencia hasta el lugar de los hechos. “¡Dioses! ¡Las noticias vuelan!”.
Quizás el subsconciente generalizado apunta siempre a la ecuación explosión igual a terrorismo igual a islamismo radical.
No se puede estar al tanto de todo porque ya sería mucho terrorismo estomacal dejar el trabajo para conocer más.
En el buque Yamato también se nota un cierto nerviosismo. En esas aburridísimas, como en todo el mundo, reuniones del gobierno, para determinar, discutir cosas : El Gran Jefe dio órdenes de extremar la alerta. Y ciertamente se ha extremado.
Iba uno a dirigirse a su lugar de luchar por los garbanzos. Ya dentro de la estación, cuando iba a empezar a descender las escaleras para acceder al andén, un tipo, - se intenta no descargar la ira a través de las palabras-, se me acerca y en voz un poco ostentosa dijo algo así como que era policía de no sé dónde, y que le enseñara no sé qué porque últimamente últimamente indocumentada, creí escuchar más que escuché.
Seguramente me vería cara de pipiolo. La zona por la que uno habita es un distrito especial educativo para chicos y chicas a los que por los siglos de los siglos se les ha llamado “imbéciles”, como se podría llamar rúbio, negro, gordo o flaco. La indiscriminación no tiene nada en absoluto que ver con la realidad que se ve. A veces la indiscriminación está escondida en las ocuras curvas del corazón y no en las palabras. Son niños que acuden a las escuelas de la zona porque desgraciadamente no pueden estar con los otros niños ya que lo que harían es tirar hacia atrás de ellos. El tipo, en definitiva, parecía uno de ellos.
No mostró nada, sólo verborrea, y además iba vestido cual trabajador de kiosko. Lo tenía todo menos facha de policía.
Mi boca no se había abierto, no había dicho ni fu ni fa. El hombre, ciertamente se disculpaba con un muelle flexible en la columna vertebral pidiendo perdón.
Muy contenido estaba yo pero, sin remedio, mirándolo a los ojos: “¿Quién eres tú?”, le espeté en su lengua. Se le notó un repingo y una frase, intento de expresar su sorpresa en voz baja: “¡Ah, habla japonés!” El hombrecito, obediente sacó su placa policial, salvo que fuera falsa. “¡Llevo 31 años en Japón!” “Oh, perdón, perdón”.
El hombre parecía perdido. Lo mismo era un verdadero pipiolo que acababa de graduarse en la Academia de Policía y tenía que responder al mal trato moral a que los someten las altas y putrefactas- Lorca, Dalí, Buñuel, dixit- autoridades policiales.
La policía anda nerviosa o tal vez se trata de una presión hacia el foráneo. Se entiende que la policía tiene un deber que cumplir, pero resulta muy desagradable que te vengan por la espalda y además sin identificarse. Sólo los jefe politelevisivos vienen de frente aunque con cara de tener algo malo en el estómago.
Seguro, seguro que el Maratón de Bostón (je) está influyendo en cosas un poco raras.
Le enseñé el documento identificativo y pidiendo perdón se fue por donde había venido.
En los 31 años que llevo en Japón, tres veces me han pedido el documento de identidad que deben llevar los foráneos.
En las tres ocasiones, un día o dos días antes se había producido un atentado terrorista llevado a cabo por grupos radicales islamistas. ¡Por todos los dioses habidos y por haber! ¡Será que mi rostro parece más de islámico (único punto común de esa cultura) que de la llamada Europa blanca! Todo podría ser.
En el momento de terminar de escribir esto uno de los sospechosos está criando margaritas y el otro está a punto de caramelo.
Kokubunji 20 de Abril de 2.013

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