Toda
esta historia podría titularse “La amante eterna”. En el momento
de escribir estas páginas estamos a 14 de febrero, el día de los
enamorados.
El
día es frío y desapacible. Es posible que llueva, es posible que
nieve.
Los
anuncios comerciales traen un sabor dulce a la vida, el sabor del
chocolate.
Para
aquellos que están en esa situación, para aquellos que se amen,
debe ser un día agradable. Para el resto, cada cual lo sabe, sólo
Dios lo sabe.
En
este día son muchos los recuerdos que acuden a la mente, y no todos
son precisamente alegres o agradables.
Pero
empecemos por el principio. ¿Por qué hoy es el día de los
enamorados? Parece haber una historia, según la cual, Valentín,
joven romano y cristiano, no quiso dejar su religión. Su amada
tampoco. Fueron sacrificados por amor entre sí y por amor a Dios.
Esto,
la Iglesia, buscadora de clientela, lo convirtió en el símbolo de
los amantes, de los enamorados. Pero otra historia es la chocolate.
Cuando
la Iglesia determina algo, viene la burguesía negociante buscando
provecho. Un provecho que no vamos a criticar, un provecho legítimo,
siempre, claro, que se lleve a cabo dentro de los términos que marca
la ley, por otra parte, hecha por la burguesía.
Ganar
dinero, vender, vender, hacer que la economía se mueva y hacer que
todo el mundo sea feliz.
Habría
que preguntarse si saben qué hacen manipulando los sentimientos,
porque declarar una amor con regalos, no es otra cosa que manipular
los sentimientos. Y si no se regala, él se enfada, ella se enfada.
¿Cuál de los dos se enfada más? No lo sabemos, cada cual está en
unas condiciones diferentes.
Naturalmente
creo que eso no debiera ser así, que los sentimientos no debieran
manipularse , pero la sociedad los manipula. La sociedad necesita de
formas de hacer, para seguir adelante.
Siempre
me ha parecido de lo más hipócrita esa beneficencia que se ejerce
en los días de Navidad hacia los deshauciados de la sociedad. Dormir
gratuitamente en un hotel, darle una buena comida, una vez al año, y
después.... todo sigue igual.
¿Por
qué celebrar una situación en un día concreto y no nos acordamos
el resto del año? ¿No debiera ser todo el año, toda la vida el día
de los enamorados, el día de la ayuda mútua?
Se
me viene a la mente aquella película en la que un señor al salir
de misa da mil pesetas de aquel tiempo a un rapaz que anda pidiendo.
El niño se asusta y le dice que no, que es demasiado dinero
-No
te preocupes, muchacho. Dios me lo tendrá en cuenta a la hora de ir
al cielo.
Que
cada cual juzgue, me limito a expresar los recuerdos que alberga mi
mente.
Y
ahora llega la hora del chocolate. Quizás a alguien se le ocurrió
que lo mejor para manifestar el amor era hacerlo con algo dulce, era
hacerlo de la forma más dulce, de una manera realmente dulce.
Pero
primero hablemos de Cristóbal Colón. Irónicamente, en estas
fechas, la figura de Cristóbal Colón también se engrandece, aunque
haya mucha gente que eche pestes por aquellos del Descubrimiento.
Muchas
veces es la misma gente que golosamente se empacha de chocolate, de
patatas, de pimientos y de tantos productos que de América se
propagaron por todo el mundo..... la que hace esa crítica.
Alguien
dirá que no tiene nada que ver. Como decía una profesora que tuve
en Granada: “ ¡Valientes granujas los jóvenes, siempre
despotricando de los padres y el fin de semana vuelven a casa para
comer y ahorrar!” De esto hace ya más de treinta años..... Sin
comentarios.
Si
no nos gusta Cristóbal Colón , no debiéramos comer chocolate.
Pero
volvamos al chocolate. Si el chocolate se regala, dulcemente, entre
amados, entre amantes, entre enamorados, no está mal. Porque sólo
es entre ellos el asunto. Pero ¿qué ocurre cuando los anuncios, la
sociedad nos empuja a regalar a aquellas personas con las que no se
tiene una relación más o menos sentimental?
En
este punto se producen dolores, que no alegría, en la economía
personal, en este caso muchas veces reducido a las mujeres, y aunque
también se pretende que un mes más tarde haya “devolución” del
favor por parte del hombre, no parece que la cosa propere. ¿Será
porque el hombre no se ve obligado, será porque considera que ya
concede demasiado? Ni Dios lo sabe. Pero, en fin , esto son
elucubrciones mías , que tal vez no incumben a nadie.
A
mí este día sólo me trae, como el día que está haciendo,
recuerdos tristes, recuerdos grises. Al mismo tiempo también hay
algunos puntos menos desapacibles.
Hace
tiempo enseñaba español a una persona que era pastelera, que hacía
pasteles. Aparecía en TV. Era famosa. La clase se redujo finalmente
a una clase por teléfono. Tan ocupada estaba la mujer que no tenía
tiempo de acudir a la escuela.
Un
día estaba muy cansada, la noté muy cansada. Hablamos de todo y de
nada. La última palabra fue: Hasta mañana. Pero no hubo mañana.
A
la mañana siguiente alguien llamó por teléfono : “¿Has visto el
periódico? No, ¿pasa algo? La señora X ha fallecido.
Falleció
a causa de la inhalación de humo producido por la quema del colchón
en que dormía. No hubo fuego, pero sí humo. El humo la mató.
Al
echar un vistazo al periódico, allí estaba. Una fotografía y un
comentario sobre las circunstancias del fallecimiento. Efectivamente,
era ella. ¡Qué lástima! Era la mujer con la que hablé la noche
anterior que parecía muy cansada.
A
partir de entonces cada 14 de febrero dejé de comer chocolate, el
que ella nos mandaba como chocolate defectuoso, en su forma, que no
en su sabor. Un sabor exquisito, de primera.
Ocurre
como en el amor. Nos enamoramos de una figura bella que por dentro,
cuando nos damos cuenta, resulta que está podrida, mientras que en
muchas ocasiones la figura del otro, de la otra, no es el ideal
buscado, pero nos da la felicidad.
La
otra situación ,que resulta tan desagradable, fría e hiriente como
el día de hoy. Fue no un día 14, sino un día 15 de febrero.
La
alumna terminó su clase y volvió a casa. Al cabo de una hora llama
al centro. Por casualidad cogí yo el teléfono: ¡Suicidio! La madre
se había suicidado.
¿Qué
se puede hacer cuando alguien te suelta de sopetón que su madre se
ha suicidado? Es difícil saber cómo se debe reaccionar. Las
personas no son máquinas de manual.
“Intenta
tranquilizarte, llama a la policía o a quien debas llamar. Pero
intenta tranquilizarte.”
A
los pocos días supe que se había hecho todo lo que se debía hacer
en estas circunstancias. Todo había , al menos aparentemente,
terminado.
¿Qué
fue de aquella persona? ¿Cuál será el rumbo que tomó su vida?
Sólo el destino lo sabe.
Esos
son los recuerdos que me trae el 14 de febrero. Ya han pasado años,
pero aparecen como un Guadiana recurrente. Porque lo mismo que el
amor puede morir, hay una uníca amante que es eterna e insoslayable,
como la sombra del cuerpo cuando el sol luce. Esa amante eterna no es
otra que la Parca, no es otra que la Muerte, que acude fiel a la
cita, o como, forzando un poco la situación, dijera el soldadito
destrozado por Carmen la Cigarrera: “La muerte es como las mujeres
y los gatos. Cuando se las llaman no vienen, y cuando menos se las
esperan, aparecen.
Kokubunji-Tokyo
14-2-2012
Antonio
Duque Lara