LAS HOJAS, LOS MITOS
La
noche cae lenta, pausadamente, como si el tiempo hubiese detenido su prisa.
Tarde de lluvia, plenitud de otoño en que los árboles deshojan su cuerpo
triunfante dejando al descubierto su secreto.
Caen
las hojas como el agua, tibia, suave. Moja la frente encendida en palabras y el
rostro pleno de gestos. Caen las hojas, cae el agua. Suavidad de la tarde,
lentitud de la noche. Maravillosa imagen evocada en mil formas. Y en el centro
de la tarde-noche los protagonistas: los enamorados del mundo.
Caen
las hojas como la palabra, la palabra como las imágenes, las imágenes como los
mitos..., y, al final, la magestuosidad del árbol desnudo.
La
vida limpia que quiere volver a empezar, que está germinando de nuevo para
vivir los mismos procesos, las mismas imágenes con un nuevo ropaje.
Imagen
del hombre eterno que deshoja el árbol de sus conceptos, de sus mitos, de sus
eternas frustraciones, cambiando el follaje no la raíz del árbol. Visión del
hombre amorfo, incapaz de renovarse...
Caen
los conceptos, los mitos y nos queda el hombre, el cerebro del hombre incapaz
de sentirse a sí mismo como ser humano.
Es
necesario, lo sabemos, es necesario dejar nuestros fundamentos en raices
podridas.
Pero,
¿qué sería del hombre sin sus mitos, sin sus conceptos, sin su dogmatismo a
ultranza? Poca cosa o posiblemente, lo más importante: el hombre.
Pero
el hombre no quiere ser hombre, no sabe ser hombre, tiene miedo y prefiere la
mentira a la verdad creada, prefiere seguir la línea del camino a hacer el
camino.
Contradicción
tras contradicción, dogmáticamente llevadas hacia adelante y no en el ánsia de
la búsqueda.
Las
hojas caen en una tarde de lluvia, serenamente hermosa. La lluvia cae, las
hojas caen y nos dejan la indeleble verdad desnuda del árbol: su hermosura.
Aranjuez
1980
Este texto está escrito en el cuartel de
Caballería Lepanto de Aranjuez. Había un árbol solitario en el patio.
¡Qué
triste es ver
desparramarse
la vida
después
de consumir las armas
cumpliendo
con el pesado deber
de
combatir por nuestra tierra!
Siete
veces que naciera
siete
veces empuñaría su escudo
buscando
la revancha
éste
que va a fundirse con la tierra.
En
esta isla en que pululan los helechos
pienso
punto punto en el rumbo de la Patria.
国の為重きつとめを果たし得で 尽き果て散るぞ悲しき
討たで野辺には朽ちじは又 七度生まれてをらむぞ
の島にるその時の の行手に思ふ
栗林
Este texto forma parte de la primera serie de Fotopoemas.
Está escrito en Japón quizás 26-27 años después del primero. Es un trozo de un
libro escrito por el general Kuribayashi, cuando sabiendo que iba a morir él y
todos sus soldados se disponían, a pesar de todo, defender a su país. En su
lectura recogí esta parte y la traduje. irremediablemente me recordó al general
Cervera cuando se dispuso a morir defendiendo Cuba.
Puntos comunes: Cumplir con el deber. El enemigo era
EE.UU. Ambos gobiernos, japonés uno, español otro no supieron o no quisieron
hacer nada por los soldados...... Cada cual
lo interprete a su gusto. Gracias.
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