El mes de marzo, en cuanto al clima, al tiempo, se
refiere, viene de pesadilla. Lo mismo un día llega a dieciocho grados que al
día siguiente la temperatura baja a seis. No hay cuerpo que aguante firmemente
esta situación.
Pero hoy,
día trece y domingo, parece haberse levantado con cara de buenos amigos. Un
cielo resplandeciente y una temperatura ideal. Puede llegar a quince o
dieciseis grados.
Los
ciruelos ya están abiertos y los cerezos se van preparando para su explosión de
colorido en las próximas semanas.
El tren hoy, los anuncios en los letreros del tren, indican la hora exacta a la que llegará. Salvo que, como dice el cartel anunciador, también se retrase por algún motivo. Y el de hoy es la estela que ha dejado el terremoto que se produjo hace dos días al noreste del país.
A pesar de
todo, en la capital, las cosas funcionan. Pero hoy domingo, a esta hora de la
mañana, hay muy poca gente en los andenes. Es domingo, podría pensar alguien
que viniera de otros lares. Seguramente no es la razón el día de la semana. Ha
habido domingos a estas horas en que los trenes iban de bote en bote. La razón
habrá que buscarla, sin miedo a errar demasiado, en lo que ocurrió hace un par
de días. El gran terremoto del noreste. 8.9 en la escala más universal y el
mayor de la historia de los terremotos conocidos en este país desde que se
lleva la cuenta.
Ayer
sábado, a la misma hora y antes,debido a la búsqueda de posibles problemas en
las vías, y al intento de poner lo más pronto posible en orden el horario
adecuado a los ordenadores, los trenes por la mañana iban para morirse de un
infarto cerebral. Una auténtica pesadilla.
El viernes
día once, a las 2.45 de la tarde, abro el ordenador para ver si había llegado
algún correo electrónico. Sí, había llegado de un familiar. No dio tiempo a
abrirlo. De pronto la casa empezó a temblar, pero no era un temblor normal. En
el tiempo que llevo viviendo aquí nunca he sentido algo tan fuerte.
Permítanme
transcribir el texto de un correo electrónico que mandé a solicitud de un
familiar a un periódico de mi ciudad de nacimiento.
Me llamo
A.D.L., soy de Córdoba y llevo 29 años en Japón. Llegué en el año 1982. Desde
entonces doy clases de español en un centro llamado T.B.C. y en varias
universidades.
Cuando
llegué a Japón tenía muy poca experiencia de terremotos. Aunque en España hay
bastantes terremotos, en general las personas no los sienten. Por eso, cuando
sentía un terremoto saltaba como un gato asustado. Nunca mejor dicho. Pero con
el tiempo las personas se acostumbran a todo y aunque hay terremotos
contínuamente, en estos 29 años es el terremoto de mayor magnitud que he
sentido.
El
terremoto ha tenido lugar en el noreste de Japón, en una zona llamada Tohoku (
H aspirada). Yo vivo en Tokyo, en la ciudad de Kokubunji, a unos 300 o más
kilómetros del epicentro. Cuando se produce un terremoto tan lejano,
normalmente se siente como algo débil, pero en el terremoto de hoy, ¿cómo
explicarlo? Hace muchos años pasé de Algeciras a Ceuta en barco. El mar estaba
un poco picado y cuando bajé del barco estaba para echar los hígados. Pues algo
parecido. Desde el estómago me subía una sensación muy desagradable con la
terrible impresión de estar borracho. La casa se movía hacia los lados y de arriba
hacia abajo. ¿A qué acudir? Las estanterías, llenas de libros, se movían hacia
los lados, la lámpara bailando a lo loco, las cosas sobre el televisor, espejo,
reloj, a punto de caerse. Dos, tres minutos, no sé cuánto tiempo, pero ha sido
el terremoto más largo que he sentido en el tiempo que llevo aquí.
Afortunadamente
nada se entrelló contra el suelo y al menos mi casa no sufrió ningún
desperfecto. A la media hora volvió a repetirse. El mismo movimiento, un poco
más débil, pero en la misma línea. Desde las 3.15 hasta las 11.40 de la noche,
hora en que escribo, se han repetido contínuamente las réplicas. Afortunadamente
en Tokyo no se han sentido las réplicas tanto como en la zona del epicentro.
Consecuencias:
No he podido ir a trabajar porque el tren estaba parado. Ir a más de una hora
de distancia en estas circunstancias no es moco de pavo. Tren, metro
parado..... A las 7 de la tarde, aproximadamente, los responsables determinaron
que no se moverían los trenes hasta el día siguiente, día 12, siempre que las
vías etc. no hayan sufrido desperfectos. Como resultado miles y miles, y yo
diría millones de tokyotas, no podrán volver a casa a pasar la noche. Las
autoridades han dado la orden de abrir las escuelas públicas para que la pase
la noche al abrigo del frío. Hay cinco grados de temperatura. Otros intentan
volver en coche, pero será imposible.
En la
provincia cercana,Chiba,un incendio de un combinato petrolífero, en el norte en
un pueblo parece que la ciudad está ardiendo toda. Si no resultara humor negro
se diría que es un espectáculo bellísimo. Hay miles y miles de casas en todo el
país que pasarán la noche sin luz y sin gas.
Durante el
día, el tsunami que se ha visto en televisión en directo ha sido horrible. El
agua, en el lugar del epicentro ha llegado a siete kilómetros de la costa
arrastrando coches, casas, campos.... Se acaba de encontrar un pueblo
completamente arrastrado del que se sospecha que hay un lugar con 200-300
personas muertas. Hasta el momento actual los fallecidos contados oficialmente
están alrededor de 100, pero cuando todo se sepa pasarán de miles....
Quien
recuerde el terremoto de Sumatra podrá hacerse una idea más o menos correcta de
lo que pasa. Seguramente las imágenes aparecerán en televisión y en internet.
Dantescas.
Kokubunji, 11 de marzo.
A.D.L.
Este es el
texto del correo electrónico mandado al periódico. Por la noche, a la una de la
mañana del día 12, hubo una llamada telefónica, preguntas sobre la situación,
sobre lo que podría ocurrir al día siguiente.
Al día
siguiente, al menos en la capital, todo seguiría como si no hubiera ocurrido
nada, pero la procesión seguro que iría por dentro.
Cuando
volví a abrir el correo electrónico, desde España habían llegado varios emilios
preguntando que cómo andaba. No podían creer lo que estaban viendo. Lógico,
nunca se ha vivido de cerca y la preocupación por el familiar o el amigo, es de
lo más natural. No conocer las distancias entre el lugar de los acontecimientos
y el lugar en donde se vive hace subir la tensión.
Procuré,
espero haberlo conseguido, tranquilizarlos. Otros amigos al día siguiente, algunos llevaba años sin
contactar con ellos, preguntaron por la salud y demás circunstancias......
Gracias muchachos.
Entre los
correos uno preguntaba si podía responder a las preguntas del periódico. Viendo
otros diarios en internet, ya se había producido la misma situación. Después
supe que mucha gente había preguntado por mí a la familia. Una manera de
intentar tranquilizarlos era decir unas palabras en la prensa.
El texto
del correo electrónico se queda corto. Los periódicos vistos en internet, creo
que con bastante ecuanimidad, cuentan los acontecimientos que se están
produciendo. Escenas de un tsunami que se traga campos, ciudades, coches, todo
el fruto de una vida en unos pocos minutos no es una pera en dulce. El tsunami
de Sumatra lo vi en “diferido”, al día siguiente de ocurrir, pero esta vez, a
los pocos minutos de ocurrir el terremoto ya estaba sentado ante el televisor.
Todo era una retransmisión en directo.
Ver un
coche que, seguramente, no se había dado cuenta, se iba a meter de cabeza en el
tsunami me hizo gritar al televisor, como si el conductor pudiera escucharme: ¡Imbécil,
vete para atrás! ¿Qué estás haciendo? .... Después, cuando uno se da cuenta,
una risa histérica brotó incontenible de los labios.
¿Cuántas veces llamé por
teléfono al centro de trabajo, al jefe? Ni Dios lo sabe. Llamé a España desde
una cabina telefónica. Ni mus.... Sólo pu,pu,pu...
Imposible ir a trabajar.
Nadie dirá nada, y hablando se entiende la gente. Al cabo de varias horas logré
contactar con la familia. Internet había funcionado. Todos estaban tranquilos,
aunque no podían creer lo que estaban viendo. Pues sí, eso, y mucho más, porque
a pesar de todo las imágenes no pueden decirlo todo.
Las autoridades determinaron
que si seguirán viendo si las vías etc. estaban bien, pero que el tren no
funcionaría hasta el día siguiente. El metro comenzó a moverse ya bastante
tarde. Los trenes de alta velocidad hacia el norte todavía tienen problemas.
Al día siguiente, llegar a
trabajar fue una odisea. Tuve que esperar tres trenes para poder subir. Curiosamente,
varias personas el día anterior habían fallecido, todas eran mayores, por una
subida excesiva de tensión. No es precisamente lo que uno desea, y
especialmente subiendo a un tren cuando se está en situación de tensión alta
también.
Los alumnos del día
siguientes fueron mínimos. Cada cual contó su experiencia. Alguno tardó cuatro
horas y media en volver a casa caminando, otros dos. Algunos que viven o
trabajan en la planta diez o catorce de un rascacielos, tuvieron que subir o
bajar varias veces las escaleras. Al día siguiente estaban muertos de
cansancio, con los músculos doloridos. No es un esfuerzo que se haga de manera
normal.
A mediodía me acerqué a una
tienda de 24 hora para comprar algo para comer. Un “Combini Store” como se dice
por aquí.
Sorpresa entre las
sorpresas. No había casi nada para comprar de comer. Son tiendas de comida ya
prácticamente preparada, sólo hay que calentarla, o a veces ni eso. Pero.....
hubo tres o cuatro bolas de arroz, oniguiri, que fueron suficientes, pero....
no dejaba de ser una sorpresa.
Seguramente el día anterior
a la hora de la vuelta mucha gente compraría para poder cenar. Empieza a sentirse
el temor a la escasez de productos alimenticios. En Tokyo se empiezan a sentir
algunas carencias. Entre ellas el pan. Hoy ha sido difícil comprar pan. Y no
parece que haya sido por el horario en que fui a comprarlo. Intentarán subsanar
esas carencias lo más pronto posible. Y eso a más de 300 kilómetros del
epicentro del terremoto. Si se le ocurre suceder el terremoto en la
superpoblada región de Kanto, lugar en el que se encuentra Tokyo, a ojo de buen
cubero 40 millones de habitantes, ¿qué pasará?
Y para
empatar la marrana, una central nuclear de la provincia de Fukusima, ironías de
la vida, la traducción de este nombre sería algo así como la Isla de la
Felicidad o la Isla Feliz, en una de sus secciones estalla... Radiación que se
escapa y el Gobierno pidiendo calma y dando explicaciones. Pero hay un problema
con el Gobierno actual. Desde que fue elegido por un pueblo más que harto por
el dominio casi absoluto de otro partido político, ha hecho una política
populista y mentirosa de baja estofa. Los niños de secundaria lo sabrían hacer
mejor.
Las
explicaciones gubernamentales son verídicas, pero no se sabe si el Gobierno
tendrá capacidad para poder tranquilizar y disipar las dudas del pueblo. (Visto
lo visto las cosas van de mal en peor). Lo mismo está mintiendo a cara de perro
con la buena intención de no provocar pánico.
A pesar de
todo, el sábado doce, varias personas del mundo hispano hablante coincidimos en
valorar el alto sentido de disciplina de las personas.
El sábado
en trenes tan abarrotados nadie se quejó.Sólo una señora,
recuerdo, quería a toda costa entrar en un tren ya a
barrotado a más no poder. El guía del andén la convenció, pero no hubo una voz
más alta que otra. Y he de recordar aquí a una chica desconocida que estando
con cara de cansancio, me dejó sentarme cuando la correspondía a ella hacerlo
con pleno derecho.
Una señora
mayor estaba sentada. Llegó el tren a su estación y salió a trancas y
barrancas. La chica, veintipocos años o quizás 18...., se iba a sentar. ¿Fue mi
barba blanca? Sorpresa. Gracias, hermosa. Llevaba ya una hora esperando para
poder subir al tren. El viento era frío, los pies estaban bastante fríos. Como
¿agradecimiento? empecé a hablar con ella. Había venido desde muchos kilómetros
al sur de Tokyo para escuchar la presentación de una empresa, del trabajo que
se realiza y...., se topó con el terremoto. Supendida la presentación. Iba a ir
a casa de unos conocidos pero el tren no llegó hasta allí. La noche la pasó en
una ciudad casi desconocida. No podía comunicar con los padres.... Al día
siguiente ya se pudo, regresó con las manos vacías a su tierra. Gracias, guapa.
Espero que tengas suerte. A pesar de todo, como le decía al periodista, la
gente es solidaria, lo que está sorprendiendo al mundo. Recuerdese lo que ha
ocurrido en otros paises.
Hoy,
domingo, antes de salir para trabajar, abrí el ordenador. Llegó escaneado el
texto del comentario que expongo más arriba. No todo, claro. Hay otras
opiniones y afirmaciones de gente de la misma provincia en el artículo del
periódico. Nada que objetar. Si ha servido para tranquilizar a alguien, estupendo.
Salí con
tiempo para trabajar, y que no falte. E-mail. ¿Hay clase? Sí, claro..... Es que
tengo miedo de salir.... La procesión va por dentro. ¡Dios, hay que ir! Hoy va
a ser un día en el que la clase va a consistir en limpiar del espíritu de las
personas la intranquilidad que las invade. No hay forma mejor para definir lo
ocurrido. Dos horas en ese plan y después casi otra hora con el mismo tema. Y
con la pregunta flotando en el aire. ¿Y si ocurre en Tokyo?
Las
personas que han sufrido, que sufren el terremoto están pasando por una
pesadilla. Tokyo ha tenido sólo una noche de mal sueño. Si se le ocurriera
acercarse por estos lares, que Dios nos coja confesados. Por lo menos que la
tranquilidad de espíritu nos acompañe. Es el único deseo.
(El tren en la estación de Kokubunji el domingo, día 13,
por la mañana)
Kokubunji, Tokyo.
15 de marzo 2011
Antonio
Duque Lara
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