Largo
viaje. El tren se llena de borregos. Esa es la impresión que da con
tan poco espacio y tanto público. Estamos en un país con mucha
gente y poco espacio y, una observación, poca flexibilidad a pesar
de la autoimagen en contrario. Además, obsesión por llegar a la
hora. Es más importante eso que lo que después se hace. Pero ese es
otro problema.
¿Cómo
entretener el tiempo, o matarlo? Se ha ido pasando del libro, muchas
veces libro de texto, al Ipod o como se llamen esos aparatos.
¿Es
malo en sí? No lo creo, pero se ha ido desplazando el centro del
saludable hecho de tener el libro entre las manos, al juego más o
menos evasivo. Se aliena de la dureza del trabajo, de la vida diaria
para evitar pensar. El público termina considerando que la vida es
un juego como esos que se tienen entre las manos. ¿Será ello que
influye en el hecho de asesinar a alguien como en los juegos y no
sentir nada?
Y
en el caso de que haya lecturas, ¿qué tipo de lecturas a través de
los aparatitos? Por supuesto, el mercator, léase comprador, elige,
totalmente mediatizado. Al final no suelen existir libros realmente
útiles, formativos, se puede comprar lo que interesa vender, que en
la medida en que he visualizado, si no existieran muchos de esos
libros , el mundo no perdería absolutamente nada. El mundo ganaría
en ganas de vender el propio pensamiento y no esas heces mundanales.
Además no habría tanta basura.
Alguien
elige por tí, no tienes que pensar, sólo dejarte llevar. Resultado:
Eres un ser automanipulador y no te das cuenta. ¿Las máquinas y
creación de cultura o destrucción de cultura? Lo único que por el
momento se puede afirmar como positivo es la rapidez de la
información, pero, creo, que se ha perdido en profundidad en el
pensar. El dios mediático siempre tiene razón, se le da el permiso
para manipularnos y ayudarnos a evadirnos de responsabilidades.
En
Japón, como se suele decir, lo que está escrito en el periódico o
dice el Santa Santorum de la televisión, va a misa. Yo he sido
negado como Cristo por Pedro, cientos de veces porque la tv. dice x,
por ejemplo , para mi lo más cercano, Córdoba, y yo digo, eso no es
correcto. El resultado es que aquí el público cree a la tv.
Viva
el pueblo que se aliena a si mismo....., ya que no tiene criterio. Se
tiende a la nivelación, a ser todos iguales, en un sentido de
igualdad que es cortar las posibilidades de la inteligencia y
aborregarse. Con ello, no sé si lo he dicho, en Japón , siempre el
que está arriba tiene razón , no se le contradice, entonces si el
que está arriba quiere tirar a derecha o izquierda los borregos le
siguen, se están suicidando pero nadie dice nada. ¿Fidelidad o
estupidez? La posibilidad de que un dictatorcillo aparezca existe,
pero no será necesario porque cada ente lleva dentro de si un
dictador, en nombre de un falso bien común.
El
estulto del Presidente del Gobierno Sr. Kan paró los trabajos de
refrigeración de la central de Fukushima, porque era el jefe, y a
las dos horas estalló...... El director de la central tuvo que
aguantar el chaparrón, al poco tiempo murió. Al cabo de tres años
y medio va apareciendo la verdad. Los estultos dirigentes pusieron en
peligro al pueblo pero el malo es la energía nuclear. Se cierran
todas las centrales y se compra petróleo. El mundo sabe que Japón
necesita esa energía, suben los precios para todos, se demoniza una
energía mucho más barata, cuando la central de Fukushima no
estalló, sino que todo lo produjo el tsunami, y no se llegó como
LOS MEDIOS DE INCOMUNICACION HAN DICHO al nivel siete de radio
actividad como en la famosa central de Chernovil, en Ucrania, antigua
Rusia.
El
diario Asahi ha estado mintiendo descaradamente años y años sobre
la guerra entre Japón y China y el pueblo y los gobiernos no han
podido levantar cabeza.... Ahora se destapa y se ve toda la suciedad
que había en ello, pagada bajo cuerda, claro, por China y Corea...
Ahora todos los hipocritones dirigente comunicativos: yo lo dije
primero,,,, se quieren poner medallas. ¿Conocen los españoles de
hoy en dia la famonsa Leyenda Negra de España? No voy a ser tan
idiota como para negar cosas negativas, pero levantar cabeza a España
le costó cientos de años. Nadie o casi nadie critica que hasta hace
poco mas de 120-30 años se seguían extinguiendo indios de
USA.......y nadie dice nada.....
Me
llegan ecos de la estultez de algunos , imagino que guapos y guapas
televisios sobre los INSULTOS a la forma de hablar andaluza. Se nota
que el carnet de presentador se lo habrán dado en una tómbola.
Incluso el tan poco ético señor Aznar, asco de libro mentiroso que
algún desgraciado escribió en su nombre, habló del código ético
en los medios de comunicación....
No
estoy defendiendo a Japón, no puedo defender la basura de los medios
de incomunicación , lo que quiero decir es que aunque se utilicen
las máquinas, que se haga con raciocinio, incluso en sus aspectos
evasivos.
Todo
lo demás es alienación, bajada en el nivel intelectual, confiar
nuestro saber a un maquinismo tremendo y pérdida progresiva de
humanidad.
PD.-
Un tiempo después
de escribir este artículo me topé en el diario “El País” con
estos artículos que complementan perfectamente lo que arriba quiero
decir. Afortunadamente parece que mis observaciones en la vida diaria
en Japón no van desencaminadas, aunque los textos de más abajo no
hablen de Japón. No se trata de “demonizar” estos aparatitos, se
trata de usarlos bien. De paso, en las estaciones de tren y metro de
Japón suele haber mucha gente, últimamente están aumentando los
accidentes de personas que caen a la vía y coincide con la llegada
del tren. Imaginen el gazpacho que se arma. ¿Causa? El exceso de
concentración el los aparatos, choques y caidas. Si el muerto fuera
la única víctima..... pero hasta que se retira el cadáver y la
línea recomienza su camino, pueden ser miles y miles los
perjudicados.
Como
este blog no tiene objetivo de beneficio económico, espero que no
salten las alarmas y pueda servir para la mayor cantidad de gente
posible.
¡Suelta
el teléfono móvil!
Por:
Cecilia
Jan
| 23 de septiembre de 2014
Escena
real: una niña, desde los columpios del parque: "¡Mamá!".
La madre, sentada en el banco, mirando su smartphone.
"¡Mamaaaaá!¡Mamaaaaaaaaá!". La madre levanta un segundo
la vista. "¿Qué, hija?", dice, mientras vuelve a dirigir
su mirada al teléfono. "¡Jo,
mamá, deja el móvil y juega conmigo!".
¿Os suena? ¿Os
pasa? Lo reconozco, a mí sí.
Muchas
veces, me doy cuenta de que el rato de jugar con los niños se
convierte en el rato de mirar mi móvil y de vigilarles de reojo de
vez en cuando, mientras se entretienen entre ellos o solos. ¿Qué
hago que sea tan importante como para no dedicarles mi atención
completa?
Aquí va mi
listado de lo que hago con mi iPhone mientras mis hijos juegan,
pintan o ven la tele a mi lado:
- Reviso el correo cada vez que pita. Puede ser algo importantísimo, porque claro, me suelen escribir mails sobre temas importantísimos. Vaya, otra vez publicidad. Lo borro. Así mantengo el buzón limpio.
- Busco cosas interesantes en Twitter. Las intento leer para ver si vale la pena retuitearlas. No me da tiempo. Twitter siempre se ha actualizado mucho más rápido que mi cerebro. ¿Cómo era esa canción? "Cuando tú vas, yo vengo de allí". En mi caso es al revés.
- Juego al Candy Crush Saga. Nivel 165. No estoy tan enganchada como para cambiar de hora el móvil y obtener más vidas, pero sí como para que haya sustituido a la novela de rigor en el baño.
- Chateo con amigos o cuñadas en Whatsapp. No tengo tiempo de quedar o de hablar con ellos por teléfono. Pero me puedo tirar varios minutos intentando aclarar una conversación circular en la que no nos acabamos de entender porque claro, no es lo mismo escribir que hablar. Les mando fotos de los niños. Veo y comento las de los suyos.
- Miro y contesto a lo que escriben en Facebook conocidos a los que hace años que no veo y a los que probablemente esquive o no reconozca en la calle.
- Participo en un grupo de madres en Facebook a los que solo conozco virtualmente. Nos reímos y desahogamos, nos damos ánimos. Hablamos muchas veces de las monerías de nuestros niños y de que son nuestra vida. Mientras están a mi lado sin que les haga mucho caso.
- Intento fotografiar o grabar un vídeo de mis niños haciendo algo divertidísimo o memorable que solo veo a través de la pantalla, no directamente con mis ojos. Antes de conseguir una toma pasable y quitar de en medio el móvil, se han puesto a hacer otra cosa.
- Busco artículos sesudos de expertos sobre cómo evitar que mis hijos se peleen o cómo no perder los nervios cuando arman alguna gorda. Mientras estoy distraida, empiezan a pelearse o sacan todos, absolutamente todos, los juguetes de su cuarto y los desparraman por el pasillo. Cuando levanto la vista del móvil, recién empapada de nuevas técnicas de relajación, monto en cólera y mis gritos se oyen hasta en la garita del portero.
Y quien dice
hijos, dice también marido, que el pobre Eduardo también sufre de
las conversaciones a medio atender, con un ojo en la pantalla
mientras le contesto "Ajá. Mmmmmmmm. ¿Y cómo dices que te ha
ido el día?". O mi madre, que quizás por ser de una generación
menos digital, no entiende qué miramos mi hermano y yo con tanto
interés en la pantallita cada vez que estamos de visita.
Cuando
ya tenía parte del artículo escrito, me llegó este otro de
Jennifer
Hicks
publicado hace unos días en el Huffington Post,
'Querida mamá con iPhone: lo estás haciendo bien'.
Es un alegato precisamente a favor de madres en mi situación,
ampliamente compartido en redes sociales. "No te voy a juzgar.
No te conozco. No conozco tu historia. Pero sé que no es necesario
que supervises cada salto, brinco, giro, pirueta, balanceo, mordisco,
canción, baile, pestañeo o respiración para ser una buena madre.
(...) Hay muchas cosas que ocurren en nuestra vida fuera de la
crianza que no podemos descuidar". Y acaba con un "Haz lo
que tengas que hacer, lo cual a veces implicará tomarte un tiempo
para ti misma, aunque sólo sea para mirar Facebook mientras tu hijo
corretea jugando por el parque".
Aunque
entiendo su punto de vista, no me convence. Porque una cosa es buscar
tu propio espacio, aficiones, desconectar, algo totalmente sano y
recomendable. Y otra, transmitir a tus hijos la sensación de que, en
el tiempo que pasan contigo, hay siempre algo más importante para
tí, que
tienen que competir con un pequeño aparato por tu atención.
Y además, ¿qué ejemplo les estamos dando? ¿Con
que autoridad moral les decimos luego que no jueguen tanto a la
tableta, vean tanta tele, o, cuando sean adolescentes con su propio
móvil, que lo dejen para charlar contigo?
Así
que me
propongo desintoxicarme del móvil, por lo menos durante el tiempo
que esté con mi familia.
Dejarlo en la encimera de la cocina cuando entre en casa, y no
atenderlo más que si suena una llamada, o comprobar si hay algún
whatsapp o mensaje de cierta urgencia cuando esté de paso, y nunca
mientras esté con los niños. No bajarlo, o no sacarlo del bolso en
el parque. Por supuesto, ni mirarlo en comidas o cenas. Este
verano ya he practicado y he comprobado que no ha sido tan terrible.
Fui capaz de dejarlo en casa para bajar a la playa (el miedo a que me
lo robaran y el que se me acabaran los gigas para navegar
contribuyeron bastante). Y los tres últimos días, he bajado con los
niños a los columpios sin él. Y oye, ¡no me han dado temblores ni
nada!
Por
si necesitáis más argumentos, tenéis a lo largo de este artículo
un par de vídeos que por lo menos mueven a la reflexión. Y en
el siguiente artículo,
Ángela
Fúnez,
especialista del Banco Interamericano de Desarrollo, os contará con
argumentos
científicos los efectos dañinos de la adicción al móvil
de los padres en los niños.
Cómo
daña a tu hijo tu adicción al móvil
Como
continuación del artículo
publicado ayer, ¡Suelta el móvil!,
Ángela
Fúnez,
especialista en Comunicación del Banco Interamericano de Desarrollo
(BID), explica en este artículo con argumentos científicos los
perjuicios que la adicción al móvil de los padres causan a los
niños. En el blog
Primeros Pasos,
del BID, podéis encontrar más reportajes sobre desarrollo infantil.
Por ÁNGELA FÚNEZ
Todos
estamos padeciendo de cierto nivel de adicción a los teléfonos
móviles, pero pocos padres saben el daño intelectual y emocional
que esa adicción puede provocarle a sus niños, especialmente a los
más pequeños. Según
estudios de neurociencia,
en los primeros tres años de vida es cuando más rápidamente se
desarrollan las capacidades lingüísticas, emocionales, sociales y
motoras del cerebro. Por ejemplo, en ese periodo se forman entre 700
y 1.000 nuevas conexiones neuronales por segundo. El desarrollo del
vocabulario comienza entre los 15 y los 18 meses y continúa hasta
los años preescolares.
Interacción cara
a cara: estimula el aprendizaje y el desarrollo emocional
En
un
artículo reciente
que leí, la pediatra Jenny
Radesky
del Boston Medical Group, señala que el uso desmedido de teléfonos
celulares por los padres está afectando no solo cuánto hablan con
sus hijos pero también cómo se relacionan con ellos.
Radesky indica que
tras décadas de investigación, se ha concluido que las
interacciones cara a cara de padres con los hijos, desde sus primeros
días de vida, son muy importantes para el aprendizaje,
comportamiento y desarrollo emocional. A través de la interacción
cara a cara, los niños pequeños desarrollan no solo el lenguaje,
pero también aprenden sobre sus propias emociones y cómo
regularlas. Al observarlos, aprenden a cómo tener una
conversación y a cómo leer las expresiones faciales de los demás
y, eventualmente, a ser mejores comunicadores.
Padres absortos en
sus teléfonos tienden a enfadarse más fácilmente
Radesky y otros
dos investigadores pasaron un verano observando a 55 diferentes
grupos de padres de familia y sus niños pequeños interactuando en
restaurantes de comida rápida. En 40 de los 55 casos estudiados, los
padres utilizaron el teléfono móvil durante la comida y muchos de
ellos ignoraron completamente a sus hijos.
También
encontraron que los niños de los padres que estaban más absortos en
sus dispositivos eran más
propensos a portase mal para llamar su atención
y a la vez, los
padres estaban más irritables.
Según la psicóloga Catherine
Steiner-Adair,
autora del libro The
Big Disconnect,
esto se debe a que cuando la mamá está enviando mensajes de texto o
contestando el correo electrónico, la parte del cerebro que está
activa es la de “hacer”, en la cual se genera un sentido de
urgencia por completar la tarea. En consecuencia, esa mamá se altera
con más facilidad cuando el niño le interrumpe, pudiendo llegar a
gritarle o tratarlo mal.
Hijos que se
sienten ignorados por los padres
Steiner-Adair
advierte que cuando los padres dan más prioridad a sus
actividades digitales que a sus hijos, pueden haber consecuencias
emocionales profundas para el niño. Los niños interpretan este
comportamiento como evidencia de que ellos no son lo suficientemente
importantes o interesantes para sus papás, se sienten rechazados y
esto afecta
a la relación con los padres, la autoestima y su desempeño social.
Cuando
pensamos en
interacciones cara a cara,
nos imaginamos a un padre con su hijo mayor de 5 años. Pero
según explica el Dr.
Jack Shonkoff de Harvard
cuando un bebé escucha a la gente a su alrededor hablándole por
unos meses, al poco tiempo comienza a responder con sonidos,
balbuceos, o chillidos. ¿Has notado la forma en que un bebé
reacciona cuando le miras a los ojos y le hablas de forma afectiva y
calmada? Sus ojos se iluminan, generalmente sonríe y empieza a
parlotear con más entusiasmo.
Shonkoff
destaca que la importancia de hablar y escuchar a los niños no debe
disminuir en la medida que crecen. Todo lo contrario, los
padres deben hacer un esfuerzo por interactuar
de forma más afectiva y poner reglas en casa para limitar
el tiempo que los niños dedican a ver la tele, jugar video juegos o
con la computadora. Estas actividades no estimulan el área del
lenguaje del cerebro de la misma manera que una conversación cara a
cara.
Es alarmante pensar que sean los propios padres que por
desconocimiento les estén negando a sus niños el estímulo que
necesitan, y por ello limitando sus oportunidades futuras.
Papás
y mamás, es hora de reconectar con sus
hijos que están ávidos de atención, comunicación y conexión
emocional.
Les propongo el reto
de no tocar su móvil por al menos 30 minutos cuando estén comiendo
o compartiendo con sus hijos.
¿Qué
les parece?
POR ULTIMO UNA
ENTREVISTA A MARIO VARGAS LLOSA EN EL
PAIS.
“Si
la palabra es reemplazada por la imagen peligra la imaginación”
Mario
Vargas Llosa, en diálogo con el director de EL PAÍS, desvela el
título de su próxima novela y advierte de los riesgos de la cultura
digital
“Si
el mundo sigue el proceso en el que la palabra escrita es reemplazada
por la imagen y lo audiovisual, se corre el riesgo de que desaparezca
la libertad, la capacidad de reflexionar e imaginar y otras
instituciones como la democracia”, advirtió ayer Mario Vargas
Llosa en conversación con Antonio Caño, director de EL PAÍS,
durante el I Foro Internacional del Español 2.0, celebrado en Ifema.
Ante
unas 300 personas, muchos de ellos jóvenes, Caño preguntó al Nobel
peruano si compartía el pronóstico de la desaparición del
periódico tradicional y los libros impresos. El escritor peruano
dijo que es una posibilidad, pero no la cree. Si eso es así,
insistió, el resultado sería trágico sobre todo por la cultura de
la libertad: “Sería la pesadilla de Orwell de una sociedad
convertida en robots donde todo es organizado por poderes
invisibles”. Aunque no cree que suceda porque está convencido de
que siempre habrá suficiente gente que lea libros y periódicos de
papel. Su temor es que la cultura de la pantalla sea cada vez más
puro entretenimiento, “y eso aboliría el espíritu crítico”.
La
advertencia la hace al considerar que la palabra leída, el lenguaje
comunicado de manera impresa, tiene un efecto en el cerebro que
completa y complementa lo leído. En cambio, el autor de Conversación
en La Catedral, afirmó que “las imágenes no producen el mismo
mecanismo de transformación. En la lectura hay un esfuerzo creativo
e intelectual que casi se elimina con lo visual”.
El
autor de La guerra del fin del mundo aboga por la creación de
mecanismos para que esto no ocurra: “Porque puede venir un
retroceso hacia la barbarie; un mundo sin libertad manipulado desde
los poderes teniendo la tecnología a su favor”. El escritor dejó
claro que es partidario de la tecnología a la cual agradece muchas
cosas y ve otras muy positivas, como el acceso a la cultura.
Vargas
Llosa: "¡Ya tengo el título: 'Cinco esquinas!"
JUAN
CRUZ
Mario
Vargas Llosa, al que sus amigos llamaban Varguitas y se ganaba la
vida en el colegio militar Leoncio Prado escribiendo novelitas
picantes para ganarse unos soles, sigue siendo aquel adolescente cuya
efervescencia de amor por la literatura lo hace vivir cada episodio
de su vida con las letras en un acontecimiento digno de alborozo.
Acaba de regresar de Lima, donde ha vivido los últimos meses después
de su arriesgada aventura como actor de teatro, y antes de irse a
Ifema a hablar con el director de EL PAÍS se encontró en su casa
con su editora, Pilar Reyes, de Alfaguara. Al tiempo que la abrazaba,
le dijo con aquel alborozo adolescente de Varguitas:
— ¡Ya
tengo el título! ¡Se titulará Cinco esquinas!
Es
el autor de títulos que han llegado a ser frases comunes, como La
ciudad y los perros, La guerra del fin del mundo o La fiesta del
Chivo, y se le ocurrieron tan pronto empezó a escribir porque tener
el título desde el principio le sirve de guía en la escritura, le
confesó luego a Caño. En cambio este último, Cinco esquinas, se le
resistió, el que más, hasta que le vino anteanoche, al llegar a
Madrid, su segunda residencia en la tierra después de Lima. Un
título, dijo, lo ordena, pone en circulación ya su mano para seguir
con las incontables correcciones de que constan los sucesivos
borradores de sus manuscritos. Siempre, como pasó con El paraíso en
la otra esquina, esos títulos se le resisten; “y sobre todo en
esta ocasión: voy a empezar con el segundo borrador y ya tengo
título”. Como un chiquillo, el escritor de 79 años le ofrecía a
su editora esa primicia como un regalo que más tarde compartiría
con la nutrida audiencia del Foro del Español.
Cinco
esquinas transcurre en Lima, en el barrio del mismo nombre y que fue
elegante, aunque ahora se ha venido a menos. Lima vuelve a ser el
escenario, como en las principales novelas de su primera etapa. Y esa
Lima le ha dado otra vez la realidad que el autor de La verdad de las
mentiras está convirtiendo en la novela cuyo título se le acaba de
ocurrir en Madrid y que ayer desveló como quien envía a un editor
el sobre de su primer manuscrito.
Frente
al entusiasmo vivido hoy por las series de televisión que algunos
homologan a la función que desempaña la literatura, el creador de
La fiesta del Chivo cree que son productos que están bien y son
entretenidos pero “totalmente efímeros”. Por eso considera
importante defender el libro, “la lectura no solo entretiene sino
que produce un efecto más profundo, crea ciudadanos más
responsables y críticos, y contribuyen a un mundo mejor”.
Realidades,
utopías y distopías a las que llegaron Mario Vargas Llosa y Antonio
Caño media hora después de una conversación nacida bajo el título
de El lenguaje y el periodismo. Y lenguaje es la palabra que une a
esos dos oficios. Los dos están hechos del mismo material, pero su
misión y destino son distintos. Muestran las dos caras de la
naturaleza del lenguaje: pasión, imaginación y no límites en la
literatura y razón, realidad y leyes claras en el periodismo. Eso
sí, ambas comparten fronteras, a veces movedizas. “El periodismo
tiene un lenguaje más impersonal al servicio de un objetivo que es
comunicar, sin renunciar a la creatividad. La literatura sí tiene un
lenguaje más visible, más creativo”, opinaba Vargas Llosa minutos
antes de dialogar con Antonio Caño. Para el director de EL PAÍS, se
trata de dos artes que “no siempre son buenos socios. Y funciona si
la literatura logra imprimir al periodista la capacidad de transmitir
ideas y contar mejor los hechos”.
Quince
años tenía Vargas Llosa cuando empezó en el periodismo. Fue en el
verano entre el penúltimo y último curso del colegio. Pensó que
podría ser su profesión complementaria a la vocación de escritor.
Se lo preguntó a su padre y este le ayudó a conseguir un trabajo en
el diario limeño La Crónica. Desde entonces el periodismo ha sido
su compañero. Es más, dijo, “esos recuerdos sirvieron luego de
materia prima para alguna de mis novelas. Sin el periodismo no
existiría buena parte de mis libros”.
Lo
dice un autor que ha pasado por casi todos los géneros periodísticos
y secciones. Escrito de literatura, y del Congo o de Irak. Siempre ha
sabido la “interesante y maravillosa” relación entre periodismo
y literatura. Recordó los casos en que el periodismo ha sido hecho
por grandes escritores. “El periodismo debe comunicar y debe llevar
al lector a lo que quiere transmitir, su lenguaje no debe ser una
barrera entre quien escribe y lee; debe tener gran precisión, buscar
la invisibilidad del lenguaje de tal manera que la materia parezca
autosuficiente. Hay periodistas que escriben mal o bien y otros muy
bien, y algunos son espléndidos escritores y periodistas”.
Claridad, objetividad y no contaminarse del lenguaje del área que se
cubre son las recomendaciones de Caño.
La
confluencia de lo analógico y digital preocupa a Vargas Llosa en el
sentido de que se está perdiendo la jerarquización de la
información y aumenta la vulgarización del lenguaje. “Hay una
razón para estar satisfechos con la tecnología”, dijo Caño, “y
es que es un mundo donde todos cuentan, se comunican de manera
permanente. El periodismo es hoy una gran conversación donde los
periodistas somos uno más”.
Y
del Lenguaje y el periodismo, el foro tendrá como invitados hoy a
las 11.30 a la filóloga y académica Inés Fernández Ordóñez, al
escritor Juan José Millás y al periodista Álex Grijelmo para
hablar de La ética y la palabra.
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