FIN
DE SEMANA
HOMBRE.-
Hola, palomita.
MUJER.-
Hola
H.-
Jo, parece que andas falta de fuerza.
M.-
Sí , estoy debilucha.
H.-
Ummm, exceso de trabajo.
M.-
De trabajo, de cabezas duras, de direcciones ministeriales absurdas.
De gente que sabrá mucho teóricamente de lo que es una escuela,
pero que no tienen ni idea de cómo se las gasta el personal.
H.-
Me parece que te entiendo demasiado bien. Gentuza que con la bonita
actitud de pensar en la buena educación, sólo se llenan los
bolsillos.
M.-
Y luego el responsable es el maestro....Ah, estoy hasta los
ovarios...
H.-
Eso, eso, grita y desahógate.
M.-
No, no, esto no puede ser. Mi amor, abrázame.
El
la abrazó, primero con ternura. Ella escondió su rostro en el pecho
de él y se apretó fuertemente. El, como queriendo a través del
abrazo echar fuera todos los demonios que la invadían, también
empezó a apretarle la cintura. Pegados el uno al otro acabaron
besándose a la desesperada. Se asfixiaban....
M.-
Ah, que bien me he quedado. Gracias, amor.
H.-
De nada , mi reina.
M.-
Me voy a duchar.
H.-
Y yo preparo en un pispas algo para llenar ese estómaguito vacío
que tienes.
M.-
Sí, porfa..
Mientras
ella se duchaba y se ponía cómoda, él preparó una sopa de maiz de
sobre, pero que resucitaba a los muertos. Una tortilla con recortes
de jamón , queso fresco, fruta y pan en el que untaba mantequilla y
mermelada. Fue terminar de prepararse y comenzar la comida.
Lentamente pero con fruición fueron deglutiendo la ricura que había
sobre la mesa.
El
también, pero especialmente ella, fue recuperando el color y la
fuerzas. Terminaron con un vaso de cacao con leche caliente. Fue
terminar y quedarse domidos en el sofá,uno en brazos del otro. A las
dos horas ella se despertó.
M.-
Oh, hay que recoger esto.
El
seguía frito. El trabajo, el dormir poco las últimas semanas,
algunas extrañas pesadilla.... y el cuidado que siempre procuraba
tener con ella...
M.-
¡Pobretico!
Limpió
todo y cuando terminó le despertó dulcemente a besos.
M.-
Cielínnnnn, vamos a la cama.
H.-
¿Eh? Ah, sí....que sueño...., y se dejaba llevar como un chiquilín
que está de pie pero profundamente dormido. Se cambiaron de ropa y
tal y como estaban cayeron en la cama.
Se
hizo la noche y seguía el sueño. A veces ronroneaban. Parecían dos
gatitos muy agusto.
El
sol de la mañana comenzó a filtrarse por los extremos de las
cortinas.
H.-
Ahhhhh, qué bien he dormido.
M.-
Y yo, Dios qué placer. ¡Qué hambre tengo!
H.-
¿Con lo que comiste ayer tarde noche?
M.-
Pues tengo hambre...
H.-
¿Qué preparamos?
M.-
Nada
H.-
¿Cómo nada?
M.-
Se me olvidó deciírtelo, pero he cobrado la paga extra.
H.-
No me digas...
M.-
A ver, pide por esa boquita.
H.-
A la paste.
M.-
Pues ala paste.
Como
dos niños golosos se dirigieron a la pastelería favorita. Se
tomaron un café de primera y unos dulces de primera y media. Después
estuvieron paseando por la ciudad y disfrutando de sus maravillas
para terminar en la playa, descalzos, calentándose con la arena y a
veces entrando en el agua para refrescarse. Lo pasaron como dos
chiquilines que lo pasan pipa con nada... Cuando quisieron darse
cuenta era la hora de la cena. Fueron a su taberna favorita. No
comieron demasiado, de noche eran más bien frugales. Además había
que dejar espacio para la degustación mútua.
Desde
que abrieron la puerta de la casa los besos y los abrazos fueron en
aumento. Los huecos que habían dejado sin llenar, los fueron
rellenando con los bocaitos que se daban mútuamente. Besándose se
quedaron dormidos...., al día siguiente eran dos rosas recién
abiertas a un nuevo amanecer.
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