AMOR
DE LA ESTRELLAS
星の愛 (Hoshi
no Ai)
La
mañana. Manos acariciantes se introducían por entre los cabellos.
La exarcebada sensibilidad del pelo hizo que el cuerpo se tensara.
Poco a poco se fue relajando y esa dulce sensación se fue
extendiendo por toda la musculatura.
Hierro,
rocas, hielo interiorizado por la lucha o el estrés fueron
fundiéndose como se funde el queso o la manteca en la sartén. Poco
a poco una sensación más que agradable le fue recorriendo toda. Los
dedos pasaron a la frente, a los ojos, eran unas yemas tan volátiles
como la brisa del mar. Esa brisa que se siente, que hace sentir bien
pero que no se puede detener entre los dedos porque se escurre como
el agua. Los dedos pasaron a los labios. Los labios como un resorte
incontrolable besaron las yemas de los dedos. Una corriente
eléctrica, suave, tierna, indescriptiblemente agradable recorrió
los dos cuerpos,
La
barbilla, el cuello, rasgueados por la punta de las uñas,
reaccionaban tensándose como las cuerdas de una guitarra. Cuando las
uñas se alejaban la rigidez y la tensión desaparecían como por
arte de magia.
Las
manos siguieron acariciando con suavidad el pecho como la brisa
acaricia la hierba de los campos, de los prados. Subieron a las
colinas de las manzanas donde los dedos palpaban dulcemente las
manzanas en erección.
Un
suave temblor de tierra sacudió la tierra, el cuerpo todo. Todo se
apaciguó y las manzanas buscaron su refugio entre la palma de las
manos.
Un
giro del tronco enfrentó las miradas derretidas como miel en la
leche. Los labios comenzaron su rito de besos mientras las manos
bajaban a la falda del tronco.
Seguían
buscándose, seguían descubriéndose. Las lenguas, juguetonas, se
escondían y aparecían en fruición por el rostro del otro. Lameteo
de perro chiquitico agradecido.
La
tierra, agujereada por la pasión, buscaba un árbol que la sembrara
sin aspavientos. El tronco del árbol penetró en el hueco que la
tierra aspiraba a rellenar. La savia del árbol, lluvia fresca de
primavera se fue deslizando hacia las profundidades de la tierra.
Esta, satisfecha, derretida por las sacudidas del árbol, quedó sin
fuerzas. Se había cumplido el rito. La tierra quedó sembrada del
amor de las estrellas.
Rasgueo
de guitarra
Pasión
en la mañana
Amor
de las estrellas
Fundido
en una pasión sin medida.
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