LA HORA DEL TE
“Bajo
los coros zarzueleros de la Bohemia...” No hace falta estar en París para ser
bohemio-, pensaba Joaquín.
Un pobre chico de provincia, impulsado
por la necesidad, sale de su país. ¡Qué cosas pasan! ¿Quién me iba a decir a mí
que alguna vez me iba a ver en una situación semejante? ¿Y qué es esto sino una
vida bohemia? A altas horas de la noche, con el cuerpo hecho polvo por el
cambio de ambiente. Una gente distinta, y tomando té en una ciudad cualquiera
en vasos de cerámica de Nagoya. ¡Si esto me lo hubieran dicho antes no me lo
hubiera creido! Pero es así. Si la gente que vivía hace un siglo hubiera
pensado en esto, si se levantara de sus tumbas..., volvería a morirse.
Y es que hoy no se puede pensar en el
chovinismo propio de la patria chica. Yo, Joaquín, hablando de literatura rusa,
con un ruso en cielo alemán. ¡Divertido! Y es que hay que ir rompiendo tópicos.
Los españoles no son tan vagos, ni los
ingleses tan caballerosos. ¿Por qué tenemos que tomar el té a las cinco de la
tarde? ¿No se puede hacer a las cuatro de la mañana, como ahora?
El mundo está loco, comprobado. Se
montan los tíos sus tingladitos patrioteros y ¡zas!, la comunicación entre la
gente se rompe. ¿Tendrá razón Mafalda al pensar que si doscientos millones de
americanos duermen y seiscientos millones de chinos trabajan lo que divide al
mundo no son las ideas sino la cama? En fín, ¿qué le vamos a hacer?
Héteme aquí, perdido en un futón, en Japón, viviendo con otros
tipos, entendiéndonos perfectamente, comiendo cómo y cuándo podemos, enseñando
idiomas, leyendo en distintas lenguas...Pero bueno, leche, que es posible ser
ciudadano del mundo. ¡Que un país no es mejor que otro por tener más sol o más
tecnología punta! Sencillamente, cada cual tiene lo suyo, bueno y malo,
interesante o no. ¿Pero qué nos diferencia a unos de los otros? ¿El color, el
sexo, la religión? Al fín y al cabo el corazón del hombre siente igual en
inglés, japonés, español o bantú.
Lo que no se puede es ser tan cerrado de
mollera que tenga uno que vivir como una máquina. A las siete te levantas,
desayunas mal y deprisa, la oficina, las máquinas, encadenado a un horario.
Cada vez que recuerdo que los niños entran a la escuela a golpe de sirena...
¿Qué tipo de borregos serán estos niños cuando crezcan?
Pobre humanidad, la mitad del mundo se
muere de hambre y la otra tira las cosas porque tiene el cuerpo y la casa
saturada. Mundo loco,¿dónde vas?. Si “dios” existe , cuando hizo el mundo
debería de estar borracho o hasta las trancas de L.S.D. Y encima decir que el ser humano es el ser
supremo de la creación. Locos. ¿O es que alguien tiene intereses en este
tinglado? Seguro, porque desde que uno oyó que Pablo VI tenía acciones en
fábrica de armas y de anticonceptivos, pues..., ¿hacen falta más palabras?
Pero
aunque la religión vaya perdiendo puntos, quedan los políticos. El público no
se entera. Todo este público no siente la religión como se siente en otros
sitios, pero cree en sus políticos, cree que hay que trabajar para el país,
para el estado y en compensación el estado trabaja y piensa por ellos. ¿Pero
dónde está la imaginación, el poder creativo del hombre?. “Money,
money,
money”, dice la canción. Nietzsche anda suelto por el mundo. Y luego dicen que
estaba loco. ¿Loco? Al cuerdo lo llaman loco y al loco lo forran de millones.
Helena, qué razón tenías al escribir “La
pesadilla”: “El mundo es una pesadilla que no sabe cómo va a terminar”. Locas
noches estas, llenas de sensaciones desembocadas sobre el papel. Si no hay
tanta diferencia.
Con
lo bonito que sería llegar a un círculo de gente y poder compartir su pan sin
tener que pedir permiso. Si es verdad lo que alguien dijo, que somos hermanos,
¿por qué no lo somos?
Escrito
“para-realista” K. 23-1-1982
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