URASHIMATARO
Erase
una vez un lugar llamado KITAMAENOURA, donde vivía un mozo llamado
URASHIMATARO. Vivía sólo con su madre, que ya tenía cerca de
ochenta años. Era pescador y todavía no se habia casado.Su madre
siempre le decía:
-
Taro, cásate mientras yo esté bien.
Pero
Taro respondía siempre a las palabras de su madre:
-
Yo todavía no tengo suficientes ingresos, de forma que , aunque me
case,
no puedo dar de comer a mi mujer. Sera mejor olvidar esa idea, y
continuar como hasta ahora-, y no se decidía a casarse.
Al
poco tiempo la madre cumplió 80 años y Urashimataro llegó a los
40. A principios de uno de aquellos otoños, el viento empezó a
soplar del Norte, porlo que no se podía salir a pescar. La
situación duró bastantes días. Si no había pescado no había
dinero, y si no había dinero no se podía dar de comer a la anciana
mujer.
-
¿Mejorará mañana ? Si así fuera podría salir a pescar...- ,se
decía
por
la noche, antes de acostarse.
Una
hora antes de salir el Sol abrió los ojos. Miró hacia el cielo y
vio
que
estaba hermosamente despejado.
— ¡Por
fin! ¡Menos mal! Hoy podré ir a pescar...
Se
levantó, preparó los aparejos de pesca y se metió en su bote. Sin
embargo no pescó nada antes de que saliera el Sol por el Oeste.
-
Esto es un problema. ¿Tampoco habrá nada hoy para darle de comer a
mi pobre madre?-, se decía preocupado.
Estaba
asomando el Sol su rostro por Oriente cuando pareció que un
gran
pez se había tragado el anzuelo. Tiró de la caña con todas sus
fuerzas, pero no era un pez, era una gran tortuga.
Aunque
Urashimataro procuraba que se desenganchara, la tortuga parecía no
querer irse.
-
Creía que era un besugo, pero es una tortuga. Mientras estes tú por
aquí
no picará ningún pez. Así que , vete, por favor, lo más lejos
posible-, le dijo a la tortuga , y la lanzó lo más lejos que
pudo.Volvió a tirar el anzuelo para intentar pescar algo, pero otra
vez ocurrió lo mismo. Durante un largo rato no pudo pescar nada.
Por
fin parecía que algo había caido en el anzuelo. Fue a levantarlo
y:
-¿No
eres tú la misma tortuga de esta mañana? Te dije que te fueras
pero
has vuelto a picar. Ah, hoy no es mi día, parece-, iba diciendo
Urashimataro enfadado, ya que no podía volver a casa mientras, al
menos, no hubiera cogido un pez.
De
nuevo se preparó para pescar, concentrado, esperando obtener algo.Ya
se estaba poniendo el Sol cuando, de nuevo, algo picó en el anzuelo.
Como en las ocasiones anteriores se trataba de la misma tortuga. La
volvió a cogery la lanzó lejos, con todas sus fuerzas.Ya se había
puesto el Sol. Viendo que no podía hacer nada, se dispuso a regresar
a casa. Entonces, frente a él venía un barco grande.
-
Nunca he visto un barco así ¿De dónde vendrá? ¿Dónde ira? Sin
duda vendrá de un lugar lejano para ir a otro lugar más lejano
todavía-. Urashimataro iba pensando así, y seguía en su barco en
dirección a su casa. El barco grande se dirigió hacia él y se
detuvo justo ante su bote. Entonces , el que parecía capitán del
barco, salió a cubierta:
-
Urashimataro, Urashimataro...-, lo llamaron.
-¿Sí?
¿Qué ocurre?-, preguntó.
-
Yo soy sirviente de la Princesa Otohime, del palacio de Ryugu. La
Princesa
me dijo que te guiara hasta el palacio. Sube al barco y vamonos-,
dijo
el capitan del barco; pero Urashimataro:
-
No puedo ir al palacio de Ryugu, porque si así lo hiciera, mi madre
se
quedaría sola. Tiene ya ochenta años y si yo falto no podría
vivir.
-
No te preocupes, ya me encargo yo de que no le falte nada para
vivir.Vamos.sube ya .
Al
escuchar esto, ya convencido, subió al barco. Al poco rato el barco
se adentró en una espesa y extrana niebla que, al desaparecer, dejó
ante los atónitos ojos del hombre un magnífico palacio: el palacio
de Ryugu.
Ante
la puerta estaban esperando Otohime y sus damas, vestidas con bellas
y hermosas indumentarias, adornadas de hermosa pedrería. Ante ellos
nadaban los peces, y ,desde alguna parte, se escuchaba una música
bella y agradable.
-
¡Bienvenido, Urashimataro!-, le saludaron todos los que habian ido
a
recibirlo.
Ricos
manjares, bella música, hermosa danza, eran ofrecidos contínuamente
a Urashimataro. Cuando creía que solo habían pasado tres días
desde su llegada realmente ya llevaba tres años allí. Un día le
dijo a Otohime:
-
Princesa Otohime, nunca olvidaré la amabilidad que has tenido para
conmigo,
pero mi madre está sola, y yo estoy preocupado, asi es que , con
permiso, vuelvo a mi país.
Entonces
Otohime le entregó tres cajas como las que se usan para guardar
joyas.
-
Urashimataro, cuando tengas algún problema abre estas tres cajas- ,
dijo la Princesa. Al poco subió de nuevo al barco y regreso a su
lugar natal.
Una
vez regresado, pudo comprobar que la forma de las montañas y
colinas
había cambiado, que muchos árboles habían desaparecido y otros
estaban secos por el suelo.
-Sólo
estuve tres años fuera, pero... ¿Qué ha ocurrido aquí? - , se
preguntaba,
y se dirigió hacia donde crea que estaba su casa.
Allí,
en una choza de paja de arroz, vivía un viejo, triste y solitario.
-
Yo vivía aquí , en este pueblo. ¿Conoce usted a un hombre llamado
Urashimataro?
-, le preguntó al viejo.
-
Yo he oido decir a mi abuelo , que en tiempos de su abuelo,vivió en
este
pueblo el tal Urashimataro, pero que un día se fue al palacio de
Ryugu.
La
gente estuvo esperando durante mucho tiempo, pero que al final no
volvió.
-
¿Y la madre de Urashimataro?
-
Ya hace mucho que murio.
-¿Dónde
está su tumba?-, volvió a interrogar Urashimataro.
El
viejo se lo explicó y se dirigió hacia allí. La tumba estaba
cubierta de hojas de árbol. La limpió un poco y pudo comprobar que
su madre hacia ya muchas decenas de años que había fallecido.
Después
visitó el lugar en donde creía que estaba su casa , pero no
encontró apenas nada de lo que fuera su lugar. Muy triste, sacó de
su zurrón
las
tres cajas que le había dado la Princesa Otohime. Abrió la primera
y había unas plumas de grulla. Al abrir la segunda empezó a salir
un humo blanco que envolvió a Urashimataro que, de pronto, quedó
convertido en un verdadero
anciano,
con pelo blanco y encorvado por la cintura. Abrió la tercera de las
cajas y sacó su espejo,donde pudo mirar su envejecida figura.
-¡Qué
extraño es todo esto!-, pensaba mientras se miraba al espejo.
Entonces
sopló un poco de viento y las plumas empezaron a bailar en el aire.
Las plumas se convirtieron en una grulla que descendió y cogió a
Urashimataro por la espalda en su pico, elevándolo por los aires.
Cuando
iba subiendo , pasaron por encima de la tumba de la madre de
Urashimataro, y justo en ese momento, Otohime, transformada en
tortuga,se encontraba encima de una colina, junto al mar. Había
venido para despedir a Urashimataro.
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